DE LOS 20 A LOS 50 AÑOS

Cada década de vida trae sus propias satisfacciones y también sus propios achaques. Pero no todo el proceso de envejecimiento está determinado. Existen estrategias para hacer que los años pesen menos.

24 de enero de 1994

CADA AÑO, A LA PAR CON EL BAlance de los 12 meses que terminan, se echa una mirada hacia el futuro. Y a medida que aumenta la edad, aparecen los temores acerca del proceso de envejecimiento. Pero los investigadores han establecido que, si bien existen cambios biológicos característicos en cada década, no todos son inevitables. La gran mayoría se pueden prever, minimizar e incluso evitar.
Es más: lo peor del envejecimiento está en el concepto negativo que se tiene de este proceso que, para algunos enten- didos, es más aprendido que biológico. El hombre, especialmente el occidental, recibe desde niño millones de mensajes que le enseñan que su destino es deteriorarse física y mentalmente. Pero se ha visto que en algunas sociedades primitivas, donde esta convicción no está presente, la gente parece inmune a los signos de envejecimiento. La verdad es que experimentar más pronto o más tarde los cambios relacio- nados con la edad depende de una variedad de factores. Los más importantes son los genéticos.
Sin embargo, no todo está determinado. Gran parte del bienestar de esos años depende también de los hábitos personales. Y si los mayores cambios en el organismo ocurren en las décadas de la mediana edad, es decir de los 30 a los 50 años, las evidencias sugieren que nunca es tarde para empezar a cambiar y optimizar cada decada.
BELLEZA
20 AÑOS-
LA PIEL, el pelo y la figura están en su mejor etapa. Durante esta década se puede sacar ventaja de que la juventud permite un bajo mantenimiento para ensayar atuendos, peinados y maquillajes osados. La juventud aguanta todo y tanto los colores dramáticos como los estilos lanzados tienden a favorecer. Además, el estilo de vida le pueden permitir todo tipo de experimentos (a medida que los años pasan, la prioridad será el estilo propio). No tema al maquillaje lanzado y los colores iridiscentes; ahora es cuando mejor lucen. La piel tiene su frescura natural. Por tanto, no es necesario utilizar base de maquillaje, a menos que sea demasiado seca. Por causas hormonales el organismo sufre ocasionales descompensaciones que pueden ser aumentadas por exceso de cremas. No olvide la protección solar cuando practique deportes. Esta medida de prevención le dará a su piel muchos más años sin la aparición de arrugas y manchas.
30 AÑOS
DURANTE ESTA década, la vida, la figura y la piel cambian dramáticamente, lo que implica hacer algunos cambios. Tome ventaja del hecho de que ya sabe lo que le gusta y lo que le va bien, porque una vida más ocupada (con familia, trabajo y compromisos) le exigirá una rutina de belleza más simple pero tambien más compleja. A los 30 ya se está ejerciendo una profesión y le conviene haber adoptado ya un estilo propio.
Enfoque los cuidados del rostro al área de los ojos. La delgada piel alrededor empieza a sufrir resequedad. Por tanto, las cremas para los párpados son indispensables, especialmente si usa demasiado maquillaje. También pueden aparecer sutiles cambios en el tono de la piel. Las bases de color pueden ayudar a corregir manchas o imperfecciones. Empiece a usar cremas humectantes si su piel es seca. La renovación celular es mas lenta y la piel se torna más aspera. Igualmente aparecerán las líneas de la sonrisa y las arrugas producidas por los excesos de sol.
40 AÑOS
LA PROTECCION natural contra los efectos del sol disminuye notoriamente. La piel pierde elasticidad y los músculos del rostro se hacen flácidos. El uso de cremas hidratantes, regeneradoras y protecctoras solares está en alza. A esta edad la piel es más delgada y más seca, pero el estilo de belleza es más confiable. La regla de oro en cuanto a maquillaje debe ser minimizar la resequedad de la piel y mostrar sus rasgos desta- cados. Lo clásico es mejor que lo osado. ¿La razón? Un maquillaje acentuado en los ojos amplifica las líneas de alrededor y las bolsas en los párpados, fruto de la edad. Los tonos iridiscentes aumentan la apariencia resquebrajada de la piel. De ahí que las sombras mates sean más convenientes. No asuma que los tonos que le convenían en los 20 y 30 son lo mejor ahora. Algunas mujeres necesitan bases más ligeras a medida que envejecen. Más que maquillaje requerirá el soporte de cremás que ayuden a mantener la humedad e hidratación de la piel.
