GLOBULITOS MILAGROSOS

A pesar de los embates de la medicina oficial la homeopatía gana terreno

17 de junio de 1985

Aunque no es considerada como una ciencia, se ha ido convirtiendo en objeto de investigaciones y cada día gana más adeptos en el mundo entero. Es la hemeopatía, una terapéutica que cura sin ir en contravía de la naturaleza.
Los medicamentos homeopáticos son como algunos productos que vienen envasados. Para ser eficaces deben ser vigorosamente agitados. Christian Frederic Samuel Hahnemann (1755-1843), creador de esa extraña medicina, sostenía que sin ese "agítese antes de usarse" que los "dinamiza", los remedios homeopáticos pierden sus virtudes. Estos medicamentos tienen sus secretos. Para tratar un mismo síntoma, por ejemplo un dolor reumátíco, no se prescribirá el mismo producto, depende de si el paciente se siente aliviado con compresas de agua fría o con compresas de agua caliente.
Pero, ¿por qué, después de tantos siglos, la homeopatía ha resistido todos los asaltos de la medicina oficial, científica, y por qué, cuando los transplantes de órganos están a la orden del día, lo mismo que la manipulación genética, esa medicina llamada "dulce" gana tanto favor entre las gentes?
La homeopatía, especialmente en algunos paises de Europa, está de moda. Las cifras del negocio se calculan solamente en Francia en 700 millones de francos anuales, con un aumento del 20% cada año. Después de 1965, la Seguridad Social aceptó incluir ese tipo de medicinas en la lista oficial de la Farmacopea francesa y además, varios decanos de las facultades de medicina han comenzado a introducir una cátedra sobre la materia.
El caso de Francia no es único. En Inglaterra, por ejemplo, un anciano ministro conservador, Lord Home, apoyado por el principe Carlos, ha lanzado una campaña en favor de esas otras medicinas. Según un sondeo realizado por el Times, tres cuartas partes de los médicos graduados desde 1970 se muestran favorables hacia ese tipo de medicamentos.
La primera regla de la homeopatía es justamente la de nunca maltratar la naturaleza, la de no hacerle daño. Los medicamentos utilizados son diluidos hasta tal punto, que sus adversarios critican el hecho de que no contienen la menor traza de sustancia activa. En todo caso, no pueden hacer mal. Sólo se les ha podido encontrar un inconveniente menor: que dejando derretir bajo la lengua los pequeños glóbulos de azúcar en los cuales son incorporados los medicamentos homeopáticos, se favorece la formación de caries dentales.
LA PIEDRA ANGULAR
Curiosamente la homeopatía hace soñar. Llegando al final de un siglo que ha llevado hasta el absurdo el fanatismo de la razón, Occidente ha redescubierto con delicia el prestigio de lo irracional. La fama de la homeopatía recoge aquella de la sabiduría oriental, de la astrología, de los platillos voladores. Porque no se puede negar que la doctrina elaborada por Hahnemann y celosamente defendida por sus herederos, está más cerca del pensamiento mágico que de las disciplinas del análisis cartesiano.
En el siglo XVII, los misioneros jesuitas llevaron a Europa un viejo remedio de los indios peruanos, corteza de quinina, que se consideraba la mejor medicina contra los accesos de la "fiebre de los pantanos". En 1820, aprovechando los progresos de la química, dos farmacéuticos franceses, lograron extraer de la corteza de la quinina un principio activo, un alcaloide, la quinina, que en lo sucesivo se pudo dosificar con precisión. Pero los medicos no quedaron del todo convencidos y hacían énfasis en que se presentaban casos de fiebres intermitentes que la quinina no curaba. Hasta que en 1880, un médico militar, Alphonse Laveran, descubrió en un hospital, en la sangre de un enfermo, el parásito responsable del paludismo. Desde entonces, las cosas en esta materia se hicieron más claras. La quinina curaba el paludismo, porque mataba el parásito, y no producía efecto alguno en fiebres de otro origen.
Treinta años antes, Hahnemann se había interesado también en la corteza de la quinina. Preocupado por explicar sus propiedades curativas, se había preguntado por el efecto que podía producir en un individuo con buena salud. Resolvió ingerir una cierta cantidad y constató la aparición de fiebre, lo mismo que un cierto número de síntomas similares a los del paludismo. Sin embargo no prosiguió con la investigación, ni se siguió interesando por la quinina. Inmediatamente generalizó, deduciendo de su experiencia, el principio de la similitud que habría de convertirse en la piedra angular de la homeopatía. Un remedio es eficaz cuando produce en el hombre sano los síntomas de la enfermedad que se quiere curar. Razonamiento de la misma estirpe que aquel que atribuía virtudes afrodisiacas a la mandrágora, porque su raiz bifurcada podia hacer pensar en un hombre en erección.
