Manifestación del 4 de abril de 2009, en la que los habitantes de La Gloria protestaron en contra de la presencia de granjas industriales de cerdos. | Foto: Foto: diario mexicano La Jornada

ANTETITULO

Denuncian que el origen de la gripe está en criaderos industriales

El autor de estas líneas se remonta a los tiempos del zipa para recapitular la historia de Tocancipá, su legado indígena y las primeras actividades que impulsaron su espíritu industrial.

30 de abril de 2009

Hacer un recorrido por la historia de Tocancipá nos lleva necesariamente a los tiempos prehistóricos, para así entrar al Valle de Toquencipe, enmarcado por los cerros orientales, el manto rocoso del Abra y el cerro ceremonial de Tibitoc, estos últimos con vestigios fósiles de animales prehistóricos y la huella de los primeros habitantes cazadores. También contienen muestras de arte rupestre, mediante pictogramas encontrados en las rocas del Abra de al menos 12.500 años de antigüedad.

El territorio de Tocancipá estuvo habitado por varios grupos de muiscas, asentados unos en la montaña y otros en la planicie. Los españoles encontraron a los indígenas de Toquencipe, Unta, Partan, Tibitoc y Cueca. Se dice que el zipa celebraba aquí sus alegrías y triunfos militares, con grandes fiestas, por eso Tocancipá significa Alegrías del zipa.

Los aborígenes tenían como base de su economía la alfarería. Fabricaban vasijas de barro para luego intercambiar por otros productos. Existieron otros grupos dedicados a la siembra, ubicados en la zona de planicie, conocedores de los ciclos del clima, quienes preparaban la tierra con eras de gran tamaño para evitar que el agua la anegara.

La tradición del manejo de los metales estuvo marcada por la elaboración de figurillas de oro, cobre y tumbaga, principalmente para ofrendar en rituales o ceremonias colectivas o individuales, y fueron los tibas los encargados de esta importante labor. El tejido de mantas y prendas de vestir en algodón fue otra actividad bien desarrollada, eran las mujeres las que hilaban y los hombres quienes tejían con vistosos diseños de colores.

Las travesías de los comerciantes se realizaban a pie. Recorrían grandes distancias para llegar a zonas de intercambio como Facatativá, Zipaquirá, Nemocón, Ubaté y Tunja. Esta tradición alfarera fue reconocida por los españoles durante la época de la Colonia en varios momentos, mediante cédulas reales que atendían a los censos de indígenas que desarrollaban la actividad y se ordenaba la fabricación de ollas para la explotación de la sal en Zipaquirá.  Estos reconocimientos eximían a los indígenas de ir a prestar sus servicios a las minas de esmeraldas u otros quehaceres.

La conformación hispánica del actual pueblo de Tocancipá data del año 1561 cuando se creó la encomienda y las tierras fueron entregadas por el cabildo de Santafé a Juan de Penagos. La fundación como tal ocurre el 21 de septiembre de 1593 y le correspondió al licenciado oidor español don Miguel de Ibarra, por encargo de la real Audiencia del Nuevo Reino de Granada. Aquí se estableció la primera iglesia de la región y posteriormente la primera casa hospital para la atención de los indígenas.