PAREJAS DISPAREJAS

Cada vez más parejas parecen demostrar que la diferencia de edad no es obstáculo para el amor.

30 de octubre de 1989


Que el amor no tiene edad es algo que la humanidad sabe desde el nacimiento de Cupido. Por cada vez más parejas parecen demostrar que en cuestiones del amor el viejo tango tenía razón: "veinte años no es nada", y la diferencia de edad no es un obstáculo para el amor y el entendimiento.

El mundo está lleno de ejemplos de hombres que han unido sus vidas a hermosas mujeres a las que doblan, o a veces triplican, la edad. Quizás el más conocido es el de Charles Chaplin, quien duró 34 años felizmente casado con Oona O'Neill, su cuarta esposa, a quien le llevaba casi 40 años--cuando se casaron ella tenia 18 y el 54--y con quien tuvo ocho hijos, el último nació cuando el genial y vital Charlot tenía 72 años.

Varios consagrados escritores han encontrado la inspiración en el otoño de su vida al lado de mujeres que podrían ser sus hijas. Cuando Jorge Luis Borges, prácticamente ciego y con más de 60 años, inició su relación con María Kodama, 45 años menor una pequeña conmoción sacudió el mundo de las letras. Ella no sólo fue su compañera inseparable durante más de dos décadas, sino que también se convirtió en sus ojos y en su heredera. Cuando se casaron, cinco meses antes de la muerte del escritor, el tenía 86 años y ella 41. Su contemporáneo, Rafael Alberti, no se ha quedado atrás. Después del fallecimiento de su esposa, la escritora María Teresa León, al octogenario poeta se le ve siempre en compañía de una joven profesora de literatura, María Asunción Mateo, de 37 años. Al igual que en la Kodama, la admiración por el escritor y su obra se convirtió en amor reverencial. Otro caso que confirma el especial atractivo que sienten los viejos escritores por las mujeres jóvenes, o viceversa, es el de Alberto Moravia, de 82 años, casado en terceras nupcias con una mujer 47 años menor, la escritora Carmen Llera.

Aunque las malas lenguas señalan que de no ser por el prestigio de su esposo no habría podido publicar su novela, el viejo novelista italiano no se cansa de asegurar que "es mejor envejecer al lado de una mujer joven". El mismo ejemplo ha seguido el novelista español Camilo José Cela, quien a sus 73 años está causando revuelo en los círculos intelectuales al descubrirse que vive desde hace meses con una periodista, Marina Castaño, 40 años menor. Desde entonces, el famoso escritor no sólo ha perdido 30 kilos, sino que se siente 30 años más joven.

En el mundillo de la farándula internacional los casos son abundantes pero como en ese medio los cambios de pareja son tan frecuentes, resulta difícil registrarlos. Pero sin duda entre los matrimonios de "parejas disparejas" más comentados están el del magnate griego Aristóteles Onassis y Jacqueline Kennedy, él tenía 62 y ella 39 cuando se casaron en 1968. El de Cary Grant, a los 77 años, con Barbara Harris, 47 años menor, en 1981. Y el del ex primer ministro griego Andreas Papandreu, de 70 años, con una azafata a la que le dobla la edad. Y el más reciente, el de Hugh Heffner, de 63 años, dueño de la revista Playboy. Luego de tres décadas de agitada soltería, en las que siempre se le vio acompañado de una de sus "conejitas", acaba de contraer nupcias con una modelo, Kimberley Conrad, de 26. Dicen que cuando ella le confesó que nunca había hecho el amor con alguien mayor de 26 años, el desparpajado Heffner contestó: "Yo tampoco".

Pero si para el amor no existen barreras insalvables. otra cosa imponen las costumbres. Dicen los sociólogos que a mayor independencia de la mujer, menor diferencia. Quienes creen en esa teoría señalan que la comprensión es una cuestión generacional. De hecho, muchos especialistas consideran que cuando una mujer se enamora de un hombre mucho mayor es porque en las razones del corazón existe también una búsqueda de seguridad.

Pero algo va de aquellas épocas, cuando frágiles adolescentes veían en sus maduros maridos una figura protectora para hacerlas a su imagen y semejanza. Aunque nadie puede negar que esa fórmula hizo muchos matrimonios felices, nada tiene que ver con las parejas de hoy. Con historias igualmente románticas, muchos hombres maduros no están precisamente casados con seres frágiles; por el contrario, sus esposas son mujeres que saben muy bien lo que hacen y lo que quieren.

"En la era de las parejas maduras, cuando nunca es tarde para volver a empezar, prima la idea de vivir satisfactoria y plenamente la vida adulta.

Y a la hora de contraer, no puede hablarse de una edad ideal. Mientras las expectativas de vida se prolongan, las parejas tienden a apartarse de los rígidos patrones que antes prevalecían", señala la sicóloga y terapista de pareja Jeannette Samper de Sánchez.

