Patarroyo viajará a África para vacunar poblaciones en riesgo en Costa de Marfil, Ghana y Senegal. Él mismo es el vacunado número siete de su invento y dice que ha recorrido estos territorios “impunemente” sin enfermarse de malaria. Por sus trabajos es todo un héroe en varios países de ese continente, a tal punto que en Senegal hay un colegio con su nombre. | Foto: Juan Carlos Sierra

INMUNOLOGÍA

Todo listo para controlar la malaria

Según Manuel Elkin Patarroyo la vacuna contra el paludismo podría estar disponible a finales de 2017.

13 de agosto de 2016

Cuando estudiaba en la Universidad Rockefeller de Nueva York, Manuel Elkin Patarroyo empezó a trabajar en tuberculosis, pero un colega suyo, Peter Perlman, le abrió los ojos para que estudiara una enfermedad que abundaba en su propia tierra: la malaria. Hoy, 30 años después de diseñar su primera vacuna sintética, la SPf66, que logró 40 por ciento de eficacia, se prepara para ensayar en humanos una nueva denominada Colfavac, que actualmente alcanza 81,7 por ciento.

Pero lo ideal es llevarla al 100 por ciento, lo que garantizaría que todo aquel que se vacune quede protegido. El científico colombiano dice que los obstáculos con la experimentación en micos, que detuvieron el proceso de desarrollo del medicamento durante cinco años, han quedado atrás, y luego de hacer estudios en estos animales comenzará un proceso de vacunación en humanos. Si prueba la cobertura esperada, a finales de 2017 habrá logrado abrir un nuevo capítulo en la historia de la ciencia.

La vacuna evitaría un millón de muertes al año por causa de este parásito que se denomina Plasmodium. La suya está diseñada contra una especie en particular conocida como P. falciparum, la más letal de todas y prevalente en África, pero en su laboratorio se trabaja para encontrar vacunas para las otras especies.

Como se sabe, este parásito entra en el cuerpo cuando el mosquito anófeles, al picar a su víctima, deposita el parásito que lleva en la glándula salivar. Una vez en el torrente sanguíneo la larva viaja hasta el hígado y allí se reproduce rápidamente. Luego entra al sistema sanguíneo donde ataca los glóbulos rojos. Hace todo esto sigilosamente “porque tiene la astucia de evadir el sistema inmune”, dice el científico. La hazaña de Patarroyo fue conocer químicamente a ese invasor para resolver el problema. Gracias a ello diseñó un mecanismo que logra exponer al parásito ante el sistema inmune de forma que lo ataque antes de que cause estragos en el organismo. En eso consiste su vacuna sintética.

Muchos años de trabajo y miles de millones de dólares se han invertido en vacunas para este mal y otros como la tuberculosis. Según Patarroyo se han ensayado 127 vacunas, y una de las más prometedoras, aquella que desarrolla Glaxo con el apoyo de la fundación de Melinda y Bill Gates, tuvo una eficacia de apenas 27 por ciento en niños. La Organización Mundial de la Salud aún no la recomienda. “En 20 años se han invertido 40.000 millones de dólares y aún no hay nada. Nosotros hemos recibido en 40 años 38 millones de dólares, una milésima parte de esa cifra y tenemos una vacuna con el 80 por ciento de efectividad”.

Tantos intentos han fallado, dice él, porque “nadie entendió cómo era la cosa. Esto no era una solución biológica, sino química”. Y al descubrir el truco que usa el P. falciparum para esconderse del sistema inmune, Patarroyo cree haber encontrado la llave que usan otros microbios para pasar de largo ante el sistema de defensas. “El mecanismo es idéntico”, dice. Al ser el dueño del concepto y del método piensa usar esa misma fórmula para desarrollar vacunas para un amplio abanico de enfermedades infecciosas actualmente sin protección como la leishmaniasis, la tuberculosis y el estreptococo. Incluso diseñará vacunas contra otros virus como el VPH, que causa el cáncer de cuello uterino. Una de las que más le interesan es la de la tuberculosis porque fue su primer punto de interés cuando decidió embarcarse en la aventura de crear vacunas hace ya 40 años.