DESASTRE EN GALAPAGOS

Informe exclusivo de SEMANA sobre el prolongado incendio en el archipielago de Galápagos

6 de mayo de 1985

El representante en Colombia de la World Society for the Protection of the Animals (WSPA), Alvaro Posada-Salazar, se trasladó a las islas Galápagos con motivo del incendio que hace cuatro semanas se desató en la isla Isabela, una de las más importantes del archipiélago, amenazando la valiosa fauna que la habita. Este es el testimonio que Posada-Salazar presenta de sus experiencias y que SEMANA publica en exclusiva.
Hace un mes la prensa internacional informó que en la isla Isabela, la mayor del archipiélago de Galápagos con una extensión ella sola de 4.500 kilómetros cuadrados, se había desatado un gran incendio. Dos semanas y media después, al momento de redactar esta nota, el fuego no había podido ser sofocado. Por el contrario, se estaba incrementando a una velocidad peligrosa. El archipiélago de Galápagos, compuesto por 13 islas mayores 17 pequeñas y 47 cayos (todo lo cual cubre un área de aproximadamente 8.000 kilómetros cuadrados) es conocido desde hace muchos años como uno de los patrimonios de la humanidad, dada la cantidad y calidad de su exótica fauna que incluye especies únicas en el mundo, como las famosas "tortugas galápagos", las cuales alcanzan a pesar entre 450 y 500 libras y de las cuales se asegura que tienen un promedio de vida de 300 años.
Con el propósito de constatar personalmente el incendio y sus implicaciones sobre la población animal, salí de Bogotá hacia Quito el 21 de marzo sin saber que viajar de la capital ecuatoriana a la isla lsabela sería una aventura.
Después de un día y medio de charlas en la cancillería ecuatoriana en el INGALA (Instituto Nacional Galápagos, que depende de la presidencia de la República), en la estación científica Charles Darwin y en la Fuerza Aérea Ecuatoriana, pude abordar un Hércules C-130 militar el sábado 23 de marzo, en el que eran transportados a las islas unos 100 soldados. El vuelo hasta Baltra duró 4 horas y media y una vez allí, tras larga espera, pudimos subir a un camión con Peter Arnold, experto forestal norteamericano y Pat Velasco, un forestar ranger de Arizona. Ya en Baltra, tomamos un ferry para alcanzar la isla Santa Cruz donde nos esperaba un bus que nos llevó por una carretera destapada y polvorienta a Puerto Ayora (ver mapa) donde quedan las oficinas del INGALA y la estación Charles Darwin.
Al día siguiente, Arnold, Velasco yo tomamos una lancha con destino a la lsabela. Fueron 8 horas de mar hasta Puerto Villamil, un pueblito donde volvimos a saltar a un camión llenc de suministros militares para los hombres previamente instalados en las faldas del volcán de Sierra Negra, donde se originó el incendio.
Una hora de viaje gastamos hasta llegar a un campamento cercano a la línea del incendio desde donde las estrategias antifuego eran coordinadas.
Cuando volvimos al campamento, el fuego que allí había sido sofocado se trasladó a la falda sur de la montaña, a dos horas a pie, en dirección hacia el puerto y a un lugar donde viven dos poblaciones de tortugas galápagos, de casi 250 ejemplares. En el campamento, las fuerzas especiales del ejército ecuatoriano se reunían con los científicos, los expertos norteamericanos, y con el personal del INGALA y del Charles Darwin. Las estrategias eran bien coordinadas por la AID y otros expertos norteamericanos en incendios forestales. Allí se determinó que la fauna en general, incluyendo ganado silvestre, algunos animales salvajes y las tortugas no estaban en peligro inminente y que el fuego, aunque se estaba extendiendo a una rata de dos kilómetros por día, podría ser detenido y controlado si el equipo necesario llegaba, como había prometido el gobierno.
Las noticias que del insuceso se han dado han sido, en la mayoría de los casos, exageradas y distorsionadas.
No obstante, el problema en realidad es muy serio. El incendio al momento de mi visita no había sido extinguido.
La linea de éste--según cálculos del campamento--era ya de 35 a 50 kilómetros de largo y había quemado totalmente una zona de 150 kilómetros cuadrados, es decir, un 3% de la isla.
El gran fuego se halla alrededor del volcán de Sierra Negra, que tiene un cráter de 9 kilómetros de ancho, y continúa expandiéndose, pero no hay peligro alguno de que pase de una isla a otra.
Dos buldozers y dos jeeps llegaron a la isla para abrir zanjas e impedir que el fuego se extienda y salte de un lugar a otro. Uno de los factores que ayudan al fuego es que en los últimos dos años no ha llovido, lo que hace que el terreno esté absolutamente seco. El cambio en la orientación de los vientos (que en algunas ocasiones alcanzan los 50 kilómetros por hora) también agrava la catástrofe. Además, la vegetación y la superficie son combustibles, ya que el terreno está formado por material volcánico y las rocas son en extremo porosas, lo que favorece la diseminación constante bajo el suelo del incendio. De noche, por ejemplo, parece como si las llamas se hubieran reducido y hasta desaparecido. Sólo se perciben columnas de humo, pero de día, a eso de las 10 de la mañana, las llamas comienzan a levantarse de nuevo y a las 2 de la tarde llegan a su punto más alto. Esta no es la primera vez que ocurre un desastre en las islas Galápagos, pero éste es, de lejos, el peor de todos los incendios de los que se guarda memoria. En junio de 1984, por ejemplo, 700 hectáreas cuadradas fueron arrasadas en la isla Isabela.
En 1900 había en las islas 15 diferentes especies de tortugas galápagos.
Hoy en día, sólo quedan 11, incluyendo el famoso "solitario George", el único ejemplar que subsiste en el mundo de la especie Pinta-Cerro Azul (Abingdoni Vician). De las que sobreviven, cinco especies son nativas de la isla Isabela, de las cuales sólo hay una en Sierra Negra. Esta es la llamada Elephantopus Gunther, la cual está compuesta por dos grupos que en total suman 250 individuos. Tal familia es muy difícil de localizar ya que se halla dispersa en un área muy extensa, además de que es muy arduo su transporte, dado el peso de cada ejemplar.
Si el incendio no puede ser controlado pronto, las autoridades del parque nacional evacuarán--según dijeron a este reportero--por helicóptero o por lancha, al menos a 5 machos y 10 hembras de cada una de las poblaciones para relocalizarlos en Puerto Villamil, hasta que el incendio haya terminado. Si después del desastre las condiciones del lugar no garantizan su bienestar, tales tortugas serán llevadas a la estación de reserva del instituto Charles Darwin para que allí se reproduzcan. Más tarde, las tortugas serán regresadas a Isabela, una vez las condiciones ambientales hayan vuelto a la normalidad.
Esta isla está cubierta en su mayor parte por árboles de guayaba y por un árbol endémico llamado scalezia.
Su fauna consiste, más que nada, en ganado salvaje (3.000 ejemplares aproxirnadamente), más perros, gatos, ratas, lagartos y algunas iguanas, fuera de las ya mencionadas tortugas.
De todas formas, a consecuencia del incendio algunos cerdos salvajes y pequeños pájaros han muerto mientras que los caballos y las cabezas de ganado están relativamente seguros más allá de la línea del fuego. -