50 AÑOS
LA PIEL ya no tiene la protección de otras épocas y es más sensible la resequedad, inducida incluso por cambios de temperatura. La falta de hormonas, luego de la menopau- sia, pueden aumentar el vello facial. También la fragilidad del cabello se acentúa en esta década, inducido también por el uso de tintes. La pérdida de cabello puede ser un problema durante y después de la menopausia por desbalance hormonal. Llevarlo corto ayuda a fortalecerlo, al igual que los masajes y tratamientos regulares.
Es el momento en que los cuidados que se han tenido en el pasado empiezan a rendir sus frutos. El acento del maquillaje debe estar en los labios. También utilice lápices para marcar el contorno, ya que hoy son más delgados que hace una o dos décadas.
Piense en los tonos tierra en lugar de los azules y verdes, y en las sombras y líneas sutiles en lugar de las líneas exageradas. Tenga cuidado con la utilización de polvos faciales, los cuales pueden acentuar la apariencia reseca de la piel.
SALUD
20 AÑOS
EN LOS 20 se cuenta con un organismo saludable y un cuerpo resistente al uso y al abuso. Pero esto no significa que sea invulnerable. Es el mejor momento de adquirir buenos hábitos, pues este es un período en el cual no solo se basará gran parte de la salud del futuro, sino que tiene importantes aunque imperceptibles cambios. El cerebro está en su mejor etapa creativa e intelectual, pero es importante saber que, en promedio, los problemas depresivos empiezan en los 20 y hay un alto riesgo de adicción a las drogas y el alcohol. El corazón y los pulmones alcanzan su máxima capacidad. Tanto los músculos como los huesos se encuentran en su mejor forma. Hay elasticidad y fuerza, pero, si no se ejercitan suficientemente, esta capacidad se va perdiendo.
A los 20 se puede ver el ejercicio simplemente como una forma de perder calorias, pero empezarlo a esta edad significa también aumentar su longevidad y disminuir el riesgo de enfermedades crónicas. A más corto plazo, si una mujer consigue un buen estado físico en sus 20, no tendrá que preocuparse por su figura en sus 30. Además, es en esta época cuando se obtiene provecho del ejercicio más que a cualquiera otra edad. Estos son los años en los que se alcanza el máximo de masa muscular, y, por consiguiente, más bajo riesgo de desarrollar osteoporosis posteriormente. Perder peso en esta etapa de la vida es más sencillo. No obstante, es necesario ser realista en las metas: una pérdida exagerada puede conducir a irregularidades menstruales o incluso anemia con sus nefastas consecuencias.
30 AÑOS
A LOS 30 se ingresa a la década más ocupada de su vida, es decir, la etapa de mayor estrés a causa de las responsabili- dades del hogar, el trabajo y los hijos. Por eso el ejercicio y el manejo del tiempo libre son mas importantes que en otras décadas. Es esta la edad en la que se inician los problemas de sobrepeso. El metabolismo declina gradualmente cada año a partir de esta edad. La mayoría de las mujeres, a los 30 años, empieza a ganar al menos cinco libras por década. Esos excesos comienzan a acumularse especialmente en caderas y muslos. Los pulmones comienzan a perder elasticidad. La cavidad toráxica disminuye en tamamo, conduciendo a un declive del 7.5 por ciento en la capacidad aeróbica por cada década. Un programa de ejercicio y una dieta baja en calorías ayuda reducir grasa y construir músculo.
La densidad ósea alcanza su máxima capacidad cerca de los 35 años. Despues de esto los huesos se pierden más rápido de lo que se construyen. Tambien se inicia la pérdida paulatina de músculo (a los 70 años casi el 30 por ciento de la masa muscular se habrá perdido). Es importante, asimismo, asegurar un consumo adecuado de calcio para prevenir la osteoporosis.
La flexibilidad debería ser la más grande prioridad en esta década, es la edad en que el dolor de espalda hace su temida aparición, probablemente como efecto acumulativo de los años pasados sentada al frente de un escritorio. La escogencia de una actividad deportiva puede significar una gran recompensa para un cuerpo y una mente en los 30.

