EL DERECHO DE NACER

Las insólitas historias de dos bebés desatan nuevas polémicas éticas y legales sobre la paternidad.

16 de abril de 1990

Una vez más, un juez tendra que meterse entre las sandalias del rey Salomón para dictar sentencia en un insólito juicio. Se trata de la demanda que una mujer blanca ha entablado contra un banco de esperma porque el bebé que acaba de dar a luz no es hijo biológico de su esposo. Su prueba es irrebatible: el bebé es de raza negra.
Hace un tiempo, ante el diagnóstico de cáncer, una pareja de raza blanca decidió recurrir a un banco de esperma para congelar el semen,-con la esperanza de tener después un hijo. Cuando el hombre murió, la mujer se sometió a una inseminación artificial.
Pero en el momento del nacimiento del bebe, la sorprendida madre se encontró con que, por una inexplicable equivocación, su óvulo había sido fecundado con el semen de un donante de raza negra. El caso, que sucedió en Houston y salió a la luz pública la semana pasada, viene a sumarse a la serie de escándalos que cada cierto tiempo ponen sobre el tapete el polémico tema de la reproducción artificial.
En la última década, los vertiginosos avances científicos en materia de reproducción --inseminación artificial, bebé-probeta, transferencia de embriones y los controvertidos y menos científicos métodos de alquiler de úteros--han convertido a la paternidad en un tema frecuente de discusión ante los tribunales jurídicos y éticos. Hace tres años el tema fue la congelación de embriones, cuando una insólita situación se presento en el Hospital Reina Victoria de Melbourne: una pareja que había acudido para un tratamiento de fertilización in vitro pereció en un accidente, mientras sus dos embriones fertilizados quedaban en la cámara congeladora. El dilema de los médicos, implantarlos en el útero de otra madre o interrumpir el proceso de una vida ya iniciada, desato una amplia controversia. Más recientemente, alcanzaron resonancia mundial los casos de madres sustitutas. Un juicio de varios meses por la custodia de una niña, que la madre sustituta se negó a entregar al padre biológico, puso al descubierto los inmensos vacíos que en esta materia existen en la legislación. Ahora, el error o el descuido en un banco de esperma pone de presente los insospechados problemas que la inseminación artificial puede crear. Y mientras las autoridades se devanan los sesos para dictar sentencia y determinar las implicaciones morales, legales y sicológicas de cada caso, las situaciones a dirimir parecen ser cada vez más complejas.
Pero los escándalos no se limitan a los bebés-probeta o el alquiler de úteros. En este momento, los avances en biogenética han dado origen a una situación que empieza a dividir a los especialistas y a la opinión publica norteamericana: una pareja ha decidido tener un hijo para salvar a otro. El proximo mes de abril, una mujer de 43 años dara a luz a una niña que ha sido expresamente concebida para convertirse en donante de su hermana enferma. El caso, que plantea un nuevo interrogante sobre los derechos de la vida, empieza a tener resonancia internacional. "Una cosa es que un padre este dispuesto a dar la vida para salvar a un hijo, y otra muy distinta es "crear" una nueva vida para hacerlo", señalan alarmados algunos comites de ética médica.
La historia comenzó hace dos años, cuando Abe y Mary Ayala, una pareja de origen latino, residente en los Estados Unidos, recibió la terrible noticia de que su hija Anissa, de 17 años, sufria una violenta forma de leucemia. Según los médicos, la única esperanza de prolongar su vida consistía en realizar un trasplante de médula ósea. Aunque los padres y su hermano Airon, de 19 años, estaban dispuestos a servir de donantes, los examenes indicaron que ninguno de los tres poseía un tejido compatible con el de Anissa. La familia inició entonces una infatigable busqueda que un año después, había sido infructuosa. Ante la desesperada situación, Mary propuso a su esposo tener otro hijo. Desde el punto de vista genético, había una posibilidad entre cuatro de que el futuro bebé tuviera una médula ósea compatible con la de su hermana.
La idea de un bebé-donante no sólo supera todo cuanto ha sucedido en la última década en materia de biotécnica y obstetricia sino que, en el caso de los Ayala, el plan constituía un juego de probabilidades que, sumadas, convertían esta alternativa en una esperanza cada vez más remota. Ese 25% de probabilidades de que su tercero tuviera una médula ósea geneticamente compatible con la de la hermana no era el único factor en juego. Abe, de 45 años, se había sometido 16 años atrás a una vasectomía. Revertirla es una posibilidad que sólo se logra en el 50% de los casos. Pero aun si la operación resultara exitosa Mary, de 43 años, debería enfrentar otro obstáculo: a esa edad la posibilidad para una mujer de concebir un hijo es solo del 70% y existe un riesgo relativamente alto de tener un bebé con problemas de mongolismo.
Contra todos los pronósticos, la pareja siguió adelante con su decisión. Mientras no se encontrara un donante apropiado, su plan era el único y el último recurso para salvar la vida de Anissa. Lo que sucedió después supero todas las cábalas posibles. Abe se sometió a la cirugía y finalmente, en agosto del año pasado, Mary supo que estaba embarazada. Como si esto fuera poco, hasta el momento los examenes prenatales indican que el bebé, una niña, posee un tipo de tejido genéticamente compatible con el de su hermana enferma Con el trasplante, Anissa tiene un 70% de probabilidades de curarse.
La historia del "bebe milagro", como ha sido llamado por la prensa, parece precipitarse hacia un final feliz. Pero, desde el punto de vista ético, no es propiamente un cuento de hadas. El precedente de un bebé concebido para servir de donante empieza a plantear numerosos interrogantes, que parecen pertenecer al ambito de la ciencia ficción. ¿Qué sucedería en el caso de que los examenes del feto mostraran que no es medicamente apropiado? Los padres pueden sentirse tentados a abortar y tratar de nuevo, señalan algunos. ¿Puede un ser humano utilizarse como medicina de otro? En el caso del mal de Parkinson, por ejemplo, cuando se sabe que un trasplante de tejido fetal puede ayudar a las víctimas, ¿se concebirán bebés para salvar otras vidas?
Mientras la controversia se agita, lo cierto es que a los seis meses la pequeña Marissa Ayala estará en una sala de operaciones porque sus padres determinaron que su riesgo se compensa con el beneficio que su hermana probablemente reciba. La pregunta es: ¿tienen los padres derecho moral y legal para tomar semejante decisión? Esa respuesta, como muchas sobre el tema, aún está en el aire.
EL BEBE MILAGRO
Cuando los Ayala decidieron salvar a un hijo concibiendo otro, tenían muy pocas probabilidades de éxito:
Probabilidades de hacer reversible la vasectomía para obtener un embarazo. 50%
Probabilidades de tener un hermano con médula ósea genéticamente compatible 25%.
Probabilidades de concebir para una mujer mayor de 40 años 70%
Probabilidades de curación de la leucemia con un trasplante de médula ósea (en este caso). 70%