La falta de progreso en la batalla contra el feminicidio sigue siendo la cuota pendiente a nivel mundial, como lo destacaron en su más reciente informe las Naciones Unidas; cada 10 minutos una mujer es asesinada por alguien cercano a ella en 2024, y en Colombia la cifra es alarmante, pues dos mujeres al día pierden la vida en el país, según estudios del Observatorio Colombiano de Feminicidios.
El pasado 25 de noviembre, en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, los números volvieron a poner sobre la escena cómo este tipo de flagelo no termina. Unas 50.000 mujeres y niñas fueron asesinadas por sus parejas o familiares, dijo la Oficina contra las Drogas y el Delito de la ONU y ONU Mujeres en su más reciente reporte.
Ante las cifras tan contundentes y dolorosas, la conciencia sobre lo que ocurre en el escenario de la violencia contra la mujer muestra que persiste la invisibilización de los tipos de violencia que se ciernen sobre ellas.
En Colombia, aunque el país registra avances en sensibilización pública y mecanismos institucionales, campañas y colectivos que buscan que no se registren más feminicidios, la situación sigue preocupando ante la falta de identificación de expresiones de violencia como la económica, digital, psicológica, vicaria, verbal, sexual o familiar.
Muestra de esto fue la presentación, este jueves 27 de noviembre, del primer Índice de Concientización de la Violencia Contra Mujeres y Niñas, realizado por Avon y Fundación Instituto Natura en Colombia y otros cinco países de la región, entre ellos Argentina, México, Perú, Brasil y Chile, en los que se destacan tres indicadores que miden qué tanto la sociedad reconoce —o ignora— las distintas expresiones de violencia contra las mujeres.
La violencia no siempre es visible
“El objetivo es darle nombre a lo que muchas veces se calla”, manifestó a SEMANA Olga Sánchez, gerente de Fundación Instituto Natura en Colombia, durante la explicación del índice, ante el llamado de que cualquier señal o alerta deben ser reconocidas como violencia, en especial por las mismas mujeres, pues el 39 % de ellas no reconoce de forma espontánea las situaciones a las que se enfrentan como violencia de género.
El informe señala, en cuanto a la cognición, que el 85 % de la violencia no distingue género, orientación sexual, etnia o país de residencia; al tiempo que el 72 % de la violencia contra mujeres y niñas no es solo física o sexual.
Mientras que el 31 % reconoce que solo existe la violencia física y el 26 % la psicológica, el 15 % ignora que existen otros tipos de ejercer agresiones contra las mujeres.
“Solamente el 14 % de la sociedad colombiana tiene un alto nivel de conciencia, es decir, conoce el tema, conoce la institucionalidad, conoce los mecanismos. Y el resto, digamos que están en unos niveles medios, intermedios y bajos. Este dato lo que nos muestra es que creemos que el problema es importante, pero no ahondamos ni nos interesamos por conocer más”, destacó Sánchez.
El tamaño de la problemática de esta violencia es grave, pues el 65 % afirmó que recibió insultos, ofensas y malos tratos, el 53 % fue víctima de agresiones físicas y el 42 % no recibió cuota alimentaria por parte de su expareja.
Aun así, las mujeres presentan más niveles de concientización, con un 18,1 % frente a los hombres, que registran un 9,5 %. Sin embargo, se sigue presentando un nivel bajo del 32,6 % en mujeres, mientras que en hombres es de 47,8 %.
Por eso, ante estas cifras que preocupan, con la campaña “Sí, es violencia. Llámala por su nombre”, se busca visibilizar esas zonas grises y promover que ciudadanía, instituciones y medios de comunicación reconozcan todas las formas de agresión para activar rutas de acción colectiva que permitan prevenirlas.
“En las regiones del país este nivel de conciencia no es tan alto, así que seguramente en la Costa Caribe, en Antioquia, en Valle del Cauca, en Los Santanderes, en las regiones, vale la pena desarrollar estrategias de concientización mucho más potentes”, dijo Sánchez.
Además del desconocimiento legal, pues muchos saben qué es violencia de género, pero no la existencia y funcionamiento de la ley 1257, esto evidencia el entendimiento y reacción de la sociedad ante estas situaciones.
El miedo a contarlo y denunciarlo persiste
Uno de los peores efectos de la violencia contra la mujer es, precisamente, cuando una víctima de algún tipo de agresión tiene miedo a contar lo que le pasa, y su actitud la lleva al silencio. Entre quienes han atravesado alguna situación de violencia de género, el 31 % ha acudido a pedir ayuda a un familiar y solo el 10 % lo ha hecho en un servicio público o institución especializada en atención a la mujer..
“Cuando eso sucede, o cuando somos víctimas de un suceso de violencia, no sabemos a quién acudir. O también, cuando alguien de nuestro entorno pasa por un suceso de violencia, pues no sabemos cómo brindar ayuda. O brindamos una ayuda que no es la que debería ser. Estos datos lo que nos reflejan es justamente eso, la necesidad de desarrollar estrategias de concientización mucho más articuladas, muy enfocadas también”, dijo la gerente de Fundación Instituto Natura en Colombia.
La vergüenza, el qué dirán o el temor a que se lleven a cabo acciones de denuncia o contar lo que ocurre y que el agresor se pueda vengar, siguen pesando en las razones por las que las mujeres no hablan, sumado a la desconfianza en las instituciones. Solo el 21 % de las mujeres que vivieron un caso de violencia de género presentó una queja ante un organismo público.
Desconfianza, el punto de quiebre con las instituciones
Para medir el impacto del índice regional, se registraron 803 casos en mujeres y hombres mayores de 18 años y, en cuanto al indicador de percepción, los resultados concluyen que “existe un consenso amplio sobre la responsabilidad colectiva ante la problemática y la disposición a intervenir. Sin embargo, persisten inhibidores que frenan el pedido y la oferta de ayuda”.
Esos inhibidores son emocionales, de conocimiento, culturales e institucionales. Respecto al último, la preocupación está en que el 55 % cree que son poco o nada efectivas las leyes que protegen a las mujeres para combatir la violencia de género.
“Se necesita que las medidas que están expuestas en la ley y que los procedimientos, tanto para la protección como para la atención, de verdad sean efectivos. Es decir, no puede ser que haya casos en donde está demostrado el hecho y que efectivamente no se hayan tomado tampoco las medidas, cuando la ley lo dice”, destacó Sánchez.
Por eso, el llamado también es hacia los jóvenes, campañas de socialización y educación, pues los resultados del índice revelan que persisten creencias arraigadas que normalizan comportamientos dañinos y dificultan que mujeres y comunidades identifiquen situaciones de riesgo.
Razón por la que para Sánchez es urgente “esa acción interinstitucional coordinada que permita de verdad hacer seguimiento a los casos, informar a la ciudadanía de qué es lo que está pasando, informar si el caso fue resuelto, informar si el caso cómo se resolvió, porque eso genera confianza”.