La próstata es una glándula del tamaño de una nuez, situada debajo de la vejiga y alrededor de la uretra. Cuando la afecta el cáncer y se trata con las terapias convencionales puede producir problemas de incontinencia urinaria y disfunción eréctil. | Foto: Ingimage

ONCOLOGÍA

Una esperanza para tratar el cáncer de próstata

Cada vez toman más fuerza las terapias alternativas para el cáncer de próstata. La más promisoria es la de ultrasonido, que según un estudio reciente produce menos efectos secundarios.

19 de marzo de 2016

El cáncer de próstata es el más frecuente en los hombres y el segundo con mayor índice de mortalidad después del de pulmón. Se estima que uno de cada ocho individuos lo desarrolla y la tasa de incidencia en adultos mayores de 65 años es muy alta. Además, es uno de los más complejos de tratar por su difícil diagnóstico, pues en sus primeras etapas es asintomático.

Hasta ahora, la mayoría de hombres diagnosticados solo tenían la posibilidad de la prostatectomía radical, el tratamiento tradicional invasivo que remueve por completo la próstata antes de que se expanda la enfermedad a otros órganos, o la radioterapia, que genera en muchos casos impotencia e incontinencia en los pacientes. Por eso, cada vez toman más fuerza terapias alternativas que no afectan la calidad de vida del paciente.

Una de ellas es el Ultrasonido Focalizado de Alta Intensidad (HIFU, por sus siglas en inglés). Según reveló un grupo de expertos en la reunión anual de la Asociación Europea de Urología celebrada la semana pasada en Múnich, Alemania, esta técnica ofrece un 93 por ciento de tasa de supervivencia libre de recurrencia durante cinco años.

El procedimiento, considerado experimental hasta hace poco, destruye los tumores en la próstata mediante una sonda que se introduce por el recto. Esta emite ondas de ultrasonido que viajan a través de las paredes del recto sin dañarlo. Luego producen un calor intenso de unos 100 grados centígrados que provoca la destrucción de las células tumorales. A diferencia de los tratamientos convencionales, el HIFU no daña los tejidos sanos, que son esenciales para el funcionamiento normal de la vejiga y el pene.

Para el estudio, los expertos siguieron durante más de diez años a 625 pacientes. Los trataron con HIFU y apenas entre el 1 y 2 por ciento de ellos padeció después incontinencia urinaria, diez veces menos que con el tratamiento tradicional. Solo el 15 por ciento tuvo problemas de disfunción eréctil, la mitad respecto a los pacientes que se someten a prostatectomía.

Es importante tener en cuenta que este procedimiento solo es útil si la enfermedad está avanzada, pero no se ha expandido a otras partes del cuerpo. En esos casos, es importante realizar una vigilancia activa que incluya pruebas de sangre periódica para monitorear los niveles del antígeno prostático (PSA), que permite saber la evolución de la enfermedad.

El problema es que el diagnóstico no es fácil para esta dolencia debido a que todavía hay controversia sobre la detección temprana. El 90 por ciento de los hombres que se realizan la prueba del PSA y obtienen resultado positivo se someten a un tratamiento intensivo para atacarlo. Sin embargo, uno de cada ocho casos resulta siendo un falso positivo y los efectos secundarios terminan por deteriorar la calidad de vida del paciente.

Por eso, este tratamiento de última tecnología, que es menos agresivo y les permite a los hombres seguir teniendo una vida sexual normal y no sufrir de incontinencia, es una opción que genera esperanzas. Según Hashim Ahmed, urólogo que lideró la investigación, el HIFU para tratar el cáncer de próstata es una alternativa similar a lo que se vivió con la lumpectomía en el cáncer de mama. “No tenemos todavía evidencia de tasas de supervivencia entre cinco y diez años, pero el procedimiento parece ofrecer el mismo control del cáncer que la prostatectomía radical. Estamos buscando añadir tratamientos con fármacos antes o después de realizarlo para aumentar su eficacia”, concluye Ahmed.