TIBURON III

Buscando cura para el cáncer, científicos investigan por qué los tiburones son resistentes a los tumores.

24 de octubre de 1988

Terror es lo que produce la posibilidad de encontrarse un tiburón en el mar. Pero algún día es probable que el ser humano pueda sentirse agradecido con ese animal por salvarle la vida. ¿Cómo y por qué?.
Parece que casi nunca los tiburones sufren de cáncer. En 21 años de investigaciones sobre tumores en animales adelantadas por el Instituto Smithsonian, sólo se han registrado 12 tumores en tiburones -1% del total de tumores encontrados en todos los peces- y de esos 12 sólo tres eran malignos. Los científicos intentan determinar por qué, con la esperanza de poder transferir a los seres humanos la resistencia de los tiburones a esa enfermedad.
La investigación surgió de un trabajo iniciado en los años 70 por el doctor Judah Folkman, un biólogo especializado en tumores de la escuela de Medicina de Harvard. El equipo de Folkman demostró que los tumores sólidos, para crecer, deben "reclutar" una rica red de vasos sanguíneos que los suplirá con nutrientes. El proceso de generación de estos vasos sanguíneos se llama angiogénesis. Las células del tumor segregan químicos llamados factores de crecimiento, los cuales se extienden a través de los tejidos cercanos a los vasos sanguíneos.
Allí estimulan a los vasos para que envíen una corriente de nuevas ramificaciones hacia el tumor. Si la angiogénesis puede detenerse, piensan los científicos de Harvard, muchos de los tumores pueden desactivarse y atrofiarse. Por una corazonada, los investigadores decidieron buscar un inhibidor de la angiogénesis en el cartílago. Como el cartílago por lo general no tiene vasos sanguíneos, los científicos pensaron que tal vez ahí había algo que impedía que los vasos se desarrollaran. A finales de los años 70 y comienzos de los 80, investigadores de las universidades de Harvard MIT demostraron que extractos de proteína extraídos de cartilago de vaca, cuando se inyectaban en animales de laboratorio, podían inhibir la proliferación de vasos sanguíneos e impedían el crecimiento de ciertos tumores. Y es aquí donde aparecen los tiburones.
Los tiburones no tienen huesos. Sus esqueletos son completamente cartilaginosos. El hecho de que casi nunca presenten tumores parece ser más que una coincidencia. Por eso decidieron que era mejor aislar el misterioso inhibidor a partir de esos terribles depredadores y no de las vacas. Obtuvieron cartílagos de tiburones del mar de la Florida, los limpiaron y los seccionaron. Luego pusieron los pedazos en una solución para obtener extractos crudos de proteína. Los extractos fueron separados en grupos de proteínas basados en su tamaño molecular y probados por su capacidad para impedir el crecimiento de vasos sanguíneos. Redujeron la muestra a un grupo de 6 ó 7 proteínas que poseían la función que buscaban.
Sin embargo, aún no saben cuál proteína y cuál combinación de ellas es la responsable de inhibir el crecimiento de vasos sanguíneos. Pero no pierden las esperanzas de poder llegar a encontrar un inhibidor del crecimiento de los vasos sanguíneos que pueda contribuir al control del cáncer en los seres humanos. Si eso sucede, los tiburones tendrán, por fin, la posibilidad de que se los mire con menos temor y con más admiración.