En un mundo que avanza con vértigo, Nina Rodríguez les propone Interludio, un EP que a través de sus cinco canciones ofrece contemplación, respiración, refugio emocional e introspección.

Tres de estas canciones son versiones reinterpretadas de clásicos latinoamericanos: “Zamba para olvidar”, “Por qué te vas” y “A tu vera”, y dos son composiciones originales “Eco” y “Almas”. En este proyecto, que le representó traducir una vulnerabilidad introspectiva en canciones, Nina asume además un rol central en la producción: coprodujo el trabajo junto con Andrea Hoyos, y juntas construyeron un universo sonoro minimalista, acústico y atemporal.

Al respecto de ese camino y de este trabajo, esto nos dijo Rodríguez, bogotana nacida en 1985, mujer de muchas facetas y talentos, que en la música se encuentra como en ninguna.

Sus facetas se retroalimentan, y ella sigue creando desde sus propias pulsiones. | Foto: cortesía artista / A.P.I.

SEMANA: ¿Cuándo supo que su existencia sería con música o no sería?

Nina Rodríguez: Siento que la música me acompañó incluso antes de tener palabras. Canté antes de hablar, y desde entonces la música se convirtió en el lenguaje más cercano a mi alma: el espacio donde podía inventar historias, hacerme preguntas difíciles y traducir emociones que aún no tenían nombre.

En mis letras he intentado ser lo más honesta posible, porque allí está mi verdadera voz. Si alguien quiere conocerme de verdad, puede leer lo que escribo.

Nunca tuve una epifanía puntual; más bien fue una certeza que creció conmigo. Entendí muy temprano que no podía separar la música de quién soy, que existo a través de ella. En mis letras he intentado ser lo más honesta posible, porque allí está mi verdadera voz. Si alguien quiere conocerme de verdad, puede leer lo que escribo: ahí están mi visión del amor, del desamor, del miedo, de la curiosidad y de la magia que me mueve. Por eso sé que mi vida, sin música, simplemente no sería.

SEMANA: ¿Qué artistas y qué hechos marcaron y siguen marcando su camino en la música?

N.R.: Crecí en una familia profundamente musical. Por el lado de mi papá estaban los compositores de vallenato clásico, ese que se hacía solo con guitarra. Desde muy pequeña estuve en parrandas vallenatas escuchando cómo los compositores hablaban de sus letras, cómo construían mundos enteros a través de metáforas y poesía. Ver a alguien convertir la vida en canción me parecía mágico.

Por el lado de mi mamá descubrí otras voces: Rocío Dúrcal, Lola Flores, Paloma San Basilio, Juan Gabriel… artistas con una interpretación visceral, que hablaban del amor y del desamor desde lugares muy profundos. Escuchar a tantas mujeres contando sus historias a través de la voz fue la primera chispa que me hizo pensar: yo quiero hacer eso, yo quiero escribir mis propias canciones. Al principio lo hacía como un secreto, como algo muy íntimo que no le mostraba a nadie, pero ahí empezó todo.

Más adelante llegaron discos que me transformaron, como Pies Descalzos de Shakira, que marcó un antes y un después. Fue la primera vez que sentí con claridad que quería ser cantautora y que, de alguna manera, lo iba a lograr.

SEMANA: Sobre Heroína (2017) y Mis Santos (2023)… ¿cómo definieron su búsqueda en esos años? ¿Qué canción recomendaría de cada uno?

N.R.: Cada trabajo tiene su propio universo y ha marcado una etapa distinta de mi vida. Heroína fue un momento de rebeldía y descubrimiento. Recuerdo sentarme al piano a escribir letras que hasta entonces no me había atrevido a decir. El rock and roll era la referencia estética del disco y me dio una libertad enorme para explorar temas que necesitaban salir con fuerza y honestidad. De ese álbum recomendaría “Heroína”, porque contiene ese espíritu visceral y transformador.

'Heroína' fue un momento de rebeldía y descubrimiento, recuerda Nina Rodríguez. | Foto: cortesía artista / A.P.I.

