PSICOLOGÍA

¿Qué hacer cuando hay miembros de mi familia que son tóxicos?

Alejarse de los seres queridos puede ser una de las decisiones más difíciles. Pero cuando las heridas y el irrespeto alcanzan niveles que hieren su dignidad es hora de repensar su camino.

Paula López*
19 de abril de 2018

Piense por un instante en aquellas situaciones familiares que sacan lo peor de usted, y que le han causado tantas heridas. Piense en los miembros de su familia, que quizá no hubiera elegido, si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo.

La fábula de la familia del puercoespín puede reflejar una situación similar y llevarlo a reflexionar al respecto. Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío. Los puercoespines dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados. Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas del otro.

Esta fábula no está muy lejana de su realidad, y la de todas las familias en general, cuando hay cercanía entre sus miembros, todos tienen espinas y son lastimados por las espinas de quienes están más cerca, como le sucede a los puercoespines; a medida que nos vamos acercando con la intensión de calentarnos, las espinas que tenemos van lastimando y rosando hasta de la manera más sutil pero aun así dolorosa.

La interpretación del mundo y de sus propias heridas es totalmente diferente para cada miembro de su familia. Es asombroso ver, por ejemplo, cómo en una misma familia, aunque todos los hijos han recibido la misma educación, el mismo amor, el mismo cuidado de sus padres, cada individuo va tomando caminos y modos de ser absolutamente opuestos. Pero todos están condicionados e influenciados por sus experiencias.

Al respecto, el chileno Rafael Echeverría, sociólogo y filósofo experto en Coaching, dice que los condicionantes del actuar humano son algunos visibles y otros ocultos: Nuestra predisposición biológica, nuestros aprendizajes, las herramientas que usamos según las competencias de cada uno, el nivel de motivación emocional y los hábitos que adquirimos.

¿Cómo cambiar y modificar sus emociones para poder transformar su manera de actuar y la de los demás? ¿Cabe esperar, por ejemplo, que esa relación que usted ha añorado tener con su hijo, llegue a ser realidad? ¿Con su madre, con su padre o con su hermano? ¿Con su familia política o extendida?

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Es doloroso cuando usted percibe en su entorno que otras personas o grupos familiares cercanos al suyo, pueden tener relaciones como las que usted quisiera y usted no lo logra. En ese momento es posible que usted sienta un grito desgarrador en su interior, que le dice que ni usted, ni los otros pueden cambiar, y que está condenado a permanecer en esa sensación de dolor e impotencia.

Inicialmente usted puede luchar para lograr lo que tanto ansía, y en ocasiones con una toma de conciencia y un trabajo interior contundente lo consigue. Sin embargo, no puede desconocer los condicionantes ocultos y la manera como cada uno interpreta cada vivencia. Cada miembro de su familia tiene un observador interno el cual condiciona a cada uno de los participantes de cada relación. El trabajo más complejo es aceptar que todos están en evolución permanente y que no depende de usted la transformación del otro.

¿Qué pasa entonces cuando sus expectativas chocan con su realidad? Aumenta entonces su frustración y su desesperación. Una discusión con algún miembro de su familia, le puede causar una crisis emocional y unas heridas profundas difíciles de sanar. Este proceso de desapegarnos con amor de nuestros familiares, puede llevar años. Aprender el manejo de las emociones es cada vez más complicado, cuando por la cercanía y el amor, aumenta el dolor en medio del conflicto.

Usted no puede controlar cómo reacciona la otra persona, tampoco es efectivo tratar de que actúen como usted espera, pero sí puede elegir cómo usted regula y controla sus emociones. Esto lo convierte en una persona emocionalmente inteligente. Desengancharse de las corrientes de hostilidad en las que muchas de las familias se ahogan hoy en día, es la mejor opción.

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Puede amar a su familia, y a la vez decidir no cargar el equipaje emocional que no le pertenece, puede luchar por que reine un espacio de paz y armonía, pero también rechazar sus esfuerzos por manipularlo, controlarlo o producir en usted sentimientos de culpa.

