sexualidad

La cama de piedra

Un estudio realizado en Estados Unidos revela que 14 por ciento de las parejas casadas nunca tienen relaciones sexuales.

1 de marzo de 2003

La mayoria de los casados esperan que con el paso de los años el sexo en el matrimonio pierda un poco su encanto: que la pasión y la emoción disminuyan y la magia de estar juntos, por culpa de la rutina, se vaya desvaneciendo. Lo que pocos tienen presupuestado es que el deseo desaparezca por completo. Sin embargo los expertos cada vez reciben en sus consultorios más casos de parejas que conviven bajo el mismo techo pero que han dejado de hacer el amor en forma permanente. Una prueba reciente es un estudio realizado en Estados Unidos por la Asociación Norteamericana de Terapias Matrimonial y Familiar, en el que se demostró que el 14 por ciento de los matrimonios no tienen vida sexual activa.

Investigaciones anteriores habían demostrado que la falta de interés en el sexo entre los casados era más común de lo que se podía esperar. Michele Weiner Davis, autora del libro Divorce busting (Cazadores de divorcios), había calculado que 50 por ciento de las mujeres y 30 por ciento de los hombres tenían muy baja su libido. En esa oportunidad la novedad fue conocer que no solamente las mujeres presentaban altos índices de desgano sino que un porcentaje significativo de los hombres hacían más el amor por obligación que por deseo. Pero ahora, con el estudio de la Asociación, por primera vez se mide en forma científica que en 14 por ciento de los casos nada sucede entre los cónyuges bajo las sábanas.

El problema, sin embargo, no parece ser exclusivo de Estados Unidos. En Colombia los terapistas admiten que esta situación es cada vez más frecuente, aunque para ellos la cifra de casados sin sexualidad está alrededor del 10 por ciento. Otros, como el experto Barry McCarthy, sicólogo de la American University en Washington, apostaría a que la cifra es mayor en países donde el mito del macho es muy importante. Pero dejando a un lado las cifras, lo que les llama la atención a los especialistas es que los abstemios sexuales son de todas las edades. "Vemos parejas muy jóvenes que se quieren mucho pero que desde hace un año, por lo menos, no tienen relaciones sexuales y viven como hermanitos", dice Lucía Nader. Según la experta, a estas relaciones se les conoce como Josefinas, pues llevan una vida similar a la de San José y la Virgen María. Según Nader muchos se adaptan a la situación y pueden pasar 20 años sin tocarse. "Van deserotizando lo doméstico y dándole más importancia al espacio de la calle", agrega. Muchos se enfocan en el trabajo, en el éxito y se desconectan del sexo. Esta marcada tendencia preocupa a los expertos, pues consideran que privarse del sexo en el matrimonio puede poner en riesgo de divorcio o de infidelidad a la pareja.

Las relaciones matrimoniales asexuadas son normales hasta cierto punto. Es absolutamente lógico encontrar parejas que después de los 50 años pierden el apetito sexual debido a la disminución de su nivel hormonal. Con la libido en ceros y a las puertas de la tercera edad muchos dejan que el sexo le ceda espacio a otras prioridades que ellos consideran más gratificantes, como hablar, cocinar o disfrutar de un buen concierto de piano juntos.

"También hay tiempos sin sexo que son aceptados, cuando se da por razones transitorias o de mutuo acuerdo", dice la sicóloga María Elena López. Cuando se tiene un hijo, por ejemplo, es de esperar que durante la lactancia la pareja deje de tener relaciones sexuales porque ambos están dedicando la atención al nuevo miembro de la familia. De igual forma es comprensible que en caso de un accidente o una enfermedad los casados no tengan otra opción que aplazar su vida sexual. Pero aun sin vejez, sin bebé y sin enfermedad es muy común que la intensidad sexual disminuya con el transcurso de los años. "Incluso muchas parejas encuentran que hacer el amor cada 15 días es un ritmo que satisface plenamente sus necesidades y esto también se acepta", dice la experta. Lo que antes era más inusual pero cada vez se está volviendo más común es que haya abstinencia sexual total entre parejas que se quieren y que no tienen problemas fisiológicos. "Lo más probable es que detrás de cada 'no' haya un motivo", dice María Cecilia Betancur.