Hoy son frecuentes los casos de "parejas disparejas" en las que los dos salen ganando en esta particular simbiosis en la que conviven la madurez y la experiencia con la frescura y la vitalidad. SEMANA entrevistó a varias mujeres jóvenes casadas con hombres mayores. Y, al parecer, la única diferencia que existe en su relación es la edad. Y el amor no tiene edad.--

"VEINTE AÑOS NO ES NADA"

Marta de Lemos:
"Cuando me iba a casar todo el mundo me decía que no iba a funcionar. Pero en cinco años de noviazgo y dos de matrimonio hemos pasado por tantas cosas, que ya hemos dado muchas pruebas de solidez. Aunque ha sido un tiempo muy corto, considero que, en intensidad, vamos a cumplir las bodas de oro.

El es muy conservador y trascendental y yo más descomplicada y práctica en la vida diaria. En eso ya he obtenido algunas victorias como no tener que llevar la biblioteca y la mitad de la casa para un fin de semana en Melgar. Pero ambos somos de temperamento tranquilo y nos gustan las mismas cosas. Claro que él tiene más experiencia, más madurez y más erudición que yo, pero eso es ventaja porque es más comprensivo y más paciente. Además, es un hombre seguro, que sabe lo que quiere y me orienta muy bien.

Aunque somos de distintas generaciones, en la casa soy una matrona y me encanta cocinar. No soy una mujer muy liberada ni de una gran actividad profesional, aunque siempre le he ayudado en el trabajo. En muchos aspectos de nuestra relación funciona la democracia y siempre gana la idea más inteligente. Yo digo que más que el peso de los años yo he sentido el peso de los siglos, porque con un hombre de su cultura es muy fácil pasar, en una conversación, del siglo XII antes de Cristo al siglo XXI".

Inés de Salgar:
"José siempre dice que desde el día que nos casamos establecimos un acuerdo tácito para acabar con el mito del almanaque. Y desde ese día quedamos de la misma edad. En realidad, yo nunca lo he visto como un hombre mayor, porque siempre hemos tenido las mismas inquietudes y nos han gustado los mismos programas. Además, él tiene un temperamento tan jovial y entusiasta que no dice no a nada; por el contrario, soy yo la que a veces prefiere quedarse en la casa.

Mi mamá se opuso mucho al matrimonio, no sólo porque era mayor, sino porque era viudo y con cuatro hijos adolescentes. Así que llegué de luna de miel a cuidar noviazgo. Pero siempre los tuvimos en cuenta y quizás por eso nunca tuvimos mayores problemas. Esta es una democracia en la que todo el mundo tiene derecho a opinar y todo se habla en la mesa. Y él siempre estaba pendiente de sacar tiempo para nosotros dos. Después vinieron los dos hijos nuestros, que son de la edad de sus nietos. Así que no ha tenido tiempo de dedicarse a ser abuelo. Aunque tenemos temperamentos distintos, nos complementamos muy bien. Llevamos 21 años de matrimonio y para mi él sigue siendo el hombre ideal".

María Cecilia Botero:
"La mayoría de la gente no nos daba más de seis meses de matrimonio y llevamos ocho años muy felices. Luego de cuatro meses de noviazgo, yo me tuve que someter a una intervención quirúrgica ambulatoria y por una negligencia médica estuve al borde de la muerte; en ese momento decidimos no perder más tiempo. A mi mamá la diferencia de edades le parecía terrible, además era el quinto matrimonio de David. Pero mi argumento era que yo ya había estado casada con un hombre de mi edad y no había funcionado. Así que tenía derecho a una segunda oportunidad.

Aunque en escena es David quien manda, en el hogar él y Mateo nuestro hijo de 5 años, me nombraron directora técnica. Estoy a cargo de todo, desde manejar las chequeras hasta hacer las reparaciones caseras. A nosotros mismos nos asombra que, a pesar de pertenecer a distintas generaciones y de haber sido educados en forma diferente, tengamos tanta afinidad. Somos muy caseros y coincidimos en los gustos por las cosas, por la manera de vivir, por el trabajo. Creo que la diferencia de edad es algo relativo, en realidad son otras cosas las que cuentan a la hora de entenderse".

Edna Rocío:
"El fue mi primer y único novio. Lo conocí cuando tenía 14 años. Al principio era sólo una admiración mutua, dos años después nos ennoviamos. Claro que mi familia veía un problema en la diferencia de edad, y sólo hasta cuando terminé bachillerato, el día del grado, me permitieron salir sola con él a comer a un restaurante. Durante dos años tuvo que hacer visita de novio con mi abuelita enfrente.

Nos casamos hace cinco y hasta ahora, y a pesar de los malos presagios, el matrimonio ha funcionado muy bien y no hemos tenido problemas. Yo soy muy tranquila y además él me acolita todo lo que me gusta, hasta la discoteca. La mayoría de las discusiones que tenemos son por cuestiones de trabajo. El me asesora en el vestuario y en eso es más moderno que yo. Aunque también es más celoso, como creo que todo el mundo lo es. Pero una cosa es la cantante y otra la esposa. Aunque en la casa él es quien dispone y organiza, porque yo soy pésima cocinera y muy desordenada. El ha sido mi respaldo profesional y personal".