Tomados en dosis altas, los productos homeopáticos son nocivos:
producen en el organismo los mismos desórdenes que la enfermedad que intentan curar. Pero cuando se tiene la precaución de darlos en dosis ínfimas, el efecto es el contrario: hace desaparecer los desórdenes. Es el segundo descubrimiento de Hahnemann: el de la "disolución infinitesimal". Infinitesimal es la palabra justa: se toma una gota del producto y se mezcla con 100 gotas de agua o de alcohol. Luego se comienza de nuevo: una gota de esa solución en otras 100 de agua o de alcohol. Se recomienda repetir el procedimiento 5, 9, 15, hasta 30 veces. Sin olvidar, cada vez, agitar la solución. Se cuenta 5 CH 9 CH, 15 CH, 30 CH (por centécimas hahnemannianas).
Principio de similitud y dosis infinitesimales son las bases fundamentales de la homeopatía, sus defensores, al amparo de Hahnemann, han continuado desechando las conclusiones más ciertas de la ciencia, y no han intentado nunca encontrar con ella un lenguaje común. A los insultos, a los sarcasmos, ellos responden con los hechos, sus hechos.
Porque es un hecho que la homeopatía obtiene resultados, algunas veces espectaculares. Un caso conocido en la historia de la homeopatía es el de un oficial francés que fue herido durante la segunda guerra. Tenía alojadas dos balas cerca de la columna vertebral, lo que le había provocado una lesión de los tejidos que lo condenaron a una parálisis progresiva de las piernas. Recurrió a los más importantes especialistas que se declararon incapaces de curarlo, hasta que uno de ellos, con la idea de que la esperanza es lo ultimo que se pierde y la peor diligencia la que no se hace, decidió enviarlo a donde un homeópata. Después de tres meses de tratamiento, el ex oficial empezó a recuperar el movimiento de sus piernas.
Actualmente, hay pediatras que sostienen que las otitis, las adenoides y la tos ferina de sus pequeños pacientes son curables por medio de la homeopatía.
Más alla de las disputas doctrinarias, parece que en la práctica puede ser posible un acercamiento entre la dos medicinas. Ante un cáncer, un infarto del miocardio, una infección aguda, una úlcera que sangra, sin duda alguna la medicina clásica se impone. Pero continuamente se ve desarmada ante los problemas llamados funcionales, porque ellos no corresponden a ninguna lesión orgánica precisa, ante las enfermedades de la piel, las reacciones alérgicas, los desórdenes digestivos, ciertos dolores, que constituyen el terreno de acción de la homeopatia.

EL EFECTO PLACEBO
Nada hay que impida combinar las dos formas de tratamiento. Por ejemplo, se puede utilizar la homeopatía para reactivar más rápidamente el tránsito intestinal despues de una intervención quirúrgica, o se puede prescribir un antibiótico para combatir una infección y un remedio homeopático para reforzar las defensas naturales.
En todo caso, aun los más violentos adversarios de la homeopatía, han tenido que admitir, ante algunas pruebas, que hay "alguna cosa". Y es lo que los seguidores de la medicina oficial llaman el efecto placebo. Se administra a un enfermo, sin que lo sepa, una sustancia inerte, un placebo, en lugar de un medicamento que debía normalmente tomar. Su organismo reacciona como si realmente hubiera absorbido la sustancia activa. Cura, en cierta forma, porque se espera que cure. Es la fe que salva. Ese efecto placebo, que varía según las enfermedades, los individuos y las circunstancias, es actualmente reconocido.
La homeopatía ha ido venciendo barreras, especialmente en algunos países de Europa, en donde cada día se le mira con menos recelo. En Londres muchos hospitales han hecho experimentos con enfermos de osteoartritis, una forma de reumatismo invalidante y doloroso de la cadera y de las rodillas. Durante uno de ellos, los enfermos fueron divididos en tres grupos. Al primero se le administro un antiinflamatorio, al segundo una preparación homeopática, y al tercero un placebo. Los resultados, mostraron que el alivio aportada por el remedio homeopatico era inferior al logrado por el tratamiento clásico, pero del mismo orden que el producido por el placebo.

