La obesidad no solo afecta la movilidad, la respiración o la energía cardiaca. También influye en la manera en que el corazón trabaja, durante actividades físicas intensas, incluida la vida sexual.

El doctor Gabriel Cubillos, especialista en manejo clínico y quirúrgico de la obesidad, explica que esta condición puede aumentar la carga sobre el sistema cardiovascular y volver más frecuentes los episodios de fatiga extrema, falta de aire o incluso eventos cardiacos durante el esfuerzo.

Esta condición genera adaptaciones fisiológicas: hipertrofia del ventrículo izquierdo y una menor reserva para responder a picos súbitos de demanda de oxígeno. Además, la obesidad suele asociarse con resistencia a la insulina, dislipidemia e inflamación crónica, factores que favorecen la aterosclerosis y limitan la vasodilatación de las arterias durante el esfuerzo.

A esto se suman problemas respiratorios frecuentes en la obesidad —como menor capacidad pulmonar y apnea del sueño— que reducen la oxigenación y aumentan la carga sobre el corazón.

Cuando a estos factores se agregan comorbilidades como hipertensión o diabetes tipo 2, el riesgo de que una actividad física intensa—incluida la relación sexual— descompense al paciente se eleva. Así lo asume el Dr. Cubillos: el corazón, en estas condiciones: “trabaja al límite” y cualquier exigencia súbita puede ser peligrosa.

Señales de alarma durante la relación sexual

Durante la relación sexual, tanto la persona como su pareja deben estar atentos a cualquier señal que pueda indicar una emergencia cardiovascular.

El Dr. Cubillos explica que uno de los síntomas más frecuentes es el dolor en el pecho, que puede sentirse como una presión, un ardor o una sensación de “aplastamiento” que incluso se irradia hacia el brazo izquierdo, la mandíbula, el cuello o la espalda.

A este pueden sumarse una falta de aire repentina o desproporcionada, una sudoración fría acompañada de palidez, náuseas, vómito o un malestar súbito difícil de explicar. También es clave prestar atención a las palpitaciones irregulares, los mareos, los desmayos y una fatiga extrema que no corresponde al nivel de actividad.

El médico señala que, en personas con obesidad, estos signos pueden aparecer de forma atípica: a veces la dificultad para respirar, el dolor abdominal o un agotamiento severo se manifiestan incluso sin un dolor torácico claro, lo que hace más fácil pasar por alto una alerta seria.

Si durante el acto sexual aparecen señales que puedan sugerir un infarto, lo primero es detener la actividad de inmediato. Cubillos recomienda colocar a la persona en una posición semisentada, con la espalda apoyada y la cabeza elevada para facilitar la respiración, y evaluar rápidamente si hay dolor en el pecho irradiado, falta de aire intensa, sudoración fría, mareo o cualquier otro síntoma de alarma.

Ante cualquiera de estas señales, se debe llamar de inmediato a los servicios de emergencia y evitar que la persona se mueva, se levante, se bañe o intente vestirse.