La cámara telescópica de alta definición del Orbitador de Reconocimiento Marciano observó que el agua fluye de manera intermitente en el tiempo presente.

EXPLORACIÓN ESPACIAL

Confirmado: ¡hay agua en Marte!

Las agencias espaciales se preparan para el siguiente gran paso de la humanidad: viajar al planeta rojo. Así lo lograrán.

3 de octubre de 2015

Parecía finamente orquestado: Stephen Hawking declaró sobre la necesidad de establecer colonias en Marte, como póliza de seguridad contra la amenaza de una guerra nuclear o del cambio climático; se estrenó la película The Martian que contó con asesoría científica de las agencias aeroespaciales para narrar las peripecias de un astronauta en el planeta rojo; y luego, la semana pasada, la Nasa confirmó la existencia de agua en ese lejano lugar. Aunque todo fue una coincidencia, como resultado avivó la imaginación del ser humano con ese vecino celeste e inspiró titulares sobre la posibilidad de que haya vida allí, y sobre la factibilidad de enviar en el futuro misiones al planeta rojo. Así, las Crónicas marcianas de Ray Radbury de 1950 pasaron de ser cuentos de ciencia ficción a convertirse en una realidad posible a la vuelta de una década.

Que haya agua líquida en Marte es muy importante. La comunidad científica sabía que en ese planeta la hubo en abundancia hace 4.500 millones de años. “Así como a la Tierra, el agua llegó a Venus, Mercurio, Marte y las lunas de Júpiter durante el gran bombardeo de meteoritos”, señala Germán Puerta, astrónomo del Planetario Distrital. Según él, Marte tuvo océanos en el hemisferio norte, pero se perdió debido a su menor tamaño y débil atmósfera. Los primeros orbitadores que llegaron vieron esas huellas en piedras redondas, como las de los ríos en la tierra, en los antiguos cauces y en las cuencas de lo que fueron océanos. Hoy solo queda un vestigio: el hielo de los casquetes polares.

Hasta ahora no se había podido confirmar la presencia de agua líquida en la superficie de Marte. Pero las observaciones del Orbitador de Reconocimiento Marciano permitieron comprobarlo. “No se trata, como lo han descrito algunos, de corrientes donde se pueda surfear”, dice Puerta, sino de apenas un flujo intermitente que corre por las laderas de la zona ecuatorial del planeta en el verano marciano. Además, es un tipo de agua líquida diferente a la que se ve en la Tierra porque contiene sal, lo que evita que se congele.

No se sabe de dónde viene esta salmuera, si de la atmósfera, de una fuente acuífera o de una capa de permafrost que en la estación más caliente se descongela y se filtra por las pendientes. A pesar de este interrogante aún no resuelto, el hallazgo permitirá contestar si hoy existe alguna forma de vida fuera de la Tierra. El agua es la pista más importante porque la vida se desarrolló aquí en ese medio. “Aunque algunas bacterias no la necesitan y crecen en ambientes como el azufre, donde haya agua hay vida”, dice el astrofísico Santiago Vargas, profesor de la Universidad Nacional.

Los científicos deberán probar primero si existe o existió en Marte. Ya descartaron la presencia de civilizaciones en el sistema solar, pero no las posibilidades de que existan organismos microscópicos. De suceder, el hallazgo “marcaría un antes y un después en la humanidad y tendría implicaciones científicas, culturales y hasta espirituales”, dice César Ocampo, decano de la Escuela de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad Sergio Arboleda e investigador para la misión Odyssey Space Research de la Nasa.

Encontrarla no será fácil. Aunque se argumenta que faltan presupuesto y voluntad política, el verdadero obstáculo es que “no existe la nave suficientemente esterilizada”, dijo a la revista National Geographic Bethany Ehlmann, geóloga planetaria del Instituto de Tecnología de California (Caltech). Se ha visto que a pesar de los esfuerzos por limpiar las sondas, en las salas estériles donde se preparan las misiones aparecen microbios que se resisten a morir. Según la revista Scientific American, la misión Apolo encontró en la Luna bacterias que sobrevivieron dentro del módulo Surveyor 3, que llegó en 1967 a dicho satélite. “Si microbios terrestres viven en sitios como la Luna, ¿por qué no podrían hacerlo en las partes habitables de Marte?”, pregunta Lee Billings, autor del artículo.

Para esterilizar esos robots, los expertos tendrían que usar radiación iónica muy potente o calor, y ambas opciones podrían dañar los componentes electrónicos, explicó al diario The Sydney Morning Herald Malcolm Walter, director del Centro Australiano de Astrobiología de la Universidad de Nueva Gales del Sur. Si las sondas no están lo suficientemente limpias, los supuestos microbios marcianos podrían ser en realidad organismos importados de la Tierra. Y no solo eso. La posibilidad de contaminar ese planeta con seres vivos tendría implicaciones éticas y científicas.

El hallazgo de agua también acerca más a los seres humanos a la posibilidad de una misión tripulada a dicho planeta, pues “aunque no sea potable, podría ser tratada”, dice Raúl Joya, director del Observatorio Astronómico de la Universidad Sergio Arboleda, y eso evitaría transportarla desde la Tierra. El viaje necesitaría preparación porque, como dice Puerta, “no se trata de llegar y poner una carpa”. Para esto, la Nasa enviará sondas en 2016, 2018 y 2020 –los vuelos a Marte salen cada dos años, cuando está más cerca de la Tierra–. Cada misión buscará preparar el escenario para ese gran viaje. La de 2020, conocida como Rover, buscará la manera de producir oxígeno en dicho lugar.

En la estación espacial internacional se adelantan experimentos para ver cómo se afecta el organismo en gravedad cero; cómo cultivar verduras, gracias a lo cual la lechuga romana es hoy el alimento más abundante en el espacio; cómo reciclar el oxígeno y el agua –la del sudor, orines y lágrimas de los tripulantes, por ejemplo–. Según Puerta, habría misiones preliminares con robots que prepararían el escenario para la llegada de seres humanos. Según Ocampo, se usaría un vehículo grande que lleve las provisiones de ida y regreso. Cuando la nave esté próxima al planeta rojo, un vehículo descendería a su superficie con los astronautas. Un año después, el taxi los subiría de regreso a la nave principal y los regresaría a la Tierra. “El acople debe ser perfecto. Un error y la tripulación muere”.

La seguridad, según Josian Fabrega, ingeniero de desarrollo de Airbus Space, haría más costosas las misiones tripuladas. Durante la carrera espacial a la Luna murieron diez cosmonautas, “pero a pesar de los errores, las misiones seguían porque era una guerra entre dos potencias”, dice. Hoy, un fracaso genera retrasos y menos presupuesto. Por eso, Ocampo considera que primero hay que practicar la misión a Marte en la Luna, para lo que no se requiere un viaje de un año, sino de solo tres días. Según él, hay que construir allí una colonia parte comercial y parte científica, “donde la gente pueda tener literalmente una luna de miel”, dice. Si hubiera una amenaza inminente a la Tierra, afirma, llevar astronautas a Marte se lograría en menos de diez años porque habría voluntad política, financiación y colaboración entre todos los países.

Pero con los presupuestos de hoy, la humanidad solo podrá dar ese gran paso a partir de 2030. Aunque algunos creen que el hallazgo debería servir para valorar el agua en la Tierra, otros piensan que estas misiones se justifican porque el ser humano es un expedicionario innato y el retorno de la exploración espacial tiene una influencia muy alta en términos del desarrollo de

tecnología que beneficia a la sociedad. Además, porque en una eventual catástrofe, la única opción para salvar a la raza humana puede estar en los mundos más cercanos.