Suena el segundo Tik Tak de este lunes 31 de enero en SEMANA y suena por los lados de las incoherencias que Íngrid Betancourt alega como razones para haberse ido de la Coalición de la Esperanza, pero también de las contradicciones implícitas en su propia postura y actuación.

Porque Íngrid llegó a la Coalición de la Esperanza invitada como amigable componedora, en calidad de tal tuvo mucha publicidad o aterrizaje en Colombia, le devolvieron la personería jurídica a su Partido Verde Oxígeno y entregó tres avales, dos a los candidatos presidenciales Sergio Fajardo y Carlos Amaya y otro a la cabeza de lista del Senado Humberto De la Calle.

Pero Íngrid, que pide coherencia, se inauguró —o se reinauguró— en el cónclave ideado por Juan Fernando Cristo, importantísima figura del gobierno de Ernesto Samper que Íngrid combatió afanosamente durante el escándalo del 8000, pero eso no le mereció ni un segundo pensamiento.

Ahora se retira estremecida de la coalición que la recibió con los brazos abiertos, dejándola sometida, pues a todos sus candidatos a las mayores sospechas de política, de clientelismo, desbaratada por dentro, los avales colgando de la brocha con dos candidatos huérfanos de partido y una cabeza de lista al Senado, el doctor De la Calle, que corre el riesgo de ser acusado de doble militancia política si no retira sus aspiraciones políticas.

Y en medio de todo este zaperoco, hay una pregunta que flota: ¿quién recibe los dineros de la reposición de votos de los avales que repartió Íngrid, incluyendo el de ella misma? En resumen, como dicen popularmente, Íngrid en la Coalición de la Esperanza llegó de acólita y se alzó con el santo y con la limosna.