Pero hay quienes insisten que la homeopatía es algo más que un placebo. Y para probarlo se han realizado algunos experimentos en Francia. En 1983, se ensayaron preparaciones homeopáticas no sobre enfermos, sino sobre células que no están sometidas a posibles cambios de humor. Los primeros ensayos, con medicamentos para la circulación sanguinea, fueron negativos. Otros, realizados con tres sustancias (dos destinadas a tratar procesos inflamatorios, belladona y hierro fosfórico, y reacciones alérgicas Apis Mellifica), dieron resultados estadísticamente significativos. En un caso, la reacción de las células, de acuerdo con la doctrina Hahnemann produjo resultados opuestos frente una solución 5 CH y a otra 15 CH.
Para valorar la importancia de estos resultados es bueno saber que nada, en el estado actual de los conocimientos en física y química, permite pensar que haya alguna cosa en una solución 15 CH. Ni siquiera, como lo pretenden los homeópatas, el recuerdo del paso de un principio activo. El médico que hizo los experimentos acepta y dice "yo no explico, yo constato. Y voy más lejos. Aún si quedan algunas moléculas del medicamento en 9 CH, éstas no son ciertamente suficientemente numerosas como para actuar conforme a las leyes de la biología molecular, adaptándose a los receptores celulares como la llave a la cerradura. Por lo tanto, hay allí una acción ".
Tales son los hechos. Han sido publicados recientemente en revistas médicas, peso sin bendición y tal vez prematuramente como lo han afirmado algunos científicos. Antes de lanzar una "chiva" tan grande habría que haber asegurado las bases: no solamente vigilar que el trabajo no tenga lagunas, sino también tener los medios de responder a todas las objeciones que puedan hacérsele. Aún así, actualmente, el mundo de la homeopatía está irrumpiendo como un volcán, quizá un poco rápido. Sería mejor esperar un poco, porque no es seguro que esos experimentos resulten tan provechosos para la homeopatía como se piensa. Paradójicamente, si la homeopatía accede a la consagración que la medicina oficial le ha negado, se arriesga a perder lo que había sido su especificidad y su folclor y quizá también, su charme a los ojos del público.
EN COLOMBIA ¿QUE?
Francisco Yepes, ex secretario del Ministerio de Salud, asesor actual del Ministro de Salud para el Plan de Supervivencia, y docente de la Universidad Javeriana, fue consultado por SEMANA sobre la práctica de la medicina homeopática en nuestro medio.
SEMANA: ¿Cuál es el panorama de la homeopatía en el país?
FRANCISCO YEPES: En Colombia no ha habido un tratamiento científico de la homeopatía como sí se le ha dado en otros países. Detrás del ejercicio de la homeopatía se amparan muchos charlatanes e irresponsables que nada tienen que ver ni con la ciencia, ni con la medicina. El problema grave que habría que encarar es determinar quienes ejercen la homeopatía sin ser médicos y establecer si existen médicos alópatas que la practican.
S.: ¿Existen en Colombia facultades de medicina que ofrezcan especialización en homeopatía?
F. Y.: No, no hay un solo modelo de enseñanza en Colombia que se aparte de la medicina alopática. Esta es la única que se enseña en nuestras facultades de medicina. De todas formas esta enseñanza contrasta con los avances en otros países. La medicina china, por ejemplo, en lo que se refiere a la acupuntura y otras terapéuticas está muy adelantada. Otra medicina alternativa es la de la India. Si bien el ejercicio de la medicina alopática es el único que conocemos, estas otras formas alternativas de hacer medicina son válidas a nivel científico y responden a muchas necesidades y dolencias de los pacientes.
S.: ¿Considera que es válida la práctica de la medicina homeopática ?
F. Y.: Claro. Yo creo que esta medicina es válida y podría tenerse como un complemento de la medicina alopática. Pero lo normal es que el médico tradicional, hasta donde yo tengo conocimiento, no recurre a la homeopatía.
S.: Son muchos los homeópatas que afirman que los médicos alopáticos no recurren a esta medicina porque es muy barata y además se afirma que existen presiones en contra, de los grandes laboratorios que producen drogas.
F. Y.: Yo no creo. Si bien es cierto que la medicina alopática es costosa, no se puede afirmar que la homeopatía sea más barata. Es de todos conocido que los teguas y charlatanes muchas veces cobran cifras exageradas por tratamientos que podrían resultar menos costosos en la medicina tradicional. Esto no quiere decir que todos los homeópatas son teguas y charlatanes, pero hay que tener cuidado para no dejarse engañar.

