"Los oncólogos no permitiríamos que una mujer con este diagnóstico no fuera tratada" : Doctor Sebastián Quintero | Foto: ingimage

SALUD

¿Por qué las mujeres con cáncer de seno optan por no tratarse?

Cada vez más mujeres con esta enfermedad en estadios muy tempranos contemplan no someterse a radiación ni cirugías ante nueva evidencia de que sería innecesario.

17 de octubre de 2015

Detectar el cáncer a tiempo ha sido un objetivo primordial de los oncólogos, debido a que un diagnóstico precoz siempre garantiza una mayor supervivencia del paciente. Para descubrirlo a tiempo se inventaron las mamografías, y han dado buenos resultados. Según la American Cancer Society, cada año aparecen por lo menos 60.000 casos de lesiones muy pequeñas conocidas como carcinoma ductal in situ (DCIS, por su sigla en inglés). Otros se refieren a él como cáncer de seno estadio 0.

Se trata de células anormales que, formadas en los ductos mamarios, aún no se han propagado al tejido del seno. Muchos las consideran un precursor de potenciales tumores malignos, como sucede con los pólipos en el cáncer de colon. Se debate si estas células se deberían considerar cáncer ya que algunas de estas lesiones nunca generan riesgo. Para curarse en salud, el tratamiento ha consistido en extirparlas cuanto antes, ya sea con cirugía, radiación o con la remoción total del seno. Algunas mujeres se someten incluso a doble mastectomía para reducir al mínimo el riesgo, con lo que sacrifican el seno saludable también.

Lo lógico sería que las mujeres quedaran protegidas con la mastectomía. Pero un reciente estudio mostró que algunas mueren de este cáncer a pesar de haberse removido ambos senos. El trabajo, publicado en Journal Of American Medical Association Oncology, analizó durante 20 años el riesgo de muerte o de recurrencia de cáncer entre 100.000 pacientes diagnosticadas, la más amplia base datos en esta condición hasta el momento.

Steven Narod, especialista del Women’s College Research Institute de Toronto y autor del trabajo, concluyó que el riesgo de muerte para las tratadas agresivamente es de apenas el 3 por ciento, un porcentaje similar al que ostenta la población general que nunca ha sido diagnosticada con DCIS. Además, “los tres tratamientos tuvieron resultados muy parecidos”, dice.

El hallazgo atizó una vieja discusión sobre la posibilidad de que muchas mujeres estén recibiendo tratamiento excesivo o innecesario que desfigura lo que para ellas es su segundo órgano sexual. En otros estadios del cáncer esta medida no provoca dudas, pero sí en el caso de lesiones premalignas, que probablemente nunca se habrían convertido en cáncer. “Son mujeres que se sienten sanas en el momento del diagnóstico pero que deben enfermarse para curarse”, dijo a la revista Time Steven Katz, profesor de la Universidad de Michigan y experto en pacientes y toma de decisiones. Ante la nueva evidencia, lo que debería ser una gran noticia, pues se está logrando atrapar a este enemigo en sus etapas iniciales, está creando un dilema de marca mayor. Médicos y pacientes hoy se preguntan si estas lesiones son realmente cáncer o solo un factor de riesgo. “Si el tratamiento no produce diferencia alguna, ¿deben estas mujeres recibirlo?, ¿se les debe decir que tienen cáncer?”, señaló el diario The New York Times en un artículo.

El debate ha sido tan intenso, que hace un par de semanas salió en la portada de la revista Time, con un artículo que cuenta la historia de una mujer diagnosticada con DCIS a quienes sus médicos ofrecieron cirugía localizada o mastectomía, o cirugía y radiación. Ella optó simplemente por hacer una vigilancia juiciosa de cualquier cambio en el tumor mediante mamografías periódicas y tomar un medicamento para bloquear el estrógeno, considerado el combustible de los tumores de seno. Aunque muchos cuestionan su decisión, lo curioso es que cada vez más mujeres siguen ese camino motivadas por la evidencia de que extirparlo en estas etapas tempranas no ha disminuido la incidencia de cáncer invasivo.

