En 1994, el grupo argentino The Sacados lanzó la canción Paren de venir, en la que se referían a la gran afluencia de artistas y músicos que llegaban a su país a dar conciertos. La canción se cantaba con ironía y tristeza en Colombia, a donde muy pocos artistas internacionales se atrevían a venir y los cantantes locales llenaban los estadios en contadas ocasiones.

Con el cambio del milenio, pero especialmente con la llegada de una multinacional especializada en organizar conciertos, Colombia poco a poco se fue convirtiendo en un destino atractivo para los artistas globales, que ya no temían por su seguridad y veían acá una plaza rentable. Esa multinacional es Ocesa, una firma mexicana que llegó hace 15 años a Colombia con el objetivo de montar en el país el Circo del Sol.

Desde entonces, Ocesa Colombia no ha parado de traer el famoso espectáculo circense, pero también empezó a invitar a artistas de renombre, utilizando los espacios disponibles, en especial los estadios de fútbol. De hecho, el conflicto entre el uso de El Campín para el fútbol y los conciertos fue el que impidió que Madonna se presentara en Bogotá, trasladando el show a Medellín.

En 2021, el control accionario de Ocesa fue adquirido por la gigante Live Nation y eso sirvió para que llegaran más artistas, pero también para impulsar el talento local, que hoy compite por llenar estadios durante varias fechas seguidas.

En medio de ese proceso, se acercaba una nueva presentación del Circo del Sol en Bogotá y el espacio que venía usando en el parque Salitre Mágico ya estaba ocupado. La necesidad de buscar una nueva locación llevó a que en tiempo récord fuera posible levantar un nuevo distrito cultural en Bogotá, con capacidad para más de 40.000 personas.

Escenario Vive Claro, el nuevo distrito cultural de Bogotá con capacidad para más de 40.000 personas. | Foto: Music Trends Colombia

Luz Ángela Castro, presidenta de Ocesa Colombia, encontró un lote de 24 hectáreas cerca de la Avenida El Dorado, propiedad de la Gobernación de Cundinamarca, que llevaba 30 años siendo usado por la Policía para pastoreo de caballos. El lote no tenía servicios públicos y solo podía usarse de forma contemplativa, es decir, con construcciones temporales.

Pese a estas dificultades, Ocesa logró firmar un contrato de arrendamiento y en menos de un año levantó el distrito Vive Claro, con un foro para conciertos y un pabellón para otros eventos. Usaron un sistema de construcción desmontable y mantuvieron el 75 % del lote como zona verde.

Castro comenta que la inversión fue de un poco más de 30 millones de dólares, que esperan recuperar en un plan de negocios a cinco años. “Recientemente en una feria internacional expusimos este caso de éxito, que hoy es referente para todo el mercado de Sudamérica. En el concierto de inauguración de Green Day tuvimos visitantes de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Centroamérica interesados en replicar este modelo. En circunstancias tradicionales, una construcción de este tipo puede tardar tres o cuatro años y nosotros lo logramos mucho más rápido”, precisa la ejecutiva.

En su concepto, el auge del entretenimiento en Colombia radica en la importancia de conectar, crear vínculos sociales y buscar experiencias enriquecedoras.

A eso se suma un cambio en las tendencias de consumo, con nuevas generaciones que prefieren gastar en experiencias únicas y memorables en lugar de endeudarse para comprar casa o carro.

Green Day en Foro Vive Claro, el día 24 de agosto en Bogotá | Foto: Camila Andrea Díaz

“Diversos estudios han demostrado que, para los colombianos, existe un vínculo directo entre felicidad y entretenimiento. Hoy incluso podría afirmarse que el entretenimiento forma parte de la canasta familiar. Por ello, este sector exhibe cifras de crecimiento contundentes: sus avances de dos dígitos reflejan un claro cambio de tendencia.”

Castro opina que la pandemia influyó en este cambio de tendencia, al hacer valorar algo que se pierde temporalmente. “Cuando a ti te quitan algo, tú le das una mayor importancia y eso no significa que antes el entretenimiento no fuese importante, solo que tal vez era invisible y ahora se hizo evidente, con más artistas que quieren salir a girar y más personas dispuestas a pagar por verlos.”

Colombia se disputa con Chile el tercer lugar en Sudamérica para atraer conciertos, después de Argentina y Brasil. Cree que la creciente demanda del público hace necesario mejorar y ampliar la infraestructura.

Esto no solo implica un beneficio para empresarios y fans, sino que es un importante dinamizador de la economía. En Vive Claro estiman que con los eventos de 2025 se generarán 22.000 empleos.

El estadio El Campín, escenario del debate entre el fútbol y los grandes conciertos en Bogotá | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

A eso se suma el consumo de turistas nacionales e internacionales, que representan en promedio el 25 % de los asistentes. También se da transferencia de know-how y nuevos oficios relacionados con espectáculos, con un fuerte enfoque en contratar jóvenes y generar primeros empleos.

El consumo que rodea cada concierto también suma, pues va más allá de la boleta: incluye comida, transporte y moda, ya que es común armar un look específico según el artista.

Este creciente fenómeno cultural va a llevar a que la canción de The Sacados ya no suene irónica en Colombia.