La pregunta sobre cuándo podría acabarse el mundo ha generado misterio e inquietud durante años, especialmente entre los aficionados a estos temas. A lo largo del tiempo han surgido teorías que advertían un posible final inminente, como ocurrió en 2012, cuando se especuló que sería el año del “fin del mundo”. Finalmente, nada ocurrió y todo quedó en una simple hipótesis.
Sin embargo, el interés científico no se ha detenido. Expertos continúan investigando qué tipo de evento podría, en última instancia, poner fin a la vida en la Tierra. Un estudio de la Universidad de Bristol, publicado en Nature Geoscience, advirtió que los extremos climáticos podrían convertirse en un factor determinante para la extinción futura.
Estas conclusiones se obtuvieron gracias a simulaciones realizadas con una supercomputadora, en las que se analizó cómo los cambios climáticos extremos —en un futuro muy lejano— podrían volver el planeta inhabitable para los mamíferos, incluidos los seres humanos. Los resultados se relacionan con procesos naturales vinculados a la tectónica de placas y al clima global.
Según el estudio, esto podría ocurrir dentro de aproximadamente 250 millones de años, cuando los continentes vuelvan a unirse para formar un supercontinente llamado Pangea Última. Esta configuración, junto con otras variables climáticas, podría generar condiciones ambientales tan extremas que superarían los límites fisiológicos de los mamíferos.
Además, se proyectan cambios en las emisiones naturales de dióxido de carbono debido a una mayor actividad volcánica asociada a la tectónica, junto con un Sol ligeramente más brillante. Ambos factores contribuirían a un clima mucho más cálido.
La combinación de altas concentraciones de CO₂, mayor radiación solar y enormes masas continentales provocaría temperaturas extremas, incluso superiores a 40 o 50 °C en muchos lugares. Bajo esas condiciones, la Tierra podría volverse inhabitable para la mayoría de los mamíferos.
En definitiva, el estudio no predice un desastre climático inminente en los próximos siglos, sino que analiza escenarios de habitabilidad en escalas geológicas —de millones de años— asociados a procesos naturales del planeta.
Aunque estos modelos simplifican lo que podría ocurrir en un futuro tan lejano y nada está escrito aún, los científicos enfatizan que las acciones del presente sí influyen en el futuro. Por ello, insisten en la importancia de cuidar el planeta tanto como sea posible desde ahora.