EL ULTIMO RECURSO
En Colombia, la homeopatía es asociada por muchos como una forma de charlatanería, como un recurso para descrestar calentanos. Sin embargo, su práctica se ha extendido especialmente para pacientes que han agotado todos los recursos de la medicina clásica. "Es el último recurso", dicen los enfermos. Pero esta filosofía de que "la peor diligencia es la que no se hace" ha hecho que proliferen teguas, charlatanes, curanderos y brujos que, amparados bajo el supuesto título de homeópatas, adelantan prácticas anticientíficas, en muchos casos peligrosas.
De acuerdo con la reglamentación del Icfes, la homeopatía sólo pueden practicarla médicos graduados, según la Resolución 050 de 1980. En el nivel de pregrado, únicamente existe licencia de funcionamiento para la "Escuela Homeopática de Colombia", expedida por el Ministerio de Gobierno, pero sin reconocimiento del Icfes.
"El Instituto Homeopático G. Paez" ofrece cursos de postgrado a médicos graduados y hasta el momento ha dado título a 40, aunque el Icfes tampoco le ha otorgado licencia. Pero son muchas las personas que afirman haber hecho cursos y que acreditan especialización en esa área. Una de ellas es el hermano Albino Parra, perteneciente a la comunidad de San Juan de Dios, quién fue entrevistado por SEMANA
El hermano Albino viene ejerciendo como homeópata desde el año de 1958 en la Clinica San Rafael de Bogotá. Egresado del Instituto de París, fue alumno del doctor Leon Vennier, considerado como uno de los padres de la homeopatía. El hermano Albino no cobra una tarifa específica, sino que recibe colaboraciones voluntarias. Diariamente atiende entre 30 y 50 pacientes, pero en vacaciones la consulta alcanza 100 diarios. Consultan por todo tipo de enfermedades, pero quienes más acuden a esta terapéutica son las mujeres. "practicar la homeopatía, dice el hermano Albino, es una ventaja, porque se puede aplicar a cualquier tipo de enfermo. No se trata una enfermedad en particular, sino a la persona, ya que una dolencia en cualquier parte del cuerpo afecta al individuo en su totalidad. Aunque la mayoría de la gente piensa que los glóbulos, las gotas y las inyecciones son iguales para todos los pacientes, esto no es cierto. La homeopatía cuenta con 7.000 drogas diferentes. Pero en Colombia se utilizan sólo unas 600 a 700. La medicina alopática, puntualiza el hermano Albino, tiene un límite. Cuando la enfermedad pasa a ser crónica el tratamiento pierde efectividad, mientras que la homeopatía cura cualquier tipo de enfermedad así sea crónica". Por su parte, miembros directivos de la "Escuela Homeopática de Colombia" (que funciona desde 1977) contaron a SEMANA que para el ingreso a su escuela no sólo se exige el cartón de bachiller y un examen de aptitudes semejante al de cualquier facultad de medicina, sino pasar una entrevista, en la cual se intenta determinar la seriedad del solicitante y su interés por aprender la homeopatía. Los estudios duran 6 años e incluyen casi las mismas materias que se dan en una facultad de medicina alopática. Entre las farmacias que expenden drogas homeopáticas, hay algunas que no lo hacen muy ortodoxamente, pero de las reconocidas, en Bogotá hay tres: la "Hahnemann" (nombre correspondiente al padre de la medicina homeopática), la "Similiu" (por aquello de que las drogas homeopáticas se basan en el principio de que lo similar cura lo similar) y la "Santa Rita", la más antigua, con más de 37 años de estar funcionando.
Si para muchos el recurrir al homeópata es cosa de locos, habría que tener en cuenta que en el pais existen 26.252 médicos graduados hasta diciembre del 84 (datos suministrados por la Asociación de Facultades de Medicina), lo cual representa 6 médicos por cada 10.000 habitantes. Si a esto se suma el alto costo de los servicios médicos y la escasa cobertura del Seguro Social, se explica el porqué del auge de la homeopatía y de otros tipos de terapéuticas no oficiales. La clave, para quienes quieren o tienen que acudir a la homeopatía, es asegurarse de la idoneidad del homeópata, para que no les metan gato por liebre. Porque la homeopatía, bien practicada, tiene "un algo" que opera efectivamente, como lo han demostrado investigadores y algunos científicos de países donde la ciencia en general esta más desarrollada.