Aprender a ser asertivo con los miembros de su familia, sin ser agresivo y aprender a fijar límites, es lo que le dará la libertad que necesita para romper las cadenas de las que usted mismo se ha hecho preso. Para lograr la estabilidad que tanto anhela, lo primero es no negociar con su dignidad, usted debe ser quien pone las condiciones de respeto y cordialidad, para que la relación que usted tanto desea fluya. Después de entrar en este intercambio de afectos y deseos, debe hacer un primer trato con usted mismo, en el que su bienestar emocional y su tranquilidad primen por encima de todo.


Una vez haya establecido estas reglas con usted mismo y después con ese miembro de su familia con quien desea llegar a una relación armónica, es necesario iniciar un diálogo pausado y amoroso. Primero exprese lo que usted piensa, después ese pensamiento bájelo a su corazón, para decirle lo que usted siente y por último exprese claramente lo que usted necesita. Recuerde que no es una exigencia, es una petición, esto denota un asertivo lenguaje no violento.

Si ha tenido situaciones de conflicto anteriormente a este acercamiento, le aconsejo iniciar el diálogo en una posición de apertura emocional y humildad, por medio del cual usted le dice a la persona que si en algún momento del pasado, sus palabras o sus acciones no fueron las que esa persona esperaba, o si le causaron heridas que aún están activas, usted se excusa por esos hechos y pide perdón.

La actitud de arrogancia construye muros difíciles de derribar, es necesario pedir perdón aún por aquel daño que no sabemos que causamos. En algunos casos estos intentos no dan fruto y lo pueden conducir a mayor frustración y a mayor sufrimiento. Si es este el caso y usted ya ha intentado muchos acercamientos, abriéndose más la brecha y haciéndose más honda la herida, es el momento de realizar a conciencia y con una profunda decisión de aceptación el siguiente ejercicio:

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Imagine que usted está en un aeropuerto, y está llegando de un viaje difícil y pesado con estos miembros de su familia. Están todos cansados agotados y con ganas de tener un espacio de serenidad. Están todos frente a la cinta de las maletas y cuando empieza a salir el equipaje usted por amor, empieza a cargar todas las maletas de los miembros de esta travesía. Cuando usted se da cuenta tiene a sus espaldas y bajo sus brazos 5 o 6 maletas, las cuales tienen rótulos con los nombres de cada uno de sus propietarios. En ese momento usted se detiene agotado ya sin fuerzas, pone las maletas en el piso y busca el rótulo con el nombre de cada dueño, el de sus hijos, el de sus padres, el de sus hermanos, cuñados, suegros etc.

Toma entonces con decisión cada una de estas maletas y una por una, la devuelve a su dueño. Mira a esa persona a los ojos y le dice por su nombre tomándole la mano, “yo te quiero, pero en este momento decido entregarte tu maleta, ya que me es muy pesada y no me corresponde cargártela, puedo ayudarte un rato, puedo acompañarte, pero la responsabilidad es tuya, pues el equipaje que lleva dentro lo empacaste y lo elegiste tú; debes hacerte responsable de su peso”… Le da un abrazo y se retira con amor, sintiéndose más liviano para salir de ese aeropuerto a su propia vida, cargando exclusivamente sus maletas, solo con el contenido emocional que usted eligió.

Liberarse de la responsabilidad autoimpuesta de cargar el equipaje emocional que no le corresponde, hará que aún en la distancia haya paz en su familia. Elegir alejarse de aquel miembro tóxico de su familia que lo atropella y lo lastima, es a veces el único camino que le queda pare proteger su integridad emocional. Cuando una persona tóxica le bota su basura, usted decide si la hace suya, solo usted decide lo que entra en su interior y lo contamina.

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Mi píldora para el alma de esta semana: Practique la higiene interior diariamente, así su equipaje emocional se hará más liviano y su corazón se hará libre, para alcanzar la plenitud que tanto desea.

*Logoterapeuta. www.paulalopez.com  /instagram @paulalopezes.