EL ESTROGENO: ¿LO TOMA O LO DEJA?

Al llegar a la menopausia, la mujer debe decidir si sigue o no una terapia de reemplazo hormonal. ¿Cuáles son los riesgos y cuáles los beneficios?

14 de marzo de 1994

ESTROGENO ES UNA palabra que entra a formar parte del lenguaje diario de la mujer al final de los cuarenta. Esa pequeña hormona que el organismo deja de producir al llegar la menopausia, ha reemplazado los temas tradicionales -el servicio, los hijos, las dietas, las arrugas y el sexo- en los corrillos de mujeres pre, post y menopáusicas. Tomar estrógeno o no, durante y después de la menopausia, es una decisión que toda mujer debe enfrentar en la mediana edad.
La preocupación es de tal magnitud que en los últimos años tres libros sobre el tema se han convertido en best-sellers: El Pasaje silencioso, de Gail Sheehy; El Cambio, de Germaine Greer, y La Fuente de la Edad, de Betty Friedan. El asunto por discutir es si la menopausia es una enfermedad que requiere intervención médica o, por el contrario, un proceso natural que debe simplemente dejarse pasar sin tratamiento. El dilema es que las posiciones frente a la terapia de reemplazo hormonal son tan variadas que para una mujer no es fácil establecer un balance adecuado sobre riesgos y beneficios.
Hasta hace tres décadas la terapia de reemplazo de estrógeno era prescrita para aliviar las molestias temporales de la menopausia -oleadas de calor, sudores nocturnos, insomnio, jaqueca y repentinos cambios de humor-, los cuales son experimentados por muchas mujeres de entre los 45 y los 55 años. Pero recientemente la ciencia médica ha visto la terapia hormonal como un prometedor recurso para reducir las enfermedades crónicas en las mujeres de edad. Esto ha llevado a que muchos ginecólogos hayan decidido prescribirlo en los últimos años a sus pacientes menopáusicas.
La pregunta es por qué -según estadísticas estadounidenses- sólo una de cada cuatro mujeres mayores de 50 toma un suplemento hormonal. La respuesta es contundente: por sus efectos colaterales. Hace 20 años había una advertencia casi generalizada para que las mujeres de mediana edad sustituyeran su deficiencia natural de estrógeno, como una forma de evitar males crónicos, y la pérdida del deseo sexual. Pero una década más tarde, cuando ya millones de mujeres estaban usando suplementos hormonales, llegaron las malas noticias: las mujeres que tomaban estrógeno tenían ocho veces más riesgo de sufrir cáncer uterino y podían aumentar también su riesgo de padecer cáncer de seno.
Repentinamente los días de gloria del estrógeno pasaron. No obstante, a comienzos de los años 80 se descubrió que agregando progestina -una forma sintética de la hormona progesterona- al régimen de estrógeno se eliminaba el riesgo de cáncer uterino. Y estudios preliminares sugirieron igualmente que el estrógeno puede bajar significativamente en la mujer el riesgo de sufrir osteoporosis o problemas cardiacos. Lo que hacen los ginecólogos, a la hora de prescribir una terapia hormonal de reemplazo, es establecer los potenciales riesgos y los potenciales beneficios para cada paciente. Esto seguirá así mientras se realizan mayores investigaciones sobre el tema. Aunque algunos estudios a gran escala ya se han iniciado en Estados Unidos, la respuesta tardará varios años. Hoy por hoy las mujeres menopáusicas se enfrentan al dilema de tomar o no la terapia de reemplazo hormonal. Las siguientes son las pautas que han dado los expertos para ayudar a las mujeres, junto con el médico, a tomar la decisión:

CONSIDERE TOMAR UNA TERAPIA DE REMPLAZO HORMONAL SI...
* Los síntomas de la menopausia están afectando negativamente su vida. El estrógeno alivia las molestias oleadas de calor y la resequedad vaginal.
* Ha tenido una histerectomía. Como las mujeres a quienes les han extraído el útero no están en riesgo de sufrir cáncer uterino, pueden tomar estrógeno sin preocuparse de que el efecto protector sobre el corazón se afecte. En estas mujeres los beneficios potenciales en la prevención de la enfermedad cardiaca son más importantes que un posible aumento del riesgo de cáncer de seno.
* Si tiene alto riesgo de sufrir enfermedad cardiaca. El simple hecho de estar en la posmenopausia significa un alto riesgo para la mujer de problemas cardiacos. Si tiene un solo factor adicional de riesgo -es decir, si fuma, tiene alta presión arterial, diabetes, un nivel de colesterol HDL bajo, o historia familiar de enfermedad cardiaca- probablemente obtendrá más beneficios que riesgos de la terapia hormonal.
* Si tiene alto riesgo de sufrir osteoporosis. Las mujeres de raza blanca (caucásicas), delgadas, quienes fuman o beben demasiado, y tienen una temprana menopausia o una historia familiar de osteoporosis están en más alto riesgo de padecer la enfermedad. El estrógeno aminora o incluso detiene la pérdida ósea.

PIENSE DOS VECES ANTES DE SEGUIR UNA TERAPIA HORMONAL SI...
* Tiene una historia familiar de cáncer de seno. Aunque aún no se ha dicho la última palabra acerca de si la terapia hormonal aumenta considerablemente el riesgo de la mujer, muchos ginecólogos se cuidan de prescribirla a aquellas mujeres cuyas madres o hermanas han sufrido cáncer de seno antes de la menopausia.
* Si tiene fibromas uterinos. El estrógeno aumenta el tamaño de estos tumores benignos.
* Si sufre flebitis, problemas hepáticos o enfermedad tromboembólica.
El tiempo durante el cual se debe tomar la terapia de reemplazo hormonal depende de cuáles hormonas toma y para qué las toma. Si es para aliviar los síntomas de la menopausia, probablemente sea suficiente con dos o tres años. Pero si la terapia de reemplazo de estrógeno es considerada como una significativa forma de bajar los riesgos cardiovasculares, probablemente necesite tomarla por mucho más tiempo. Si la mayor preocupación es la osteoporosis, los investigadores recomiendan tomarla durante siete años cuando menos. Muchas mujeres la toman incluso por varias décadas después de la menopausia.