Estos motivos pueden ser muy variados pero tal vez la causa número uno es la rutina. Varios profesionales oyen con frecuencia a sus pacientes decir cosas como: "¡Ay, qué pereza, lo mismo", "Es muy difícil excitarse con la persona con quien se comparte la cama desde hace años con marrones, medias, mascarilla y olor a crema humectante" o "A mí se me acaba la pasión cuando siento el olor a chicote, el tufo de un par de whiskies y lo veo con esa pijama que parece heredada del abuelo". Parejas como estas se quejan de que su sexualidad se ha vuelto sólo genitalidad, que sus compañeros no tienen en cuenta sus necesidades y que no hay creatividad ni imaginación para que haya variedad y fantasía en sus encuentros íntimos.

Algunas veces la pareja se siente presionada por el medio social a tener cierto número de encuentros sexuales a la semana para estar dentro de unos patrones que se consideran normales. Esa necesidad de cumplir con una cuota lleva a los esposos a tener relaciones sexuales mecánicas y rutinarias que los van desgastando hasta que un día ya no quieren más. Según David Schnarch, autor de Resurrecting sex (Cómo resucitar el sexo), en culturas machistas esto es más evidente pues los hombres culturalmente deben estar listos para la acción cuando se lo demande, tengan o no tengan ganas. "El simple hecho de que se espere de los hombres que siempre quieran tener relaciones puede ser una razón para la aniquilación de ese deseo", dice el terapeuta sexual. Según los especialistas hacerlo por obligación es fatal porque sin la espontaneidad estas relaciones se vuelven de muy mala calidad y de ahí a no tener nada de sexo sólo hay un paso.

Los expertos también señalan que el estrés en el trabajo y en la casa, las dificultades económicas, el dinero y el desempleo son algunos de los más grandes matapasiones. Es lo que les pasa a muchos ejecutivos cuando están desempleados o atraviesan serios problemas financieros. Producir una erección en esas circunstancias no es automático, de ahí que las consultas a los sexólogos, según un reciente ejemplar de la revista New York, se disparen durante las épocas de crisis económicas.

Las consecuencias de esto no son insignificantes según el sicólogo McCarthy. "Cuando ya están muy distanciados al hombre sólo les preocupa tener un buen desempeño en la cama mientras que a las mujeres les interesa sentirse conectadas y validadas. Estas diferencias en la forma de vivir la sexualidad llegan a provocarles problemas terribles que acaban del todo con la sexualidad dentro de la relación", dice el experto.

Muchas de estas disfunciones tienen su origen en la educación sexual de hombres y mujeres. Los hombres aprenden que el sexo es autónomo y que no necesitan de la ayuda de la mujer para estar excitados. Las mujeres, por el contrario, aprenden que el coito se debe dar en un contexto afectivo y que es una situación de interacción. "A la larga esas aproximaciones ponen en más problemas al hombre que a la mujer porque el sexo es primordialmente interpersonal y en la medida en que la relación madura y el hombre envejece necesita que su pareja se involucre más y que lo estimule. El hombre, erróneamente, recurre al Viagra porque cree que eso sí le va a disparar la libido".

Pero el asunto que más genera curiosidad entre los investigadores es: ¿por qué, si no tienen relaciones, permanecen juntos? Los especialistas se atreven a afirmar que muchos no se separan por razones prácticas. Tienen un patrimonio y no lo quieren repartir o no quieren dejar que sus hijos crezcan en hogares rotos. Muchos otros buscan llenar sus necesidades sexuales fuera de casa y esto, paradójicamente, ayuda a mantener ese matrimonio. Hay quienes se acomodan a la situación y tratan de llenar la pérdida de lo sexual con otras situaciones de la vida que también son gratificantes con su pareja.

En todo caso lo importante es saber que frentear el tema siempre es más útil que ocultarlo. La buena noticia es que, aunque la libido haya estado apagada por mucho tiempo, es posible recuperar la pasión entre la pareja. Los expertos aconsejan reconocer que hay un problema, empezar a tener contacto físico con el cónyuge sin que haya relación sexual y despertar el deseo con cosas sutiles, como ropa vaporosa, sonrisas, miradas, caricias y juegos eróticos. El otro tema importante es ayudarles a hacer una transición sana entre la sexualidad romántica y la sexualidad real. Esto implica mostrarles que es normal que la pasión se modifique con el tiempo pero que el sexo puede integrarse en muchos campos de la vida para que siga siendo tan placentero como antes. No existe una receta definitiva que garantice una vida sexual plena. Todavía los expertos transitan por el camino de la prueba y el error. Cada pareja es diferente y, por lo tanto, requiere un proceso a la medida de sus necesidades. Lo que sí es cierto es que lo peor es no hacer nada.