En Cúcuta y el Área Metropolitana, Coomulpinort opera 20 estaciones de servicio. | Foto: David Amado

EMPRESAS

Con Coomulpinort se formalizó el negocio de los combustibles en Cúcuta

En esta cooperativa, los antiguos vendedores informales de combustible, conocidos popularmente como pimpineros, se asociaron para fomalizar su trabajo.

1 de diciembre de 2019

Hace una década, el problema fronterizo entre Colombia y Venezuela no era la migración sino la venta ilegal de combustible. El contrabando estaba desbordado y las estaciones de servicio no tenían mayor relevancia en gran parte de Norte de Santander. En esa época, Cúcuta tenía, en cada calle, un punto de venta de combustibles (gasolina y diésel) en las populares ‘pimpinas’ y no había Ejército ni Policía que controlara una frontera tan porosa. La solución era convertir toda esa informalidad en algo formal, pero antes había que hacer un censo.

En 2009, Ecopetrol y la Cámara de Comercio de Cúcuta identificaron 1.200 ‘pimpineros’ en el departamento y las capacitaciones aparecieron como la primera estrategia para contrarrestar esa cifra. Un grupo de ellos, que creyó en la legalidad, se capacitó en el Sena y fundó la Cooperativa Multiactiva de Pimpineros del Norte (Coomulpinort).

Entre esos socios fundadores estaba Cándido Durán, residente en la zona rural de Cúcuta. “Nos correteaba la Policía, nos perseguía, no era una vida digna. Nos cansamos de eso y vimos una oportunidad en la cooperativa”, recuerda.

En ese momento, el camino de Durán se cruzó con el de Mario Arévalo, actual gerente de Coomulpinort, quien había sido director de la cárcel La Picota, de Bogotá, antes de irse a Canadá durante dos años. Cuando volvió, le pidieron hacerse cargo de un proyecto que, según decían, no iba para ningún lado.

Diez años después, esta cooperativa es la novena empresa más importante de Norte de Santander, entre las 300 que existen. Con ella, se inició la importación legal de combustible con el gobierno de Venezuela cuando las relaciones todavía eran normales. Una vez estalló la crisis en el país vecino, la cooperativa, que también cuenta con el apoyo de Primax, Terpel y la dirección de Hidrocarburos del Ministerio de Minas y Energía, decidió comercializar combustibles colombianos.

La empresa también empezó a reportar beneficios, entre los cuales se destaca un nuevo plan de vida para sus asociados gracias a las capacitaciones en administración, mecánica automotriz, y panadería, entre otras, al igual que auxilios educativos para sus hijos. Hoy, 152 de ellos estudian en universidades de Cúcuta y el departamento.

Adicionalmente, Coomulpinort reparte entre las familias kits escolares, una iniciativa con la que logró disminuir la deserción académica de los hijos de los asociados 90 por ciento. También les cubre tratamientos oftalmológicos y odontológicos y, cada mes, en el municipio de Tibú, entrega mercados a 50 adultos mayores de la zona.

El objetivo más importante de la cooperativa, sin embargo, ha sido romper la cultura del contrabando. Para ello implementó un plan que buscaba cambiar los puestos de venta en la calle por estaciones de servicio adecuadas, dotadas de calidad y precio competitivo, y el flujo de contrabando desde Venezuela se redujo. “Hasta era mal visto reabastecerse en la calle con pimpina –indica Arévalo–: cambiamos esa mentalidad”.

Hoy, la empresa cuenta con 77 estaciones de servicio en el departamento y copa el 42 por ciento del mercado. Además, vende en promedio 4 millones de galones al mes y cerca del 95 por ciento de sus clientes están satisfechos con su servicio. “En materia de combustible, dejamos de ser ‘venezolano-dependientes’ y podemos decir que el 90 por ciento del consumo de combustible en Norte de Santander es legal”, dice Arévalo.

Gracias a este proyecto social-empresarial, 1.350 asociados de la cooperativa dejaron de pertenecer al grupo de ‘pimpineros’ que vendía combustible de contrabando, en un proceso de reinserción a la vida legal que le resta gente a la violencia.