Después llegó Ficciones, un capítulo que disfruté muchísimo porque fue la primera vez que me permití entrar de lleno en el R&B en español. Siempre había amado el género desde niña, pero escucharlo por primera vez de adulta fue como encontrar un universo al que pertenecía sin saberlo: beats, bajos, loops, y voces suaves que sostenían letras profundas y sensibles. Fue una obsesión creativa muy hermosa. De Ficciones recomendaría “Gravedad”.

En 'Ficciones' se permitió entrar de lleno en el R&B en español. | Foto: cortesía artista / A.P.I.

Más adelante apareció Mis Santos, que profundiza aún más en esa búsqueda del R&B. Lo hice junto a Mateo Lewis en plena pandemia: él en Austin, Texas, yo en Bogotá, intercambiando ideas a la distancia, construyendo canciones a través de frases, melodías, sensaciones. Aunque fue un proceso largo y atípico, siento que el resultado refleja un crecimiento real, una madurez en ese sonido que ya venía explorando. De ese álbum recomendaría “El aire que respiras”.

SEMANA: Lanza Interludio, un nuevo EP con dos canciones inéditas y tres covers. ¿De dónde nace el impulso? ¿Qué decisiones claves implicó? ¿Cómo se diferencia de lo anterior?

N.R.: Interludio nació de un momento de mucho silencio e introspección. Venía de dos trabajos donde había explorado profundamente el R&B, enfocándome en la producción, la atmósfera y toda la sonoridad que rodeaba ese universo. Pero en este EP sentí la necesidad de volver a la raíz: y mi raíz es la voz.

Tomar prestadas las palabras de otras mujeres me permitió expresar un sentir muy íntimo que todavía no sabía cómo nombrar.

Por primera vez me permití trabajar con covers, usarlos como un ejercicio para encontrar, curiosamente, mi propia voz. Quise quitar adornos, efectos, artilugios, y acercarme a algo mucho más visceral. Tomar prestadas las palabras de otras mujeres me permitió expresar un sentir muy íntimo que todavía no sabía cómo nombrar. De ese proceso aparecieron “ALMAS” y “ECO”, dos canciones inéditas que nacen desde un lugar distinto, casi como susurros del alma, como secretos compartidos.

Este EP llegó después de un estado de confusión, de un duelo con la música y con las diferentes versiones de mujer y artista que había sido hasta ahora. Interludio invita a detenerse, a cuestionar hacia dónde estamos llevando nuestros procesos creativos, a recordar que en un mundo que corre tan rápido también es necesario volver a jugar, volver a sentir, volver a lo esencial. Siento que todavía estoy en ese proceso de reencontrarme con una versión más pura y más libre de mí misma, y este EP es el puente hacia eso.

Nina quiere crear desde la versión actual de sí misma. Y eso implica dejar las versiones pasadas atrás... | Foto: cortesía artista / A.P.I.

SEMANA: ¿Cómo habla Interludio con su vida en este momento y con lo que ve en estos tiempos?

N.R.: Interludio llega en un momento donde necesitaba detenerme. Venía de años de mucha velocidad, de exigencias externas y también internas, de intentar sostener versiones de mí que ya no me representaban. Este EP nace justo ahí: en un espacio de silencio, de duelo, de preguntas incómodas sobre quién soy y hacia dónde quiero ir como artista y como mujer.

Siento que vivimos tiempos donde todo ocurre demasiado rápido, donde la productividad parece estar por encima de la sensibilidad, y donde cada día se nos exige una reinvención inmediata. En medio de ese ruido, Interludio es mi forma de resistir: de volver a la raíz, de escuchar la voz antes que la forma, la emoción antes que la estrategia.

Vivimos tiempos donde todo ocurre demasiado rápido, donde la productividad parece estar por encima de la sensibilidad, y donde cada día se nos exige una reinvención inmediata. En medio de ese ruido, Interludio es mi forma de resistir.

