La bondad es un acto sin egoísmo. No se trata de aplicarla por culpa ni por etiqueta social. Tampoco por debilidad de carácter, es decir, cuando se acepta a regañadientes

PSICOLOGÍA

Ser bueno paga: un acto de bondad al día reduce el estrés

Según la ciencia, también protege el corazón y genera felicidad. Una autora inglesa lo hizo durante un año y cuenta su transformación en un libro.

12 de agosto de 2017

En un mundo altamente competitivo donde el individualismo es la norma, muchos creen que la bondad está mandada a recoger. Pero según la autora inglesa Bernadette Russell, la bondad es la clave para vivir más y mejor. En su libro The Little Book of Kindness cuenta cómo al hacer cada día un acto bondadoso cambió su vida y la de su entorno. Dice que después de un año se sintió transformada: más feliz, más optimista y enriquecida. “La bondad es una expresión de fortaleza y no de debilidad, pues requiere de mucho coraje responder al odio con amor y al miedo con esperanza”, explicó la autora a SEMANA.

La bondad se expresa en acciones pequeñas y grandes: desde ayudar a alguien con una dirección hasta salvar a una persona de ahogarse. Para Russell consiste en ser amistoso, generoso y considerado. Según otros expertos es una mezcla de otras cualidades como la calidez, la confianza, la paciencia, la gratitud y la lealtad. Su proyecto comenzó en agosto de 2011 en medio de una serie de disturbios en Reino Unido. Russell se encontraba haciendo fila en una oficina de correos de Londres y notó que delante de ella había un joven vestido con un saco con capucha. “Todos sentían miedo de él porque parecía un alborotador”, recuerda en su blog. Cuando fue su turno el muchacho no tenía con qué pagar el costo de las estampillas, y ella, dejando atrás todos los prejuicios, se ofreció a darle la plata que le faltaba. “Su reacción fue de tanta gratitud que decidí hacer eso todos los días”, dice. Cada acción de amabilidad realizada durante ese año está consignada en el sitio web www.366daysofkindness.com.

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Russell detalla, por ejemplo, cuando decidió regalarle flores a un extraño. Las recibió un cajero de un almacén escogido al azar y el hombre luego le dejó una nota en su cuenta de Facebook. “Soy el afortunado receptor de un acto de bondad. Una londinense me regaló de la nada una planta con una flor, feliz de esparcir felicidad a su regreso a casa. Me hizo sentir tan especial que se me abrió el corazón y sentí que la vida era maravillosa”. La felicidad de Russell fue aún mayor.

Y es que aunque el beneficiario del acto sea otro, “algo similar sucede al otro lado de la ecuación: dar bondad genera felicidad tanto en el receptor como en quien la ofrece”, dice el psicólogo Piero Ferrucci, autor del libro The Power of Kindness. El escritor Aldous Huxley, también pionero en el estudio de técnicas para desarrollar el potencial humano, dijo alguna vez al final de su vida que cuando la gente le preguntaba por la clave de una buena vida contestaba “ser más amable”. La misma filosofía tiene el dalái lama, cuyo lema es “mi religión es bondad”. Es un valor reconocido por casi todas las religiones, y los teólogos cristianos ven la práctica de la bondad como una manera de redimir el alma.

Recientemente, la ciencia ha podido estudiar a profundidad esa actitud. Los resultados muestran que la bondad, más que una virtud para ganarse el cielo, resulta clave para vivir bien en la Tierra pues no solo mejora el estado del corazón, sino que estimula positivamente la actividad cerebral. Así lo revela un estudio liderado por el psicólogo Martin Seligman y otros colegas de la Universidad de Pensilvania, para el cual pidieron a un grupo de personas enviar personalmente una carta de agradecimiento a alguien que hubiera tenido un acto bondadoso con ellos sin que nunca se lo hubieran agradecido. Al final, quienes lo hicieron exhibían un nivel de felicidad mucho más alto y esos beneficios permanecieron durante un mes. “Cuando hacemos o presenciamos este tipo de eventos el cuerpo segrega oxitocina, una hormona que incrementa la felicidad, la autoestima y el optimismo”, explica Russell.

