Cartas

En primer término felicito a SEMANA por la realización de la Cumbre sobre Educación(edición n.° 1670). Debo comentar sobre algunos vacíos que se presentan en el artículo de la revista, especialmente frente al tema de la implementación de las políticas y el condicionante que se hace de blindarse “frente a los vaivenes de la política y el clientelismo”. En realidad este es el punto central. El mecanismo de implementación de las políticas son las secretarías departamentales y distritales  de educación y, como lo pudimos demostrar en el debate que se hizo en la comisión sexta del Senado sobre la Educación Media, estas son capturadas por los políticos como elementos para sus reelecciones. Como ustedes saben ellos no le rinden cuentas a nadie. La racionalidad que le podría dar al sistema el Ministerio de Educación se encuentra seriamente comprometida por el Modelo de Gobernabilidad vigente y por ello no se logran las metas del Plan de Desarrollo mismo. 

Recordemos no más los 52.263 estudiantes fantasmas que reportaron falsamente las Secretarías de Educación durante el gobierno Uribe. Sería interesante, como prueba de la efectividad del MEN, ver cuáles resultados se han logrado en la “atención especial” que se les dieron a las 23.000 entidades educativas de menor desempeño. Además, una muestra adicional en este sentido es cómo las abundantes encuestas no se analizan (las 600.000 pruebas Saber al año que ustedes mencionan) ni para generar entendimiento de los problemas a resolver ni para accionar detalladamente las políticas cuya aplicación necesariamente cambia por regiones, como se hizo evidente en el debate mencionado con la Encuesta Nacional de Deserción Escolar, (ENDE).

La educación, tan crítica para el desarrollo,  es otro más de los elementos donde el modelo de gobernabilidad vigente, basado en el clientelismo y la corrupción, es un instrumento de gobernabilidad, no un objeto de ella. Por ello, al igual que tantos otros obstáculos al desarrollo, el modelo le impide a este Estado colombiano hacer lo que se requiere en el tramo de desarrollo al cual estamos abocados. Sin cambios en tal modelo todo el entusiasmo que se quiera  servirá de muy poco.

Recuperar la cátedra de Historia, Geografía y Cívica

Después de felicitarlos por la Edición n.° 1670 ‘!Exigimos educación!’ y con la entrevista de más de 20 personalidades, sobre el tema tan importante para nuestro país, me permito enviarles para su conocimiento el libro recientemente editado por la Universidad de América bajo la dirección del doctor Jaime Posada Díaz, director de la Academia de la Lengua y presidente del Colegio Máximo de Academias Colombianas, quienes con su supervisión y con la historia recopilada por nuestro presidente de la Academia de Historia y de la Lengua correspondientes de la Real de España, doctor historiador Antonio Cacua Prada, bajo el título La Historia Patria no es novela, en el que se narra la histórica participación de los Morales el 20 de julio de 1810.

Les estoy haciendo llegar dicho libro para que ustedes tengan la oportunidad de leer el prólogo, en el que se narra la llegada a Bogotá, en el año 1976, de dos técnicos de nacionalidad rusa y polaca, que se incrustaron por dos largos años en el Ministerio de Educación, con el fin de elaborar un plan curricular para la enseñanza formal. Esta misión la cumplieron a cabalidad cuando promulgaron los programas de enseñanza secundaria y en ellos naufragó la historia de Colombia. 

En 1988 siendo ministro de Educación Antonio Yepes Parra y atendiendo el clamor nacional, dictó un decreto y señaló que el área de sociales estaba integrada por las asignaturas: Historia, Geografía de Colombia e Instrucción Cívica. Esta disposición ministerial al retirarse el titular, recibió dolorosa sepultura.

De nada valieron las sostenidas campañas de las academias y centros de historia de toda la República, lideradas por el maestro Germán Arciniegas, y del Instituto Universitario de Historia de Colombia para que se replanteara la enseñanza de la Historia. 

Por esta razón se cumplirán 40 años en esta gravísima situación, que los colegios y escuelas de Colombia no cuentan con estas cátedras, y por lo tanto las nuevas generaciones de colombianos no conocen su Historia, su Geografía y su Cívica.  ¿No creen ustedes y sus lectores que sería conveniente e indispensable reintegrar estas cátedras a nuestros educandos? 

En la edición n.° 1670 de SEMANA, en el reportaje a las altas cortes y la situación de los diferentes magistrados que las componen, y los explosivos editoriales de dos de los periódicos de mayor circulación nacional, merece que le hagamos ciertas reflexiones: tanto lo que se ha venido dando en el interior de las cortes como lo que la Justicia como tal está representando para los colombianos. No nos extrañemos que así como en este artículo se hace alusión a todo lo raro y extraño que está ocurriendo, que ya la revista SEMANA en anterior publicación lo dio a la luz pública, no pase mucho tiempo para que surja un escándalo de proporciones descomunales, (estilo parapolítica en el Congreso), que exija una reforma constitucional profunda a la Justicia colombiana. Máxime cuando están saliendo situaciones que no pueden ser del talante de personas “honorables y dignas”, que representen a lo más puro del comportamiento humano: la Justicia.

En el artículo publicado en la última edición  n.°  1670, y titulado ‘Vallenato sangriento’, se debe aclarar que el párrafo final donde se menciona que uno de los vallenatos más populares es La Celosa, esta composición no es del maestro Rafael Escalona sino de Sergio Moya Molina, también conocido por canciones tales como: La Cacería, Tú y La Lejanía, grabadas por grandes intérpretes del género. 

Soy una colombiana residente en el exterior hace más de 30 años. Gracias a mis queridos amigos de Barranquilla recibo cada seis meses el paquete de todas sus revistas. Las ordeno cronológicamente y procedo a enterarme de todo lo acontecido en mi país, cosa que me es imposible en mis cortas visitas. En ocasiones estoy de acuerdo con sus columnistas y en otras no, algunas veces sus entrevistas y reportajes me hacen cambiar de idea. Lo cierto es que son excelentes, estaba en mora de decirles que en cada edición ustedes se superan a sí mismos. Daniel Samper, increíble, nunca pensé que alguien pudiera superar a tu padre en ingenio y ocurrencia, pero lo lograste. Acabo de leer El partido contra las Farc  y me maté de la risa, me fascinaría saber cómo es tu proceso creativo, pues no tienes comparación . Felicidades a todos, su trabajo es otra muestra de la excelencia colombiana.