“La magia está en salir de la zona de confort”: Simón Borrero | Foto: SEMANA

La vida me enseñó

“Los problemas son oportunidades”: Simón Borrero, fundador de Rappi

El Cofundador y CEO de Rappi dice que la suerte no busca a nadie debajo de las cobijas, que hay que saltar al vacío para encontrarla y que los problemas son oportunidades. Esos son algunos consejos del gestor que quebró cuatro veces antes de lograr convertir esta empresa en un éxito en Latinoamérica.

27 de septiembre de 2019

“Desde chiquito he sido emprendedor. Nací en Cali en medio de una familia hermosa, grande, llena de amor y cariño, con un papá que también es emprendedor y me enseñó la disciplina, el rigor, el soñar, el esfuerzo;  y una mamá que me enseñó el valor de la familia y me dio mucha inteligencia emocional para conectar con las personas de verdad. Mis papás me enseñaron a ganarme todo solito. Tenía que trabajar por el juguete así fuera vendiendo jugos. Con estas dos personas fue más fácil salir adelante.

En la universidad empecé a hacer emprendimientos y eso es importante, empezar joven, porque uno no tiene tanto que perder. Muchos no funcionaron. Uno era parecido a Rappi y se llamaba Tim Marín y lo hice con un amigo. Pensamos que había una necesidad de pedir cosas por domicilio pero no había aplicaciones. Entonces imprimimos tarjetas con teléfonos para que nos hicieran pedidos. Mandábamos tragos para fiestas de estudiantes. Era duro porque era sin tecnología y no funcionaba muy bien. Después de muchas noches en que nos quedábamos estudiando economía hasta las cuatro de la mañana mientras atendíamos el negocio, decidimos no continuar. 

"Hicimos otro negocio hace 15 años cuando ni siquiera existía Facebook en Colombia y fue montar una agencia de modelos online. Reclutamos gente por una red social que se llama High Five y logramos que se metieran 5.500 modelos a la plataforma. A ninguno le conseguimos trabajo y nos quebramos"

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Otro lo hicimos hace 15 años cuando ni siquiera existía Facebook en Colombia y fue montar una agencia de modelos online. Reclutamos gente por una red social que se llama High Five y logramos que se metieran 5.500 modelos a la plataforma. A ninguno le conseguimos trabajo y nos quebramos, pero lo importante fue que experimentamos con el tema digital que apenas empezaba. Después vino una página de bebés para primeras madres, que tampoco funcionó. Eran  emprendimientos que cuando no funcionaba no había mucho dolor porque uno está lleno de energía a esa edad, no había ese apego como se tiene de mayor. Cada fracaso era una aventura y aprendíamos y teníamos otras ideas para continuar.

Luego me di cuenta de la importancia de aprender a programar y estar en el mundo digital. Un año antes de graduarme de la universidad donde estudiaba administración de empresas comencé a darme cuenta de que para todos los emprendimientos que había intentado hacer y que no funcionaron se necesitaba una página web y aprender a programar. Entonces aprendí a programar por las noches y con 700 mil pesos de mis ahorros monté un estudio de software donde recluté a mis amigos de la Universidad, incluso saqué al profesor que nos había enseñado y así empecé. Era una carrera por crecer la empresa y no tener que buscar trabajo al graduarme. Ese estudio de software me enseñó la parte dura del emprendimiento porque tenía a 350 ingenieros y teníamos que ganar el dinero suficiente para pagar la nómina de tantos que dependían de nosotros. 

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Fueron muchos años de sudor y curiosidad y de trabajar con  un grupo de gente maravilloso que no estaba ahí por el dinero sino por qué querían cambiar el mundo y estar en el tema digital. De ahí salió una compañía exitosa: Grability, que hice con Sebastián Mejía. Era un software que licenciamos a grandes supermercados del mundo como Wal-Mart , el Corte Inglés en España o Reliance en India. Este último era un cliente chévere, porque ellos tenían 2.000 ingenieros de sistemas en su nómina. En India se hace el mejor software del mundo, y a los colombianos nos contrataron para hacerles el software de compras online. 