40 AÑOS
EL EJERCICIO y lOS buenos hábitos alimenticios pueden mejorar su calidad de vida. Hay una evidencia de que los males relacionados con el envejecimiento --cancer, enfermedad coronaria, alta presión arterial, diabetes y osteoporosis-- no son tanto consecuencias de la edad como del sedentarismo. Así que, si no lo hizo antes, es hora de entrar en acción. Es el momento preciso de olvidarse de los ascensores y elegir las escaleras. En la etapa premenopáusica, los kilos se acomodan facilmente en el cuerpo. Es difícil perderlos única y exclusivamente con dietas. Hay que hacer ajustes sobre un programa de ejercicio porque, si este no se hace en forma regular y con planeación anticipada, sus beneficios desaparecen pronto. Igualmente hay que tener en cuenta que es en esta década cuando se es más propenso a diversas lesiones si no se practica en forma adecuada.
En materia de salud es hora de cuidar el colesterol, ya que sus niveles aumentan a medida que se acerca la menopausia. Del mismo modo, es necesario de mejorar los hábitos alimenticios, dejar de fumar, hacer ejercicio y aumentar el consumo de calcio porque en esta década tambien se acelera la pérdida de hueso, debido a las caídas en los niveles de estrógenos durante la última década anterior a la menopausia.
No obstante, para la gran mayoría de las mujeres esto no ocurrirá sino hasta la siguiente década.
50 AÑOS
NUNCA ES tarde para adoptar buenos hábitos alimenticios y una rutina de ejercicios. Sin embargo, durante esta década es necesario un chequeo médico regular para prevenir algunos problemas. Es conveniente revisar la posibilidad de un suple- mento hormonal después de la menopausia, ya que la caída de los niveles puede traer diversos problemas que van desde la hipertensión arterial hasta la pérdida del cabello (despues de los 55 la mitad de las mujeres sufren de hipertensión.) La desaceleración del metabolismo, que comenzó en los 20, puede llegar a ser más notoria ahora, conduciendo a un aumento del porcentaje de grasa corporal (el cual tiende a alcanzar su nivel más alto en esta década) y a disminuir el número de calorías que usted necesitaba anteriormente. Permanecer en el peso adecuado, limitar el consumo de alcohol, dejar de fumar (si es que no lo hizo en la década anterior), realizar ejercicio regular y asegurarse de obtener en su dieta las cantidades adecuadas de minerales -calcio, magnesio y potasio, especialmente-. La razón para tales precauciones es que durante el primero de los dos años siguientes a la menopausia la pérdida de hueso se acelera a una rata del 2 por ciento anual. En los ocho años siguientes este deterioro baja a uno y 0.5 por ciento anual.
Es importante prestar mayor atención a los problemas de salud que surgieron en las décadas anteriores ya que en esta podrían reaparecer y acentuarse.
SEXO
20 AÑOS
EN ESTA década los niveles de las hormonas sexuales aumentan dramáticamente; pero ahora el estrógeno y la progesterona actúan en concordancia con su cerebro y otras hormonas, llevando el ritmo del reloj biológico. Además, los niveles de la hormona que incentiva el deseo sexual, la testosterona, y sus parientes, los andrógenos--que son producidos por la mujer en pequeñísimas cantidades--, aumentan durante la ovulación. Los estudios muestran que muchas mujeres presentan un más fuerte deseo sexual en el punto medio del ciclo menstrual.
Pero gracias a las hormonas, también experimentan los síntomas del llamado síndrome premenstrual, aunque sólo en un 5 por ciento de las mujeres estos son muy fuertes.
Durante esta década las oportunidades de concebir son excelentes (menos del 2 por ciento de las mujeres de esta edad tienen problemas que causen infertilidad). El organismo está en la mejor forma para llevar adelante un embarazo.
En cuanto a la anticoncepción, la mitad de las mujeres en sus 20, sexualmente activas, que utilizan métodos anticonceptivos, toman la píldora. Esta contiene bajas dosis de estrógeno artificial y progestina. Algunas liberan la misma cantidad de hormonas cada día y otras imitan un ciclo natural; pero todas previenen la ovulación.
30 AÑOS
A MEDIDA que la vida de la mujer se vuelve más activa, las hormonas sexuales empiezan a llamar más la atención. En cuanto al sexo, mientras más, mejor. En los 30 el deseo es aún motivado por la testosterona y los andrógenos. Las mujeres que tienen relaciones sexuales regulares poseen aparentemente buenos niveles de salud ya que el sexo, por lo menos una vez a la Semana, eleva los niveles de estrógeno en la corriente sanguínea.
Dado que los altos niveles de estrógeno promueven la fertilidad, la mujer en esta década está disponible para la concepción. Solo el 6 por ciento de las mujeres en esta edad tiene problemas médicos que pueden causar la infertilidad. Para finales de los 30, la estadística sube al 12 por ciento. Pero la posibilidad de concebir gemelos se eleva porque los ovarios liberan algunas ve- ces
Entre ellas la de ás de un óvulo al mismo tiempo.
