Algo está ocurriendo frente a nuestros ojos, y muchos aún no lo ven. La inteligencia artificial está redefiniendo la lógica de los motores de búsqueda. Lo que antes era una vitrina abierta al mundo, hoy es una cortina filtrada por algoritmos que deciden qué se muestra, qué se responde y qué se ignora.

La irrupción de asistentes inteligentes como ChatGPT, Gemini, Perplexity, Copilot y otros modelos de lenguaje ha cambiado radicalmente la forma en que las personas investigan, deciden y compran. Ya no buscan marcas sino respuestas. Ya no visitan sitios web, solo confían en lo que les dice una IA.

De acuerdo con un estudio de la firma GAD3, Colombia se posiciona como uno de los países líderes en la adopción de herramientas de inteligencia artificial, especialmente entre las nuevas generaciones. El 73 por ciento de los encuestados en el país reconoce la relevancia de estas tecnologías, y 9 de cada 10 estudiantes universitarios ya están haciendo uso activo de ellas. Más aún, el 84 por ciento de los estudiantes colombianos utiliza IA generativa, una cifra que supera ampliamente la de países como Francia, Italia y España.

Este cambio ha dado lugar a la nueva lógica de que pasamos del SEO (Search Engine Optimization) al GEO (Generative Engine Optimization). Ya no se trata solo de posicionar una web, sino de posicionar una marca en las respuestas generadas por modelos de IA. Mientras el SEO busca clics, el GEO busca influencia y credibilidad. Si la IA no nos menciona, no nos cita ni nos considera relevantes, simplemente dejamos de existir para el consumidor.

La visibilidad digital ya no depende de estar en internet, sino de ser parte de la conversación que las inteligencias artificiales tienen con los usuarios. Y esa conversación no se gana con pauta ni con SEO tradicional. Se gana con contenido útil, conocimiento profundo de los algoritmos y una humanidad digitalizada que conecte con las necesidades reales.

Desde mi experiencia liderando una empresa tecnológica en Latinoamérica, he visto cómo esta transformación exige mucho más que tecnología. Exige estrategia, visión y herramientas que entreguen valor real, escalable y centrado en el usuario.

Un ejemplo de esto son los sitios web corporativos. Ya no pueden ser solo vitrinas informativas; deben convertirse en plataformas inteligentes que acompañen al cliente en todo el proceso de compra: antes, ofreciendo contenido educativo y orientador. Durante, con asistentes inteligentes que anticipen necesidades y después, brindando soporte y recomendaciones que impulsen la fidelización.

Y si hablamos de asistentes inteligentes, deben estar bien diseñados, entender al usuario, guiarlo, acompañarlo y estar disponibles 24/7. Además, deben permitir que se describa en lenguaje natural lo que buscan, sin filtros complejos ni navegación extensa. Así como recibir recomendaciones personalizadas según sus preferencias, ubicación y contexto. Acceder a información relevante de forma inmediata. Conectarse con un asesor humano si lo desean, o continuar su experiencia de forma autónoma y solicitar servicios complementarios como asesoría financiera, soporte técnico o seguimiento de procesos, todo desde un solo canal.

Cada interacción es una oportunidad para que la inteligencia artificial nos integre en la conversación digital, porque si no estamos presentes, simplemente no existimos. Este tipo de soluciones no solo mejoran la experiencia del usuario, sino que también aumentan la conversión, reducen la fricción y posicionan a la marca como una aliada real en la toma de decisiones

Ana Margarita Albir Sarmiento, presidente ADL Digital Lab