VUELVE EL CAIMAN

Aparecen en Bahía Portete cerca de un centenar de cocodrilos agujos, una especie en extinción en el mundo

31 de diciembre de 1984

¿Cocodrilos en el Cerrejón?
No exactamente, pero casi. Se trata de la aparición en plena Bahía Portete, donde se encuentra Puerto Bolívar, el terminal marítimo para la exportación del carbón, de una especie de cocodrilos en extinción en el mundo. El nombre de la especie es Crocodylus acutus, pero en Colombia se le ha conocido siempre como caimán agujo o caimán del Magdalena.
Es el mismo que aparece en las plumillas que tenían como temática la navegación por el río Magdalena en el siglo pasado y que hoy es sólo un recuerdo en esa zona del país.
El hallazgo de medio centenar, entre ellos un buen número de ejemplares jóvenes, en una zona de manglares en el corazón de la costa de la Bahía Portete ha despertado la curiosidad de los biólogos y especialistas del Inderena, que con la ayuda financiera de la asociación Carbocol-lntercor, han diseñado un programa de conservación de la especie en ese lugar a través de la preservación, del hábitat e incluso de la repoblación, ya que la caza efectuada por los indígenas estuvo a punto de borrar a los agujos de la región.
El Hallazgo se produjo durante el dragado de lo que habría de ser el canal navegable de entrada al puerto, cuando en el curso de una inspección de suelos, algunos técnicos extranjeros que trabajaban con la draga se pegaron el susto de su vida al encontrarse de frente con un grupo de agujos de cuatro metros de largo.
La primera pregunta que se hicieron los sorprendidos ingenieros fue: ¿qué demonios hacen estos animales que la gente siempre asimila a los rios y ciénagas, nadando en aguas saladas? La respuesta la darían días después los biólogos, quienes explicaron que los ejemplares de esta especie se caracterizan por una gran tolerancia al agua salada, en particular en zona de manglares, como la que se haya en esa parte de la bahía.
El "microhábitat" hallado en el lugar está compuesto por un manglar de extensión nada insignificante: 1.300 hectáreas, combinado con playas lodosas frente a la bahía, que es muy rica en peces y tortugas y que cuenta con praderas marinas de gran variedad.
La idea inicial sugerida por los funcionarios de la asociación carbonífera fue que el Inderena trasladara a los cocodrilos a una zona de reserva en otra región del país, pero la oposición de los biólogos determinó un cambio de fórmula. Estos especialistas alegaron, con mucha razón, que en vista de que la especie desapareció hace ya varios años de los hábitat naturales como el Magdalena y las ciénagas del norte del país y que hoy apenas se conservan en criaderos artificiales del Inderena unos 120 ejemplares, resultaba absurdo sacarlos del último rincón donde podían encontrarse en forma natural.
Entonces, el Inderena comenzó a trazar un programa para proteger los manglares de Portete y, poco a poco, repoblar las 1.300 hectáreas con un buen número de crocodylus acutus. Según Vicente Rodríguez, de la División de Fauna del Inderena "sólo después de que logremos asegurar un mecanismo adecuado de control de los manglares, vamos a iniciar la repoblación, ya que no podemos arriesgarnos a poner en bandeja de plata a los cazadores ejemplares que mucho nos ha costado reproducir en nuestros criaderos de la Isla de Salamanca y San Marcos en Sucre".
La mayor dificultad en lo que habrá de ser el traslado a Portete surge de lo complejo que resulta el manejo de estos ejemplares. Aparte de sus cuatro metros de largo, se trata de un animal muy agresivo, que protege sus nidos a muerte y que apenas percibe la cercanía del hombre, se lanza al agua, medio en el cual hace gala de gran agilidad. Si se usan tranquilizantes para dormirlo, también busca el agua, donde suele ahogarse debido a que el sedante le impide luego salir. De ahí que no sean para nada sencillos los preparativos de viaje de las cinco o seis parejas de estos "fósiles vivientes" que el Inderena piensa trasladar a mediados del próximo año a los manglares de Portete.