Este trabajo habla de mi vida ahora porque necesitaba un lugar donde pudiera ser honesta sin adornos, donde la vulnerabilidad no fuera una debilidad sino una puerta. Y también dialoga con el momento que atraviesa la humanidad, porque siento que muchos compartimos esa necesidad de una pausa, de volver a lo esencial, de encontrar un ritmo que no nos rompa por dentro.

SEMANA: Sobre la escogencia de los covers: ¿por qué estos? ¿Qué otros dejó por fuera en la selección final?

N.R.: Elegí estos covers por las mujeres que los interpretan: Mercedes Sosa, Lola Flores y Jeanette. Son tres voces que marcaron profundamente mi infancia, cada una desde lugares muy distintos, con interpretaciones muy particulares, honestas y viscerales. En sus canciones encontré una manera de entender el mundo emocional antes incluso de saber nombrarlo.

Elegí estos covers por las mujeres que los interpretan: Mercedes Sosa, Lola Flores y Jeanette. Son tres voces que marcaron profundamente mi infancia.

Las tres piezas que escogí hablan del duelo: del duelo por personas, por amores, por situaciones que pesan y que a veces nos impiden avanzar. Pero también tienen una paz hermosa, una especie de reconciliación con el sentimiento que están expresando, y eso fue lo que me conmovió.

En “¿Por qué te vas?”, de Jeanette, quise explorar esa pregunta interna que todas nos hemos hecho: por qué alguien se va de nuestra vida y cuánto nos toma comprender esa ausencia. En “Zamba para olvidar”, de Mercedes Sosa, está la necesidad de soltar aquello que ya no puede quedarse, pero hacerlo desde el poder, desde la dignidad. Y en “A tu vera”, de Lola Flores, aparece ese llanto profundo del apego, esa sensación de creer que necesitamos estar cerca de alguien para sostenernos, aunque sepamos que no es así.

Para mí, estas tres canciones significan duelo, sí, pero también significan liberación. Son puentes para entender el dolor desde un lugar más sereno, más honesto y más humano.

SEMANA: ¿Qué tan complejo es balancear sus facetas como mujer, como música, como modelo y como persona pública? En algún punto, ¿la fama juega en contra de la música?

N.R.: Creo que todos estamos intentando encontrar un balance entre la vida profesional y la vida personal, entre el estrés y la calma, entre lo que mostramos y lo que realmente somos. Para mí, ese equilibrio solo es posible cuando busco espacios de reflexión, de contemplación y de diálogo, y cuando me permito tomar distancia del ruido digital que tantas veces nos desconecta de nuestra esencia.

Hacer música desde lo que vivo y observo me ha permitido comprender la mujer en la que me voy convirtiendo con cada disco: una mujer que busca ser más libre, más honesta y más consciente. Haber sido modelo fue otra manera de explorar preguntas similares desde un lenguaje distinto, y hoy siento que todas esas facetas no deben fragmentarse, sino integrarse. Cuando las uno, aparece una versión más completa de mí, una que puede ofrecer algo valioso a quienes me observan, especialmente a las niñas, a las jóvenes y a las mujeres que sueñan.

Lo que más me importa es hablar de sueños, de perseverancia, de la importancia de rebelarnos frente a lo establecido y de huir del ruido para poder crear arte auténtico en un mundo lleno de repetición. En esa búsqueda sigo aprendiendo a balancear todas mis facetas, sabiendo que ese equilibrio no es un destino, sino un camino que se construye cada día.

Su último show estuvo inspirado en el trabajo de James Turrell, un artista que admira profundamente. | Foto: cortesía artista / A.P.I.

SEMANA: ¿Qué puede compartir sobre ser artista en un siglo XXI que parece pedir más redes sociales que arte? ¿Algún consejo para mantener la cordura y el foco en la música?

N.R.: Esta pregunta se relaciona profundamente con lo que acabo de decir. Me tomó mucho tiempo aprender a callar las voces externas y, sobre todo, a callar las internas. Me tomó tiempo detenerme, darme una pausa real. Y en ese proceso sentí angustia, me sentí agobiada, sentí miedo de que todo el esfuerzo invertido en mis discos anteriores se perdiera por no estar publicando música de manera constante.

