Logré tener éxito en mi carrera profesional porque los números proyectados se cumplieron. Pasar de cinco a casi 800 consultores y líderes en una compañía de nivel mundial en nuestro país, y ver que esa organización siga liderando sin mí, demuestra sostenibilidad. Luego, desde la consultoría, contribuí a crear el canal más productivo de Latinoamérica y, ahora, luego de traer un nuevo modelo de negocio a Colombia y volver a alcanzar cifras y reconocimiento en la industria confirma que he transitado el camino correcto. Por eso llegan los aplausos, los reconocimientos y los títulos de ‘experta’.
Sí, crear canales, lograr lo que otros no habían conseguido y llevar equipos desconocidos al puesto número uno del país roba sonrisas y genera satisfacción. Pero, al final, hay una regla clara: lo que no se mide, no se mejora. Y cuando se habla de ser el mejor son los números los que deben dar el respaldo. Sin embargo, esos logros son extremadamente efímeros. Lo que realmente me llena de felicidad hoy, tras 30 años de carrera, es haber desarrollado y potenciado los talentos de quienes han estado en mi camino.
Al analizar cuál fue ese factor crítico de éxito, la conclusión es una: liderar desde lo positivo.
A menudo escuchamos frases como: “Debes perdonar el pasado, cerrar ciclos familiares, perdonar a tus padres”. Y es válido. Pero en mi caso, me pregunto: esa fuerza, ¿quién la tenía en mi familia? ¿Mi mamá? Entonces, ¡honro esa fuerza y ese brillo, porque lo heredé!
También se dice: “Debemos convertir las debilidades en fortalezas”. Yo, en cambio, pienso: ¡no! En lo que eres buena, vuélvete insuperable. Esos dones, esa magia, esas fortalezas, como quieras llamarlas, son tus armas para conquistar tus sueños y llevar tus objetivos más allá de lo que imaginas.
Recuerdo una experiencia. En un assessment 360° que incluía múltiples evaluaciones, el consultor decidió viajar a Medellín, donde yo vivía entonces, para tener una sesión especial conmigo. Empezamos la sesión, y me preguntó:
—“¿Eres consciente de que en la evaluación no saliste bien en todo?”
Le respondí que sí, que me había sentido incómoda, como si tuviera que pasar por encima de todos (tenía 29 años). Pero él agregó:
—“Sacaste todas las demás pruebas con puntajes casi perfectos, y eso nos llamó mucho la atención. La conclusión de nuestra firma es que la influencia de tu abuela fue tremendamente positiva”.
Y así fue. Mis bases fueron estas:
Cada mañana mi abuela me decía: “Eres la más hermosa, la más inteligente, el día será un éxito, todo lo lograrás.”
Siempre me despertaba con un vaso de jugo de naranja recién exprimido: “Con todo mi amor, mijita.” Vi una mamá arrolladora, elegante, emprendedora, que no aceptaba un “no” como respuesta. Vi un papá estudioso, académico, trabajador y altruista. Mi abuela me repetía: “Eres afortunada por los padres que tienes,” evitando que yo absorbiera críticas mutuas entre ellos. No hablaba de perfección: se enfocaba en lo positivo de ambos. Los problemas eran oportunidades de aprendizaje. “Tus problemas solo compártelos con quien pueda ayudarte; no llenes el mundo de tristeza ni generes lástima.”
Viví gran parte de mi vida con mi abuela, porque mis padres eran separados, y ese entorno marcó mi manera de ver la vida.
Por eso siempre busco lo bueno en las personas, desafío el talento, entreno en fortalezas y los llevo al límite, porque sé que al comprender quién eres, puedes lograrlo.
Temas prácticos que aplico con los equipos
- Identificar si conocen sus fortalezas.
- Verificar si se sienten a gusto con ellas.
- Alinear fortalezas con los objetivos personales.
- Alinear fortalezas con los objetivos de la organización.
- Eliminar las barreras que les impiden brillar.
- No negociar un “ya casi”, porque sí podemos lograrlo.
- Implementar sistemas de seguimiento que eviten lo personal.
- Hacer divertido el proceso.
- Afianzar los lazos humanos.
- Crear constantemente nuevos desafíos para que el talento no se apague.
- Aplaudir desde atrás cuando premian a los tuyos; eso es lo más emocionante que puede pasar.
Así, liderando desde lo positivo, se genera una cultura de desafío, crecimiento y colaboración, en la que lo que importa es que todos logremos nuestras metas. La competencia real es con uno mismo. Y cuando todos lo alcanzamos, somos un equipo de alto desempeño.
Este enfoque no es aislado. Estudios de la Universidad de Pensilvania, liderados por Martin Seligman, fundador de la psicología positiva, demuestran que entrenar a las personas para identificar y potenciar sus fortalezas incrementa el rendimiento, la resiliencia y la satisfacción laboral.
Asimismo, Gallup, en su investigación CliftonStrengths, encontró que los equipos que se enfocan en las fortalezas individuales tienen seis veces más probabilidades de estar comprometidos con su trabajo y muestran un desempeño significativamente más alto que aquellos que se centran en corregir debilidades.
Estos hallazgos validan lo que he vivido en mi trayectoria: liderar desde lo positivo no solo construye resultados, sino también equipos sostenibles y felices.
Luisa Fernanda Jaramillo L., CEO de Proyecta T