Además de esto la oxitocina secreta óxido nítrico en los vasos sanguíneos y consigue expandirlos. “Esto baja la presión arterial y, por lo tanto, protege el corazón”, sostiene Russell. Tal vez por eso la bondad aumenta la expectativa de vida. Un estudio hecho en 2003 por la psicóloga

Stephanie Brown, de la Universidad de Michigan, evidenció que aquellos que ofrecen su ayuda a los demás tienen menos riesgo de morir en un periodo de cinco años. Al parecer este tipo de actitud frente a otros ayuda a reducir los procesos inflamatorios crónicos, que son un factor de riesgo para las enfermedades del corazón y el cáncer. Así mismo se cree que disminuye los niveles de radicales libres que producen en el organismo el estrés oxidativo de las células.

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Aunque tener un corazón sano y más felicidad es suficiente motivo para ser generosos, Ferrucci dice que no es lo mismo hacer un acto calculado para recibir algo a cambio. “La bondad genera su propósito de sí misma, no de otros motivos”, dice. En cierto modo los estudios que muestran los beneficios de la bondad son inútiles porque el único incentivo debe ser “el deseo de ayudar, el placer de ser generoso y atento con la otra persona”, explica. Según los científicos es un rasgo innato en el ser humano, pues se ha observado en experimentos que niños de apenas 14 meses pueden desplegar esas actitudes. Pero según el psiquiatra José Posada, otras investigaciones muestran que solo 20 por ciento de la gente es bondadosa por naturaleza. Un 4 por ciento es antisocial y 1 por ciento es mala. “El restante 60 a 80 por ciento se comporta como va soplando el viento”, dice. Esa gente necesitaría mayor educación en este tipo de virtud.

Russell se ha dedicado a cultivarla en niños y adultos. Sus acciones van encaminadas hacia sus familiares y amigos más cercanos y hacia personas extrañas, pero también hacia ella misma. “Me di cuenta de que era importante no solo ser buena con el señor al que se le cede la silla, sino también conmigo”, dice. También hay que ser bondadosos hacia la madre naturaleza. La gente que compra mucho puede hacer un acto de bondad al limitarse a consumir solo lo estrictamente esencial. Comer carne una sola vez a la semana es de gran ayuda para el medioambiente, así como economizar agua. Russell cree que cada pequeño acto de bondad transforma el mundo. Y como dice Ferrucci, es la actitud más económica y a la vez más elemental que existe porque si se practica el individuo se siente mejor. “En ese sentido no es un lujo, sino una necesidad”.

Amable con…

Bernadette Russell aconseja estos actos para ser bondadoso en varias esferas de la vida.

Usted

Sea consciente de la voz interior que lo critica por cualquier cosa: sobre lo estúpido que fue al decir algo, o cuando ante el espejo se ve gorda. Trate de no compararse con los demás, y si alguien le dice algo bonito, agradézcalo y créalo.

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Los extraños

Aunque con desconocidos es menos probable observar los efectos de su acto de bondad, le ayudará a elevar su autoestima y su nivel de felicidad, así como a olvidar sus propios problemas. Ceder a alguien el puesto o decirle una frase positiva requiere de coraje, pero casi siempre genera una sonrisa. Ser amables es poderosamente restaurativo.

Los seres queridos

Es la parte más fácil porque por norma la gente es amable con las personas que más quiere. Pero Russell recomienda escuchar con atención como un acto de bondad poderoso, así como enviar flores sin motivo.

Los amigos virtuales

Internet es la vida real y los insultos y malos tratos que suceden allí hieren a las personas. Por lo tanto, hay mucho espacio para ser amable en esta plataforma. El mejor consejo es respetar la opinión de los demás, así no se comparta. También es bondadoso no ser el juez agresivo de los otros. Sea constructivo con las críticas. Las discusiones que empiezan allí pueden facilmente trasladarse al plano físico.