MEDIO AMBIENTE

El lago de Tota, el más contaminado del mundo, ahora amenazado por el petróleo

El pasado mes de julio, el lago de Tota fue seleccionado por la Red Mundial de Humedales como uno de los ecosistemas más amenazados en el globo. Además de la contaminación por los cultivos de cebolla y por el consumo de agua por parte de la acería Paz del Río, se suma ahora la amenaza de los impactos de la industria petrolera.

Alianza BBC
Arturo Wallace, BBC Mundo
17 de agosto de 2012

El lago de Tota, el más grande de Colombia, huele a cebolla. Después de todo, el 90% de la cebolla larga (Allium fistulosum) que se consume en el país se cultiva en sus riberas, a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
 
Las condiciones climáticas de la zona son ideales y el lago además les garantiza a los cebolleros del municipio de Aquitania, en el departamento de Boyacá, toda el agua que puedan necesitar.
 
"La región no puede sobrevivir sin la cebolla. Somos cultivadores hace muchos años", le dice a BBC Mundo Tito Pérez, uno de los productores del vegetal.
 
El impacto del cultivo sobre el lago, sin embargo, no se limita al olor, perceptible incluso a la distancia.

A los cebolleros se les acusa de estar contaminando la fuente de agua con fertilizantes y pesticidas, de invadirla para ampliar sus plantaciones.

Y esa tampoco es la única actividad humana que está impactando negativamente al lago de Tota, que en julio pasado recibió un Globo Gris de la Red Mundial de Humedales.

Una "distinción" que lo identifica como uno de los ecosistemas más amenazados a nivel mundial.

Amenazas múltiples

Efectivamente, la lista de amenazas que se ciernen sobre el segundo lago más alto de Suramérica es variada y extensa.

Los problemas “tienen que ver con las malas prácticas en los cultivos de cebolla junca; con cultivos de truchas en jaulones flotantes, que están arrojando todos sus desechos directamente al agua; con el problema de las aguas residuales del municipio de Aquitania", le explica a BBC Mundo Felipe Velasco, de la ONG Fundación Montecito.

Velasco critica, además, el elevado consumo de agua por parte de los acueductos de varias municipalidades cercanas y por parte de la acería Paz del Río -propiedad de la siderúrgica brasileña Votorantim- que juntos suman alrededor de 3.000 litros por segundo, "sin ningún tipo de compensación".

"Hay también un problema muy grave, que tiene que ver con los daños a la cuenca en las partes altas. Cuenca que está siendo deforestada, que está siendo dedicada a la agricultura, en zonas altas, zonas de páramo, que deberían ser zonas intocables. Se están reteniendo aguas de los afluentes del lago de Tota", agrega el ambientalista.

"Y hay una amenaza nueva que se cierne sobre la zona de cuenca y la cercanía de la cuenca, que es la llegada de la industria del petróleo".

El inicio de las exploraciones petroleras es, de hecho, lo que más parece preocupar a los pobladores y autoridades locales, quienes temen por el impacto de la posible explotación de crudo sobre la principal fuente de agua potable de siete municipios de Boyacá.

Y Velasco espera que estos temores, junto con la llamada de atención de la Red Mundial de Humedales, ayude a generar más conciencia sobre el conjunto de amenazas que penden sobre el lago, las que a su juicio no han recibido suficiente atención.

"Los problemas con el lago de Tota empiezan con un problema de inconciencia de todos nosotros, como ciudadanos, como Estado", le dice a la BBC.

Responsabilidades

La pluralidad de factores que afectan al lago también les ha permitido a los diferentes actores relativizar su cuota de responsabilidad.

"Hay personas, hay sectores de la sociedad colombiana que dicen que somos los cebolleros los culpables de la situación del lago de Tota. Pero realmente no somos nosotros", dice Tito Pérez, para quien la base del problema está en la falta de implementación del plan de manejo y ordenamiento de la cuenca de lago de Tota, responsabilidad de la autoridad ambiental regional.

"Ahí se planteaban cuestiones de tipo educativo, sobre buenas prácticas agrícolas para el sector de los cebolleros, pero eso no se ha hecho".

Y, según Pérez, los cebolleros son los más interesados en trabajar "para que nuestro lago no se deteriore, no sufra, sino que siga siendo una maravilla natural".

Lo mismo afirma Ángel Munar, gerente-propietario de Truchicol, uno de los nueve criaderos de truchas arcoíris que funcionan en el lago.

"Los piscicultores estamos dispuestos a colaborar y a hacer prácticas cada vez más amigables con nuestro lago, estamos dispuestos a desarrollar todas las técnicas que estén a nuestro alcance para mitigar el impacto que pueda tener la actividad", le dice a BBC Mundo.
Y Munar realmente parece dispuesto a predicar con el ejemplo.

De hecho, las buenas prácticas de la piscifactoría le han permitido conseguir varias acreditaciones que, según Munar, demuestran su sostenibilidad ambiental.

Pero Velasco considera que más estudios son necesarios. Y también advierte sobre los riesgos de mirar los problemas del lago de forma aislada.

Convención Ramsar

En lo que coinciden todos, sin embargo, es en que un rol más activo por parte de las instituciones del Estado podría hacer la diferencia en el lago de Tota.

Para los cebolleros, como Tito Pérez, se trata de contar con el apoyo necesario para modificar sus prácticas culturales.

Y los piscicultores, como Munar, piden precisamente un "estudio de capacidad de carga" para poder evaluar el verdadero impacto de su actividad.

"Lo que hace falta es que el Estado haga presencia y que haga cumplir la ley, que haga cumplir las normas. Que mire al lago de Tota con la importancia que merece", dice por su parte Velasco.

Y como criterio de evaluación, el presidente de la Fundación Montecito ofrece la designación del lago de Tota como "sitio Ramsar"; es decir, su reconocimiento por parte de las autoridades colombianas como humedal de importancia internacional.

Por el momento, sin embargo, el gobierno colombiano no está considerando esa posibilidad.

"Un humedal Ramsar tiene una serie de restricciones, restricciones de uso y ocupación. Sería lo deseable, pero no podemos perder de vista que hay gente que vive del lago", le dijo a BBC Mundo la Viceministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Adriana Soto.

"Primero tiene que haber un proceso de ordenación de la cuenca del lago y los territorios aledaños. Y si el proceso de ordenamiento de la cuenca es efectivo las zonas que se declaren de protección que correspondan a humedal podrían eventualmente considerarse para ello, pero habría que seguir esa secuencia", explicó.