El tema tiene divididos a los oncólogos. Narod, el autor del trabajo, favorece la idea de “no hacer nada” y explica que las personas de su estudio habrían muerto porque para el momento de la detección ya su cáncer se había propagado, mientras que las que sobrevivieron lo lograron debido a que el tumor nunca se iba a propagar. Barnet S. Kramer, de la división de prevención del National Cancer Institute de Estados Unidos, señaló a The New York Times que “el estudio es una prueba más de que es necesario hacer tratamientos menos agresivos”.

Pero no todos están de acuerdo. Lisa Rosenbaum, cardióloga de la Universidad de Pensilvania, cree que la peor conclusión que se puede sacar del estudio es que sea seguro no recibir tratamiento. Aún más, señala que otra posible interpretación para la baja mortalidad observada es que el tratamiento haya sido efectivo. Para Sebastián Quintero, oncólogo de la Liga Colombiana contra el Cáncer, la ausencia de una prueba que determine cuál lesión va a matar y cuál no, lleva a los médicos a tratar este cáncer agresivamente. “Ninguno de los mastólogos dejaríamos hoy que una mujer no fuera tratada ante este diagnóstico”, subraya.

Muchas mujeres tampoco lo permitirían pues a pesar de los avances y de la idea de que el cáncer es hoy una enfermedad crónica, solo mencionar la palabra genera terror. Así, muchas no solo quieren evitar riesgos, sino quitarse el problema cuanto antes. En ese sentido, el tratamiento genera un alivio psicológico que mejora la calidad de vida de la paciente.

De esta manera, algunos médicos ven el miedo como un buen consejero. Para la oncóloga Ana María Arias, “el cáncer es cáncer” y hay que hacer algo al respecto. Pero otros sugieren tomar las cosas con calma y no someterse de inmediato a tratamientos. Para ellos lo ideal sería analizar las opciones, pues todas tienen consecuencias a corto y a largo plazo. “Las mujeres tratadas por cáncer tienen menos posibilidad de conseguir trabajo, ganan menos y sus relaciones sufren. Además presentan complicaciones por esas cirugías”, dice Karuna Jaggar, directora de la Breast Cancer Action. Arias refuta esa posición pues, según ella, las técnicas quirúrgicas han avanzado mucho y hoy estos tumores se pueden extirpar de manera conservadora. En los casos en que la mastectomía es indicada “existe la posibilidad de hacer inmediatamente una reconstrucción”, dice.

Tanto Arias como Quintero piensan que esta discusión puede ser perjudicial en un país como Colombia, donde todavía muchos casos llegan en estadios 1 y 2, en los cuales el tratamiento y la supervivencia son diferentes. Por eso, insisten en que hay que seguir haciéndose la mamografía, pues el problema no es diagnosticar sino qué hacer con el diagnóstico. Para ello es preciso realizar más estudios que ayuden a determinar quiénes se benefician más con cuál tratamiento. Ya se vislumbran algunas pruebas, aunque todavía imperfectas, como la llamada Oncotype DX, que determina cuáles pacientes responderán a la quimioterapia. Otro examen podría establecer quiénes están en riesgo bajo, medio o alto de recurrencia de que el carcinoma in situ sea invasivo.

También hay que diseñar una investigación que compare los efectos en las mujeres que optan por la vigilancia y la terapia para bloquear estrógenos frente a las que se someten a un tratamiento. El consenso es que los pacientes analicen muy detenidamente sus opciones con sus médicos y traten de tomar decisiones informadas. Pero entre las posibilidades, los médicos rechazan la recomendación de no tomar acción alguna. En otras palabras, sigue siendo válido el adagio según el cual es “mejor prevenir que lamentar”.