Cada vez más, los hogares y las familias jóvenes en el mundo han optado por dejar de tener hijos y, en su lugar, deciden tener mascotas. Esta tendencia creciente ha cambiado ciertas dinámicas que antes se consideraban una tradición en los núcleos familiares.
Tras la mayor relevancia que han cobrado las mascotas, las ciudades se han ajustado a ello con una serie de normativas para garantizar el bienestar, tanto de los animales, como de los peatones y familias, entre otros actores. Hay una costumbre muy común en los lugares residenciales, de contratar paseadores de perros.
Este servicio permite que los dueños garanticen los paseos de sus mascotas mientras están fuera de casa, ya sea por trabajo u otras actividades que les toman buena parte del día, teniendo en cuenta que los perros necesitan salir con regularidad a hacer sus necesidades y ejercitarse. Algunos propietarios también optan por guarderías caninas que cumplen la misma función.
Sin embargo, la ley colombiana ha estipulado una regulación para estos paseadores de perros, quienes deben cumplir ciertos requisitos y no pueden exceder ciertos límites.
Esta regulación se dio bajo la Ley Kiara, que busca proteger a los animales cuando sean cuidados por paseadores o guarderías, entre otros.
Los paseadores deberán cumplir una norma que les obliga a portar un chaleco o uniforme identificador, además de solo tener un límite de ocho perros por persona y paseo, que preferiblemente tengan las mismas características referentes al tamaño, edad o condición.
De otro lado, la norma obliga a usar un arnés o correa para pasear a los perros y no un collar de ahogo. También obliga a que las razas de perro potencialmente peligrosas deban usar un bozal, para evitar problemas entre los animales.
Los paseadores tienen que acreditarse con conocimientos en comportamiento animal, además de la acreditación en primeros auxilios.