SALUD MENTAL
El suicidio de Jhonier se pudo prevenir
Maestros, caricaturistas, psicólogos y gente del común han sentido profundamente la muerte del joven estudiante de la Javeriana. Como lo dijo un profesor "el suicidio de uno de nuestros alumnos es perderlo todo". El psicólogo Miguel de Zubiría Samper, presidente de la Liga colombiana contra el suicidio, explica por qué esto nunca debió suceder.
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La muerte de Jhonier pudo prevenirse. No solo esto, sino que una hora de valoración psicológica especializada habría bastado. Por supuesto, no una hora de conversaciones, apoyos, palmadas en el hombro, afectos, como tantos padres de familia piensan. No. Tampoco una hora, cuando la mente de Jhonier activó el mecanismo suicida; momento difícil de revertir. Sino 20 precisos minutos para aplicarle un cuestionario de riesgo suicida, que hay varios, uno de ellos el de la Liga colombiana contra el suicidio. Y 40 minutos adicionales para realizarle a Jhonier el cuestionario de seis factores asociados con el suicidio y con el bienestar humano. En su caso, 150 precisas preguntas para entender la situación psicológica del joven, en todos sus aspectos básicos.
No ahora, sino al inicio de su año universitario, o mejor cuando ingresó a la universidad, que hasta donde sabemos, ninguna universidad lo hace. Y mucho mejor haberle realizado ambos cuestionarios desde 6º grado, años tras año, que hasta donde sabemos, tampoco los colegios lo hacen. En este caso utópico se habrían detectado posibles señales preocupantes, sea en uno, dos o varios de seis factores, cuando hasta ahora aparecían y por ende eran reversibles.
Si los colegios y las universidades le destinaran una hora al año a conocer lo humano de sus estudiantes, los aterradores índices de soledad, depresión y suicidio caerían en picada. Hasta donde la liga sabe, ningún colegio ni universidad lo hace. No se evalúa a todos los estudiantes, como debería ser, pues este cuestionario, además de prevenir eficientemente la soledad, la depresión y el suicidio, lograría algo que para la liga es mucho más importante: 1) Conocer las potencialidades humanas de los estudiantes, y 2) Comenzar la tarea definitiva de conocerse. El precepto de los griegos incumplido.
Jhonier sabía demasiadas matemáticas, física, biología, historia, gramática… su colegio y universidad con decenas de profesores y durante miles de horas le enseñaron dichos conocimientos, Aunque conocía poco de las tres artes fundamentales de estar bien: 1) con el mismo, 2) con los otros, y 3) con el mundo.
Sabía mucho de lo otro (matemáticas, física, biología…), poco de los otros y casi nada de sí mismo, que es el lema de la Fundación Internacional de Psicología Afectiva (Fidpa). Aunque debería ser al revés. ¿Cierto?
Para completar el triste cuadro, tal vez sus padres, como hoy es corriente, consideraron que lo importante era amarlo y escucharlo; no enseñarle esas tres artes fundamentales. Grave omisión, hoy demasiado corriente.
La Liga colombiana contra el suicidio resume decenas de estudios de la psicología positiva,(ocupada por descifrar las fuentes del bienestar humano y las varias felicidades, -magníficos antídotos contra la soledad, la depresión y el suicidio-), en seis lecciones o competencias afectivas que hoy casi nadie enseña:
*A automotivarse: crear metas, anhelos, sueños, proyectos valiosos personalmente, y a trabajar con empeño para lograrlos. Magnífico antídoto contra la cruel apatía, asociada con el suicidio.
*A adquirir cualidades humanas: o las herramientas psicológicas esenciales para disfrutar de uno mismo, de los otros, del mundo. Cualidades como ser buen escucha, generoso, ameno, conversador, responsable, solidario, decidido, de iniciativa, creativo, indagador… y cuarenta otras más, que casi ningún padre, o colegio, o universidad conoce. Magnífico antídoto contra la autodevaluación, asociada con depresión y por ende precursora del suicidio. No basta con decirles a los hijos o estudiantes que son buenos ¡Deben serlo!
*A saber interactuar gratamente con las diversas personas y psicologías: tener buenos compañeros, amigos, amigas, grupos… y en su punto culminante de la juventud, a tener novia. Únicos antídotos contra la soledad, precursora del suicidio, y dolorosa por sí misma.
*A saber emocionarse positivamente: sentir alegrías, aprecio, optimismo… y sobre todo poder atenuar la tristeza, la ansiedad, los sentimientos de estar sin rumbo, derrotado… Llevar una vida diaria llena de colores, cromática, no gris, como la de tantos jóvenes. En el mejor momento de la historia, para disfrutar sin fin, siempre que alguien les enseñe estas herramientas a nuestros niños y jóvenes. ¿Hoy quién lo hace?
*A saber enfrentar y tolerar los sufrimientos: que nunca faltarán. Si bien demasiados padres hacen todo para que su hijo, casi siempre único, no sufra. Por amarlos tanto, esta es la gran paradoja, los debilitan frente a un componente esencial de la vida humana: sufrir. Nadie se exime. Y el sufrimiento casi siempre dispara el mecanismo suicida. En verdad, no el sufrimiento, sino no saber cómo lidiar con él, no tener la bella y útil resiliencia.
*La alegría de vivir: entender, desde niños, la maravilla y el misterio de vivir. En cada planta que nace o muere, en cada atardecer, un delicioso desayuno... Enseñarles a agradecer.
Los padres tienen una tarea titánica para impedir que cualquiera de los tres males psicológicos del siglo XXI capture la mente y el corazón de sus hijos: la soledad, la depresión y el suicidio. Y los colegios y universidades otra: evaluar periódicamente -no solo las pruebas Saber, ni del Icfes- en las cuales Jhonier logró muy altos puntajes, sino para saber cómo marcha el desarrollo humano y psicológico de sus estudiantes, su ser. Tal vez así se prevengan miles de suicidios, pero tal vez lo mejor: ¡Nuestros niños y jóvenes serían más felices y comenzarían a practicar el arte griego de conocerse!
¿Es tu hijo feliz? ¿Se conoce?
Para mayor información: fidpa.psicologiaafectiva@gmail.com