La toma de conciencia no debe ser únicamente por parte de aquellas familias con un niño o adolescente diagnosticado con obesidad, sino que debe ser un proceso generalizado | Foto: Archivo particular

NUTRICIÓN

¿Cómo deben abordar los padres el peso sus hijos?

Según datos de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional, en Colombia uno de cada seis niños y adolescentes presenta obesidad o sobrepeso.

24 de junio de 2016

En el mundo actual, lleno estereotipos creados por la publicidad, es difícil ceder a la idea de que tener un cuerpo esbelto y belleza son la clave del éxito. Niños y adolescentes tienen que lidiar con esta presión a diario y algunos lo hacen, no solo en su ambiente escolar o social, sino también en casa.

Este es un tema espinoso de tratar, ya que compromete no solo la estabilidad física de los más jóvenes, sino también la emocional. Según un estudio publicado por la revista Eating & Weight Disorders, los comentarios de los padres sobre el peso de sus hijos, pueden ser un factor que predice comportamientos alimenticios dañinos años más tarde.

Apoyando esta idea, algunas investigaciones incluso han asociado los comentarios críticos de los padres sobre el peso, con un mayor riesgo de que aquellos etiquetados como “gordos” en la niñez, aumenten su masa corporal después de la adolescencia. Se intenta demostrar así que hay una conexión entre los sentimientos producidos por comentarios de los familiares, así sean bien intencionados, y efectos corporales sobre los adolescentes.

La terapeuta familiar María Esther Revelo, explica que cuando algún niño o adolescente presenta condición de obesidad generalmente es porque al interior de la familia hay malos hábitos alimenticios, se privilegian actividades laborales o escolares y no se incentiva el ejercicio. Pero aclara, “no solo es un asunto físico, sino que quizá está conectado con otras características de ese individuo o de la familia. Habría que revisar si hay temas de ansiedad, depresión o tensiones que potencien esta conducta”.

Pero, ¿cómo hablar del peso con los hijos sin hacer que se sientan mal? El primer paso es dejar de mencionar el tema, así se disminuye la presión sobre los chicos. También hay que ser cuidadosos con el uso del lenguaje, pues términos como “gordo” son peyorativos y afectan la autoestima de los jóvenes.

Después de eso, el camino es sencillo. Simplemente, se trata de promover la idea de una vida sana. “Toda la familia se debe comprometer en ayudar al niño a superar el problema. Por ejemplo, que todos hagan dieta y otras actividades para distraer al niño de la atención que le presta a la comida”, explica Revelo. “Que todos se vuelvan un equipo y se apoyen para que se tome conciencia, no solo al interior de la familia, sino en su entorno social y escolar”, añade.

Pero la toma de conciencia no debe ser únicamente por parte de aquellas familias con un niño o adolescente diagnosticado con obesidad, sino que debe ser un proceso generalizado, pues la obesidad infantil se está duplicando en países en vía de desarrollo. “Por medio de un proceso de negociación, implementar cambios en los hábitos como hacer una compra en el mercado de cosas nutritivas, o proponer actividades físicas en familia. Indagar qué les puede gustar para que no les resulte tan sacrificante”, asegura Revelo.

Esta es una recomendación generalizada frente a todos los niños y adolescentes, pues la obesidad en esta etapa es un factor de riesgo muy peligroso para la salud de los futuros adultos. “Está evidenciado que los niños con obesidad pueden desarrollar problemas como hipertensión. También puede aparecer diabetes tipo 2, que es la que le da al adulto y a largo plazo, problemas como enfermedades coronarias”, afirma la nutricionista- dietista de Gastronutriped, Luz Hidalgo.

“En casa lo ideal es tener alimentos de todos los grupos. Que en su mayoría sean naturales y evitar los industrializados, que tienen un aporte calórico más alto que no necesitan”, explica Hidalgo, y añade que es clave tener en cuenta tamaños de las porciones para cada grupo de edad y promover la actividad física diaria, para que los niños y adolescentes compensen lo que ingieren de energía con el ejercicio.