La gente más inteligente se preocupa más por la condición humana. | Foto: DonkeyHotey / Wikimedia

VIDA MODERNA

Siete problemas de ser inteligente

Ser más listo no significa necesariamente ser más feliz, más productivo o más tranquilo. A veces es todo lo contrario.

19 de noviembre de 2016

Se dice que un día Isadora Duncan le propuso al dramaturgo Bernard Shaw tener un hijo juntos. "Con tu inteligencia y mi gracia tendría todas las posibilidades", le anotó la famosa bailarina. "Ni lo sueñe, señora -respondió el irlandés-. ¿Qué tal si sucede a la inversa?".  Como lo sugirió el dramaturgo inglés: nadie domina la lotería cromosómica. Sin embargo, todos quieren ganársela. 

Por siglos la humanidad ha intentado descifrar cómo medir la inteligencia y en especial como obtenerla. Sin embargo, diferentes estudios recientes han demostrado que gozar de esta en exceso puede no ser tan bueno como todos creen. 

Aunque suene obvio, la inteligencia no suele ser sinónimo de felicidad, seguridad, tranquilidad o éxito necesariamente. Aunque ayuda en la vida, también trae sus complicaciones. Aquí diez de estas:

1. Necesitan más tiempo solos 

Un estudio del departamento de Sicología del London School of Economics and Political Science analizó el comportamiento de más de 15 mil adultos jóvenes. Los investigadores encontraron que la mayoría de seres humanos logran sus momentos de gran felicidad cuando están compartiendo con otras personas, en especial con quienes aman. Sin embargo, esto no les sucede a quienes son muy inteligentes. Muchos de estos afirmaron no necesitar de otros pues encontraban ese sentimiento especialmente estando solos. 

La verdad es que aunque a veces es necesaria, la soledad se puede convertir también en un problema. La mayoría es consciente de que fumar, llevar una dieta poco saludable o tener una vida sedentaria pueden ocasionar problemas de salud. Cada vez hay más evidencia sobre el daño que el estilo de vida solitario puede ocasionar a una persona. Una revisión científica de noviembre pasado, para la cual se analizaron estudios hechos en los últimos 34 años con 3 millones de personas, reveló que el aislamiento social o la sensación de soledad generan una carga en la salud similar a la que producen la obesidad, fumar 15 cigarrillos diarios, sufrir diabetes, no hacer ejercicio o ser alcohólico. 

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2. Trabajar, trabajar y trabajar

Las personas inteligentes suelen, según ese mismo estudio de London School of Economics, tener muchas más ambiciones, en especial laborales. Eso que quieran pasar más tiempo en el trabajo que la mayoría de las personas. Su objetivo es cumplir metas y completar tareas, por eso es muy fácil que ante un reto se presente la adicción al trabajo. En el mundo, en el que hay un ranking para todo, varios estudios han hecho esa correlación. El país número uno en esta adicción es Japón, que a su vez ocupa el tercer lugar en términos del IQ de sus ciudadanos. Corea del Sur, por su parte, es el segundo país en IQ y el cuarto en “workaholiscm”. Aunque esa condición es muy aplaudida por la sociedad, la verdad es que los seres humanos necesitan una vida con armonía para la salud y la familia. Estudios estiman que 10 de cada 100 personas padecen de este síndrome.

Según el experto Bryan E. Robinson, psicoterapeuta y autor del libro Encadenado al escritorio: una guía para ‘workaholics’, estas personas tienen poco equilibrio en sus vidas. “No tienen muchos amigos, no se preocupan por su salud ni tienen casi ‘hobbies’. Mientras que están por fuera de la oficina no pueden dejar de pensar en su trabajo”, afirma Robinson. Los workaholics también suelen ser personas extremadamente perfeccionistas y controladoras. En ocasiones les cuesta delegar funciones o trabajar en equipo porque quieren hacer todo, lo cual a veces puede generar tensiones y afectar el clima laboral. Pese a que son muy productivos, centran su autoestima en los logros laborales y profesionales. Esto los hace perder a veces la noción del tiempo en medio de sus tareas y sienten que no pueden darse el lujo de tener ratos libres para el ocio.

3. Más baja insatisfacción sexual  

El estudio de London School of Economics demostró una particularidad: muchas personas demasiado inteligentes tienen en su mayoría una menor actividad sexual. Esto se debe en gran parte a que la socialización es menor y el tiempo en el trabajo mucho mayor que otras personas más del “común”. Y que aveces el sexo deja de ser una prioridad. El problema es que la frecuencia sexual tiene gran incidencia en la felicidad de las personas. Los economistas, especialmente aquellos que indagan sobre las cosas que hacen feliz al ser humano, han estado intrigados por el papel que el sexo juega en la satisfacción personal. Uno de los primeros aportes lo hizo el premio nobel Daniel Kahneman, al encontrar que la actividad que más placer generaba en las personas eran las relaciones íntimas. La peor, ir de la casa al trabajo. 