Nos comimos el cuento de que los colombianos podemos hacer cosas de clase mundial. Seguimos creciendo y armamos un grupo de ingenieros colombianos, pero nos aburrimos de trabajar con empresas tan grandes porque eran muy pesadas y lentas para tomar decisiones. Entonces pensé que sería bueno un experimento en el que nosotros hacíamos todo: el software y la logística. Así comenzó hace cuatro años Rappi, como un pequeño experimento.

"La suerte no va a buscarlo a uno debajo de las cobijas; la suerte está donde está la magia y la magia está saltando de la zona de confort, tomando riesgos que lo ponen a un super incómodo".

Hemos crecido rapidísimo. Hace cuatro años éramos ocho personas y ahora somos más de 3.500. Son casi 200 mil Rappitenderos en la región y esa velocidad de crecimiento hace que cometamos errores. Rappi crece 15 por ciento al mes, mientras que una empresa normal consigue esta cifra al año. Lo curioso es que en estos cuatro años que llevamos no hemos tenido un momento en el que digamos “lo logramos”. Todos los días uno cree que no funciona. Por ejemplo, uno de nuestros inversionistas, Marc Andreessen, dice que en compañías que apenas comienzan, el emprendedor en un mismo día siente que se come el mundo y que se va a quebrar. Y al principio es así.  

Pero hemos tenido momentos felices y esos son los de impacto. Por ejemplo, uno comienza a escuchar historias de Rappitenderos que antes no les alcanzaba el sueldo con lo que hacían y ahora trabajan en Rappi por la noche para hacer ingresos extra y eso les ha cambiado la vida. Ahí uno siente que el trabajo está sirviendo para algo. Y no solo con Rappitenderos, sino con otros restaurantes pequeños que Rappi apoya. Escuchar esas historias llena de energía. También ver a gente del equipo que antes ganaba un mínimo y ha salido de Rappi para trabajar en las mejores compañías de Silicon Valley. Uno de los primeros programadores que tuvimos hace poco me mandó un mensaje diciendo: “mire el apartamento que me acabo de comprar, gracias”. Y uno sabe que fue gracias a él, pero a uno eso lo llena de energía. 

Yo siento que he tenido suerte. Tanta, que a veces pienso que el universo conspira para que todo se dé. Pero obviamente esto ha ido acompañado de infinito trabajo. No recuerdo un domingo en que no hayamos trabajado horas largas en los últimos cuatro años. Ha habido mucho sacrificio y creo que la suerte está para los que se arriesgan, se exponen, buscan oportunidades y de alguna manera están ahí para que los toque la suerte. La suerte no va a buscarlo a uno debajo de las cobijas; la suerte está donde está la magia y la magia está saltando de la zona de confort, tomando riesgos que lo ponen a un super incómodo. 

"Es importante tener un objetivo en mente pero ser emprendedor no es tan chévere como se ve desde afuera".

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La diferencia entre las personas normales, cuerdas y los que emprenden, es que los primeros se levantan a tener un dia tranquilo, pero los emprendedores decimos “quiero un día intranquilo, quiero comenzar por lo que no quiero hacer, por la conversación incómoda”. Me refiero a esa búsqueda de incomodidad que es casi como la búsqueda del fracaso. Los emprendedores sabemos que nunca vamos a llegar a la meta porque siempre la vamos a ir alejando. Entonces cada vez será más difícil. Siempre habrá algo que no hemos hecho antes. Emprender es duro pero lo bueno es que vemos los problemas como oportunidades.

Hay que aclarar que los emprendedores no solo son empresarios. También son periodistas o artistas, son personas que quieren construir. Desde mi primer emprendimiento hasta Rappi tenía la misma idea: poder construir cosas. Desde niño yo siempre he querido construir y la mejor forma de hacerlo es reuniendo un grupo de gente con una misión común para cambiar el mundo. 

En ese sentido es clave aprender a seleccionar muy bien el equipo de personas. Rappi se ganó  un premio de Google por ser una de las empresas más diversas: tenemos mujeres en cargos de liderazgo, gente de  42 nacionalidades, personas LGTBI. Es gente que piensa diferente pero que comparte ciertos valores muy profundos y eso es lo que nos da fuerza. Esos valores son que no nos quejamos,  siempre vemos lo positivo, vemos problemas como oportunidad. Saludamos al portero con la misma alegría y respeto que al vicepresidente porque creemos que esa humildad es importante. Buscamos salir de la zona de confort, ponemos el bien común por encima de uno mismo. Ese tipo de valores son clave para empoderarse y sacar energía. 