En esta edad solo una de cada cinco mujeres que sigue un método anticonceptivo usa la píldora. A finales de esta década, una gran mayoría ha sido sometida a una histerectomía o una cirugía de esterilización. Otras dejan de usar la píldora por temor a aumentar el riesgo de infarto. Sin embargo, pueden ser infundados porque las píldoras de hoy en día tienen un nivel bajo de estrógenos.
A mediados de esta década los niveles hormonales empiezan a disminuir ligeramente hasta la menopausia. Ahora más que nunca se necesita ejercicio y nutrición apropiada para estar saludable. Durante la mitad o finales de los 30 los síntomas del síndrome premenstrual pueden empeorar de un momento a otro. Y todo tal vez porque en estos años la fluctuacion hormonal cambia ligeramente. El aumento del estrés juega del mismo modo un papel para que las mujeres sean más susceptibles a sufrir los dolores de cabeza y a la irritabilidad.
40 AÑOS
LA VIDA sexual en los 40 tiende a ser más activa que nunca porque muchas mujeres ya no tienen las preocupaciones de un embarazo indeseado; sin embargo, hay posibilidades de que durante los primeros años de la década de los 40 una mujer sea todavía fértil.
Esta es también una década de vaivenes hormonales. La perimenopausia--la etapa de ajuste de uno a siete años antes de la menopausia--, está en camino. Durante este período el inventario de óvulos de la mujer ha terminado y la liberación de estrógeno se vuelve errática. Al acercarse el final de la década habrá meses en que no ovula, así que no produce progesterona y, en consecuencia, no hay menstruación.
Pero las fluctuaciones de estrógeno no disminuyen los deseos sexuales, debido a que los ovarios de la mayoría de las mujeres todavía producen una buena calidad de testosterona, la principal instigadora del deseo sexual. Las mujeres a quienes les han tenido que extraer los ovarios y cuyo deseo sexual sienten dis- minuir, pueden recibir suplementos de testosterona. Diversos estudios muestran que, a través de esta década, las mujeres mantienen el mismo interés en el sexo que siempre han tenido.
Aunque hasta ahora nadie ha podido explicar exactamente por qué algunas mujeres que atraviesan por la premenopausia sufren oleadas de calor (afligen al 85 por ciento), intempestivas ganas de llorar, insomnio, picazón de la piel y sudores nocturnos, se ha visto que, mientras algunas rara vez lo sufren, otras lo sienten en tal intensidad que esto afecta su calidad de vida. Y al parecer esto toca más a las flacas que a las gordas. Muchas mujeres guardan en las células grasas una reserva natural de estrógeno que las hace menos expuestas a sufrir los desagradables síntomas de la premenopausia.
50 AÑOS
LA PROFUNDA influencia que las hormonas sexuales ejercen en casi todo el organismo femenino generalmente pasan inadvertidas durante las décadas anteriores. La mayoría de las mujeres sólo aprende sobre su importancia cuando llega la menopausia y debe decidirse acerca de tomar o no los suplementos hormonales. El promedio de aparición de la menopausia es a los 51 años. Pero dejar de menstruar no es una enfermedad. Es solo el final de la ovulación, no de la vida sexual.
No obstante, este cambio es importante para la salud femenina. A medida que los ovarios producen menos estrógeno, se presenta también una disminución en la masa ósea. Durante el primer año después de la menopausia la pérdida de hueso se acelera a una rata del 2 por ciento anual. Durante los ocho años siguientes el deterioro es del uno por ciento por año y, después, del 0.5 por ciento anual. Muchos médicos creen que si una mujer empieza a tomar suplementos de estrógeno, puede prevenir una signi- ficativa cantidad de pérdida ósea.
Esta pérdida de estrógeno también reduce su protección contra las enfemedades del corazón y la osteoporosis. Por eso se recomiendan los suplementos, no solo por unos años sino por el resto de la vida para prevenir enfermedades. Pero esta es sin duda una de las decisiones de salud más importantes que una mujer afronta, por- que aquellas que hoy comienzan un tratamiento de estrógeno entran en un territorio aún desconocido. No se ha establecido con exactitud si la progesterona tomada junto con el estrógeno para protegerse del cáncer endometrial puede minar la protección del estrógeno contra las enfermedades cardíacas. Tampoco se ha deter- minado la participación del estrógeno y la progesterona en los riesgos de cáncer del seno.