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4. No es solo ser inteligente

Cuando le preguntan por el factor primordial de su triunfo como actor y músico, Will Smith contesta que no es ni el talento ni la inteligencia sino la determinación de trabajar con más ahínco que cualquiera y no darse por vencido. El escritor John Irving, autor de The Cider House Rules y The World According to Garp, sufría de dislexia en el colegio y era un estudiante mediocre en literatura que en el examen SAT, el equivalente al Icfes, alcanzó solo 475 de 800 puntos posibles. Irving explica que más que por su aptitud para las letras, ha tenido éxito por su disciplina de trabajar lentamente y revisar una y otra vez sus borradores para perfeccionarlos. 

Esto no quiere decir otra cosa que el éxito de la vida a veces no depende solo de la inteligencia, sino de la perseverancia. Un estudio de la Universidad de Pensilvania que ha sido citado más de 1.000 veces y realizó una charla TED que tiene ya más de 8 millones de vistas asegura que “la perseverancia le gana al coeficiente intelectual, y a las pruebas de conocimiento en la predicción de quienes van a tener éxito”, dice. Las personas muy inteligentes a veces sienten que tienen que esforzarse menos y terminan siendo superadas por quienes hacen la tarea. 

5. Viven más angustiados 

Según un estudio publicado por BBC Mundo “mientras que la mayor parte de nosotros no sufrimos demasiado de angustia existencial, la gente más inteligente se preocupa más por la condición humana o se angustia con la estupidez de los demás. La preocupación constante puede ser, además, signo de inteligencia. Estudios demostraron que aquellos con un alto coeficiente intelectual se preocupan más y sufren mayores niveles de ansiedad a lo largo del día. Pero la ansiedad no proviene de plantearse las grande preguntas existenciales, sino de preocupaciones mundanas que los más inteligentes tienden a replantearse una y otra vez”.

6. Pueden ser inteligentes, pero quizás no sabios

La BBC agrega otro problema de los muy inteligentes: el punto ciego de parcialidad. Esto significa que muchas de las personas que sienten que son muy listas pierden la capacidad de ver sus propios defectos. Diferentes estudios han demostrado que no es la inteligencia la que lleva a las personas a acertar en sus decisiones sino la sabiduría. La estadounidense Pamela Druckerman, autora del libro Bringing up Bebe, y radicada en París, escribió una columna en el diario The New York Times en la cual hace un listado de las cosas que una persona de 44 años, como ella, ya debe haber aprendido a esa altura.

Estos eran algunos: Preocuparse menos por lo que la gente piensa de uno, dormir ocho horas continuas, aceptar que no existen las almas gemelas, Decir ‘no’, no desgastarse ni pelear pensando en si Dios existe. Y uno basado en un estudio muy particular: “saber que uno no es tan especial como creía: 95 por ciento de las personas son comunes y corrientes y solo el 5 por ciento son únicas. Saberlo es una decepción pero también un alivio”. El texto se volvió viral porque aunque ningún consejo era “demasiado intelectual”, si representaba la sabiduría de la vida. 

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7. No duermen bien 

Un estudio de la universidad de Londres relacionó el IQ con los problemas de insomnio. Después de entrevistar a cientos de personas, quienes tenían más IQ sostuvieron que solían quedarse más tarde despiertos pues les gustaba aprovechar al máximo su día. Mientras otras personas usan la noche para estar con su familia, tener sexo, o simplemente ver televisión, muchos de los inteligentes usan esas horas en las que por fin pueden tener momentos de soledad para adelantar trabajo. El problema es que dormir muy pocas horas también trae muchos problemas. Muchas personas posponen la hora de ir a la cama para hacer otras actividades, como si dormir fuera una pérdida de tiempo. Pero cada vez más estudios confirman lo obvio: que el sueño es vital para la salud

Según los expertos, casi todas las células del cuerpo se afectan cuando esta función se interrumpe. Por lo tanto robarle tiempo a esta fundación reparadora tendría efectos negativos en muchos órganos, desde el corazón hasta el sistema inmunológico. Se ha establecido que entre 7 y 8 horas en brazos de Morfeo son indispensables para tener una salud óptima. Estas son siete consecuencias nefastas de no dormir lo requerido.