Ese apoyo de todos es importante porque el emprendimiento es puro fracaso y es difícil. Es importante tener un objetivo en mente pero ser emprendedor no es tan chévere como se ve desde afuera. Es más una vocación que un trabajo y los que comienzan a cambiar el mundo  se dan cuenta que deben dedicar su vida al servicio, a construir y eso es dififente a tener trabajo normal. Darse cuenta de que es una vocación y tener determinación hace que siempre un objetivo uno lo aleje más y más. Así la vida se convierte en ese reto diario de querer mover las cosas más allá y causar impacto.

A muchos les da miedo saltar al vacío y no saltan porque tienen una idea de éxito errada. En Colombia el que fracasa es el bobo, el que no la logró y todos protegen esa imagen. En Silicon Valley los que tiene mejor hoja de vida son los que han hecho cuatro empresas y se han quebrado en las cuatro porque son los que tienen una experiencia increíble por todos esos aprendizajes. Unos se demoran más en ser exitosos pero ese fracaso es un MBA, un doctorado. Pues yo los invito a fracasar más rápido porque entre más lo haga más rápido aprenden a hacer cosas grandes. Lo bonito de emprender es buscar el fracaso continuo. Los emprendedores todo el dia aprenden del fracaso porque somos muy autocríticos. Y para crecer hay que sufrir. Muchos dicen “tenés que fracasar,  no pasa nada”. Claro que pasa y todas las veces que quebramos lloramos y nos sentimos horribles, pero al otro día nos paramos. 

El que  ve los problemas como problemas se deprime y se queja. Yo veo los problemas como oportunidades. Pero para lograrlo el cerebro debe ser un amigo tuyo y hay que entrenarlo para que te ayude y cada vez que se ponga grave la cosa uno se emocione de la oportunidad tan bonita que tiene al frente. Eso nos energiza y nos apasiona.  Vivir la vida sin esa pasión es dejarla pasarla. Hay que vivirla como si fuera la final de la Champions, siempre entendiendo que es un juego y que hay otras cosas más importantes como la familia y la paz interior. Pero hay que jugar ese partido de fútbol con toda.

Algunos critican a Rappi como subempleo. Rappi funciona perfecto para la mayoría de Rappi tenderos que usan a Rappi en fines de semana y en la noche. La gente pide más domicilios en esos momentos. Rapi funciona para los que tienen otro trabajo y se quieren conectar a horas en la noche o fines de semana. Este modelo de negocio no brinda oportunidad a otras horas del día. No se hizo para poder generar ingresos de tiempo completo. Es solo para unas horas y trabaja para ingresos extra que son importantes en su vida. En Rappi hemos tomado en serio apoyar a los venezolanos, pero muchos dicen “Rappi no me da lo suficiente para vivir. Yo digo “no me puedo inventar los pedidos de los usuarios, no comen ocho veces al día”. El pecado de Rappi es que la gente no pida comida ocho veces al día. De pronto no hemos explicado bien el modelo porque aquí no hay agendas ocultas ni unos queriendo oprimir a otra gente. Muchos creen que los Rappi tenderos son empleados nuestros y que nosotros les damos órdenes. Pero no. Nadie le dice nada a un Rappi tendero si no se conecta una semana. Es economía colaborativa, tecnología que brinda oportunidades.  Y una oportunidad muy digna porque el ingreso por hora de ellos es dos veces más al equivalente por hora que se gana el 70 por ciento de los colombianos. 

Es difícil entender que en lugar de crear oportunidades para el resto, en Colombia critiquemos  algo que genera oportunidad digna a un grupo de personas para que tengan mejor vida. Nos interesa su bienestar. Por eso el 100 por ciento de lo que pagan los usuarios en los pedidos va para los Rappi tenederos. Rapi no se queda con eso, mientras que los competidores sí. Pero aquí les damos duro a los colombianos. Tenemos 200 mil Rappi tenderos activos felices y generando ingresos. Yo estoy agradecido con ellos y con usuarios que los atienden bien.

