En Colombia hay alrededor de 60.000 hectáreas sembradas con productos orgánicos, según Fedeorgánicos. | Foto: Cámara Lúcida

Vida moderna

¿Por qué deberíamos prestarles más atención a los productos orgánicos?

Porque respetan la tierra y el entorno; y porque, como lo dicen muchos expertos, serán mejores para la salud de todos –aunque faltan estudios concluyentes–. Así nació la producción ecológica en Colombia.

Mónica Pardo*
26 de julio de 2020

El movimiento orgánico surgió en la década de los setenta y su epicentro fue el Viejo Continente. Allí comenzó el interés por la producción de alimentos ecológicos libres de agroquímicos, que crecieran con insumos naturales o biológicos como el compost, y con la ayuda de buenas prácticas, entre ellas el uso de ovejas para acabar con la maleza, o de avispas para controlar las plagas.

Veinte años más tarde, esta cuidadosa manera de sembrar llegó a Colombia. Era una alternativa para frenar la contaminación de los ecosistemas y proteger a los consumidores de los efectos perjudiciales de todos aquellos alimentos que contenían pesticidas, herbicidas o sustancias similares, habituales en la agricultura a gran escala.

Aunque entre los especialistas no existe una posición unánime sobre cuáles son los verdaderos beneficios de los productos orgánicos en nuestra salud, sí es claro que cultivar sin agroquímicos preserva la biodiversidad de los territorios y el buen estado de los suelos. Para la Federación Internacional de Movimientos de la Agricultura Orgánica, “la salud de los individuos y las comunidades no puede separarse de la salud de los ecosistemas: los suelos saludables producen cultivos saludables que fomentan la salud de los animales y las personas”.

Las ventajas de una nutrición basada en productos orgánicos han sido descritas y explicadas por nutricionistas y médicos funcionales, sin embargo, no hay suficiente evidencia científica que compruebe que tienen mayores beneficios que los alimentos convencionales. María del Pilar Márquez, profesora del Departamento de Biología de la Universidad Javeriana y magíster en Agricultura Ecológica, explica que “para comprobarlo se necesita un estudio de 20 o 30 años que compare a una persona que lleve una estricta dieta orgánica con otra que siga un régimen tradicional”.

La diferencia entre el sabor y la calidad de un alimento orgánico y uno convencional tampoco está muy clara. Andrés Giraldo Toro, ingeniero agroindustrial y doctor en ciencia y tecnología de alimentos, explica que “es muy difícil que un consumidor pueda identificar una manzana producida con agroquímicos y otra que creció sin ellos. Tampoco hay ningún efecto en la composición nutricional del alimento".

LO MISMO, CON OTRO NOMBRE Para efectos normativos, en Colombia los términos ‘orgánico’, ‘ecológico’ y ‘biológico’ son sinónimos. De esta manera lo establece la resolución 187/06 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, que regula este tipo de producción y establece los requisitos que debe cumplir para catalogarse como orgánica. “Cualquier producto que se anuncie como ‘orgánico’ en nuestro territorio tiene que estar certificado”, recalca Luis Betancur Zuluaga, presidente de la Federación de Orgánicos de Colombia (Fedeorgánicos).

Este sector es aún incipiente en el país y no cuenta con un censo, pero según los datos recogidos por Fedeorgánicos, que agremia a 800 productores, en Colombia puede haber, más o menos, 60.000 hectáreas sembradas con productos orgánicos. Bastante poco, en comparación con naciones de la región como Argentina o Brasil, que alcanzan las 3 millones de hectáreas cultivadas. Betancur Zuluaga explica que, ante la baja demanda interna, el 95 por ciento de la producción orgánica colombiana se exporta a Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón, Corea del Sur, China y Australia. Entre los productos más apetecidos se encuentran el café, los palmitos, el acaí, la palma de aceite, la caña de azúcar, las frutas tropicales, el banano, las hortalizas, la quinoa, el cacao, las aromáticas orgánicas y los derivados de la ganadería

Camilo Ardila, especialista del Área de Agricultura Familiar y Mercados Inclusivos de la FAO en Colombia, advierte que la agricultura orgánica permite avanzar hacia la agroecología. “Esta, sin duda, es el primer esfuerzo para contar con un mejor sistema de producción; pero la agroecología va dos pasos más allá, no solo se enfoca en el componente ambiental, sino en el económico y el social. Y es fundamental avanzar en esos dos caminos”, concluyó.

TOMILLO Y PANELA

En marzo de 2019 la empresa Granja en Casa, ubicada en la vereda Tocotá, (Dagua, Valle del Cauca), empezó a vender a Estados Unidos tomillo orgánico. “Ahora lo exportamos también a Canadá, junto con el estragón, el cebollín, el eneldo, la menta y el romero, ¡todos orgánicos!”, cuenta Claudia Mera, la gerente general. En 2019 la compañía exportó 10.975 kilogramos de sus productos y en junio de este año ya sumaba 10.122 kilogramos. Por su parte, la productora Mesa Baja Agroindustria exportó el año pasado 103 toneladas de panela orgánica a Chile, Alemania, Rumania y Australia. “Trabajamos con pequeños agricultores, a quienes apoyamos a cumplir con la normatividad para comercializar el producto”, cuenta Sebastián Jiménez, gerente comercial.

*Periodista económica.

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