Pero, paradójicamente, detenerme fue el acto más grande de rebeldía y coraje que he tenido conmigo misma. Me di cuenta de que estaba viviendo la música desde un lugar que no me daba paz ni calma. Y si no cuidamos a ese artista que vive adentro —y antes del artista, al ser humano—, el camino creativo se quiebra. Ahí es donde muchas veces repetimos fórmulas o, peor aún, nos alejamos de lo que amamos.

Detenerme fue el acto más grande de rebeldía y coraje que he tenido conmigo misma. Si no cuidamos a ese artista que vive adentro —y antes del artista, al ser humano—, el camino creativo se quiebra.

Creo profundamente que la única manera real de crear es detenerse. Estoy en ese proceso: ponerme pequeñas trampas para proteger la creatividad. Soltar más el celular. Volver a los libros. Revisitar los clásicos. Explorar la historia del arte y cómo las mujeres se han expresado a través de él. Leer, observar, escuchar discos completos de principio a fin. Regalarme el tiempo de un café sin prisa.

Todavía no sé si la cordura es un objetivo. Tal vez vale la pena perderla de vez en cuando para crear algo más humano. En un mundo atravesado por la inteligencia artificial y la inmediatez, creo que la misión del artista es regresar a lo imperfecto, a lo roto, a lo único, a lo que nos hace profundamente humanos.

Rick Rubin dice que el arte es un fragmento de un diario personal, y yo lo creo. Se necesita valentía para sacarlo al mundo tal como es, sin máscaras. Para mí, la verdadera realización está en crear algo que no existía antes y sentir que nos atraviesa primero a nosotros antes que a cualquier audiencia.

No sé qué venga ahora, pero sí sé que lo que estoy construyendo nace desde un lugar distinto, con una voz distinta.

SEMANA: ¿Presentará en vivo este trabajo?

N.R.: Me gusta pensar los shows como experiencias, no solo como conciertos. El último show que hice, Mis Santos, fue una propuesta inmersiva donde quise que el público entrara por un momento a un lugar atemporal, un espacio que invitara a la reflexión y que realmente transformara la forma en la que se vivía la música. Estuvo inspirado en el trabajo de James Turrell, un artista que admiro profundamente, y que me enseñó que la luz, el color y el silencio también pueden ser parte de una canción.

Quiero crear algo distinto, algo que acompañe la pausa, la intimidad y la honestidad que tiene este EP.

Con Interludio estoy tomándome el tiempo de imaginar con cuidado cómo debería sentirse ese encuentro. Quiero crear algo distinto, algo que acompañe la pausa, la intimidad y la honestidad que tiene este EP. Así que sí, habrá un show pronto, pero antes necesito construir la experiencia adecuada. Estoy justo en ese proceso creativo.

Nina Rodríguez presenta su EP 'Interludio' | Foto: cortesía artista / A.P.I.

SEMANA: ¿Algo por añadir?

N.R.: Tal vez solo invitar a que busquemos maneras de romper el consumo automático de todo. Que nos demos el tiempo de descubrir nuevos artistas, de explorar voces que todavía no conocemos, de escapar un poco de los algoritmos que terminan moldeando lo que escuchamos y lo que sentimos. Creo que este es un buen momento para recuperar la curiosidad, la escucha activa, la sensibilidad.

Y, sobre todo, la invitación más grande —la que ha atravesado toda esta conversación— es a pausar. A detenernos un momento. Si pudiera recomendar una canción de este EP para hacerlo sería “Almas”. Me gustaría que se pusieran los audífonos, cerraran los ojos y pensaran en todas esas personas que en algún momento hicieron parte de su vida; en todas esas versiones de ustedes mismos que ya necesitan dejar ir. Que conviertan esa despedida en un acto de rebeldía y de liberación.

Porque, al final, de eso trata Interludio: de honrar lo que fuimos, soltar lo que duele y abrir un espacio para lo que viene.