 En Colombia hay dos grupos: uno pequeño que solo se queja, que todo le parece malo. Su autoestima está en hablar mal de los demás. El otro grupo es enorme: somos emprendedores y resilientes. Hemos pasado por cosas durísimas y seguimos sonriendo, eso es ser emprendedor. Ese grupo necesita comenzar a sacar pecho y hablar más para convencer a los otros de que tienen que trabajar también. Nos toca inspirar y contagiar de positivismo, tenemos gente del mismo nivel de Silicon Valley, y no nos la creemos.

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Antes se medía el éxito de acuerdo a la acumulación de riqueza; nosotros, los nuevos emprendedores medimos el éxito por el impacto generado. En ese sentido nos consideramos exitosos. Rappi no da dinero. Está invirtiendo por el país para generar oportunidades y ya nos sentimos exitosos por el impacto que generamos. Lo bonito de este mundo es que hay emprendedores con mucho talento que no tienen un centavo pero han invertido en ellos y van a acceder a capital extranjero que ahora cree en Colombia  porque el país se está volviendo ese centro de tecnología de donde salen las mejores ideas. El tema de ser unicornio (empresas privadas que llegan a valorarse en mil millones de dólares) es más para el país y para la segunda camada de emprendedores porque ya saben que ahora muchos van a invertir en ellos. 

En Colombia no entiendan que la única forma de prosperar y sacar a millones de la pobreza es ayudar a crecer la economía  y el país. Los medios algunas veces hablan de cosas pequeñas y banales y no se dan cuenta de que asi se le está haciendo daño al futuro del país, que depende de la inversión extranjera, del emprendimiento, de la innovación y de ayudarnos todos los que trabajamos a crecerla. Un país que crece al 7 por ciento al año es uno que saca a millones de personas de la pobreza.  Si discutimos entre nosotros pequeñeces no vamos a crecer.

Es importante que haya entidades que ponen a las compañías a marchar y a cumplirles a los consumidores. Las necesitamos pero personalmente no me caen bien comentarios de personas que trabajan allí y dicen “tenemos a Rappi en la mira o tenemos que caerles”. Rappi es empresa colombiana que está haciendo mucho por la sociedad lo hace con amor y bien. Muy pocas compañías revisan quejas de sus usuarios en menos de una hora. No tienen estos canales y no son tan agiles. En Rappi, sin preguntarte, te devuelven el dinero. Hemos subido la barra del servicio al cliente. Me excuso de cada error que hemos tenidos. 

Hay muchos políticos que hablan de cómo ayudar al país. Pero hay una manera y es creciendo la economía al 7 por ciento al año y no al tres. Esto es una verdad matemática y lo demás es filosofía. Es muy diferente tener problemas de rico a tener problemas de pobres. Primero necesitamos volvernos rico. Si quieren apoyar a un líder hay que preguntarle cómo va a hacer crecer el país, lo otros es populista y facilista. Si les preguntaran a ustedes por quién votar: por el CEO de la empresa o por el de recursos humanos. En Colombia votamos por el de recursos humanos que solo le importan que la gente este contentica, pero no por el otro que es el que está pendiente de hacer crecer el país.  En rappi tenemos stock options y por eso botan por el CEO que esta hciendo crecer la empresa. Somos dueños todos y si eso si eso sintieran los colombianos con su país tendríamos una Colombia mejor. 

Creo que el obstáculo más grande para emprender son esos límites mentales que tenemos. Hay que creérsela, hay trabajar con gente buena y más inteligente que uno. Objetivamente los colombianos somos tan buenos ocmo cualquier otro en el mundo. Al contrario nosotros tenemos una ventaja por nuestra resiliencia. Nuestra mentalidad debe estar enfocada hacia conquistar el mundo y no hacia nosotros. Estar dispuestos a emprender, a sufrir. No es fácil ni cómodo pero es el camino a seguir. 

Es fácil quejarse y criticar, y llenarse de ejemplos que no fueron exitosos y decir no se puede. Somos un país donde hay millones de niños de ocho años sin oportunidad, tenemos que construir riqueza para darle oportunidad, con buenos discuros no va a llegar. Siendo estrategicos tenemos que saber de donde va a salir la riqueza. La economia de colomiba es de 320 billones de dólares. Para crecer hay que agregarle otros 10 billones de dólares al año., Y en Colombia las discusiones son pequeñas.  Hay que discutir en serio de donde van a salir esos billones”.