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MAS SOLO QUE NUNCA

Rechazado por tirios y troyanos, Solzhenitzin analiza la mala conciencia de occidente.

5 de julio de 1982

EL ERROR DE OCCIDENTE, de Alexandr Solzhenitzin. Editorial Planeta, Barcelona, 1982.
La imagen del pastorcillo que derriba con su honda al gigante Goliath surge en la memoria de quien lee hoy a Alexandr Solzhenitzin, puesto que su caso es el de alguien que, únicamente armado con su pluma, lucha contra un régimen saturado de terror (el dragón al que él por sus reminiscencias bíblicas, alude frecuentemente). No le cabe duda sobre su derrumbamiento final, pero pretende que no sea al costo de una terrible hecatombe. Las denuncias contenidas en esta serie de documentos, divulgados en su mayoría con anterioridad a la publicación del libro por revistas estadounidenses, tocan puntos neurálgicos como la ocupación de Afganistán y la crisis de Polonia.
Según el autor del "Archipiélago Gulag", ha sido sangriento desde el primer minuto el camino recorrido por el comunismo. Lenin--para muchos el gran idealista traicionado por Stalin creó el aparato policíaco responsable de genocidios que han ocasionado más de 60 millones de víctimas. El Occidente, tal vez inducido por su mala conciencia, en lugar de desenmascarar como sería lo lógico a un sistema basado en la crueldad, lo mira como una alborada y apunta sus innegables horrores a la cuenta del servilismo ruso, acostumbrado inmemorialmente a soportarlos. De áhí la trágica equivocación. No sólo en Rusia sino en los restantes países comunistas, Cuba y Yugoslavia comprendidos, los crímenes que se cometen diariamente son los mismos.
En su obra "El Leviatán", Hobbes fue el primer filósofo que asignó al Estado totalitario el poder de dominar conciencias, criterio con el que chocan los cristianos activos y los nacionalistas. por lo cual padecen mayor persecución. ( De donde se deduce el motivo real de designar a la religión como "opio del pueblo", cuando en Rusia se toleran verdaderos flagelos como el alcohol). Pero si para Solzhenitzin la URSS es sencillamente una versión aproximada del infierno (piénsese en su novela "El primer círculo"), eso no significa sin embargo que el Premio Nobel 1970 sea partidario de los regímenes democráticos al menos como se practican actualmente. El ideólogo de éstos, Rousseau, apuntaló también la vía al totalitarismo al sostener en "El contrato social" que "el gobierno democrático ejerce soberanía absoluta no sólo sobre los bienes sino sobre las personas de los ciudada nos " Al hablar de que la mayoría de los errores occidentales se originan en el desconocimiento de la historia rusa, Solzhenitzin evoca las asambleas campesinas que se reunían en la época zarista, cuyas decisiones, aunque carentes de fuerza legal, eran moralmente obligatorias. El triunfo comunista durante la pasada guerra mundial lo explica porque, ante la amenaza que significó para el régimen la actitud inicial del pueblo ruso ante los invasores alemanes, se impuso para el Soviet una transitoria y aparente marcha. Así fue como se vio obligado a ensalzar el antes repudiado nacionalismo, y a tolerar de nuevo a la Iglesia.
En suma, para Solzhenitzin la única esperanza radica en que los colosos China y Rusia se destruyan mutuamente por discrepancias ideológicas, "lo que es igual a decir que la supervivencia de Occidente no depende de éste " Pero al armar a China se comete otro error. Los antiguos compadres pueden reconciliarse en cualquier momento, sin olvidar que una China victoriosa arrasaría la tierra. Solo queda, pues la alianza directa con los pueblos esclavizados y hambrientos, para lo cual aconseja las emisiones radiales clandestinas, pero no a base de estúpidas propagandas de la sociedad de consumo, sino apelando a un lenguaje que traduzca la auténtica solidaridad. Así, sus amargas críticas a las falsas salidas de los países occidentales le acarrean ahora la mala voluntad de éstos, aunque con la ventaja de despejar la situación del escritor, que había sido acusado de estar en componendas con el capitalismo. Cuando la verdad es que, rechazado por unos y otros, envejecido prematuramente en su destierro de Suiza, más solitario que nunca, no abandona sin embargo sus trincheras, como lo demostró recientemente al protestar de nuevo ante el gobierno soviético contra los procesos a puerta cerrada y el embrutecimiento de los niños. Lástima grande que la traducción de la edición española que comento, peque de descuidos que vuelven su lectura destemplada y difícil.-Elisa Mújica Nacido en Rostov-del-Don en 1918; a los 21 años se gradúa en Ciencias Naturales y viaja a Moscú, para estudiar filosofía y letras. Por el estallido de la Segunda Guerra Mundial se incorpora al ejército, en el que llega a obtener el grado de capitán de artillería.
En 1945, por sus críticas a Stalin es deportado a Siberia, donde su experiencia le inspira lo que será su primera novela: "Un día en la vida de Iván Demisovich". Rehabilitado por Kruschev en 1957 regresa a la capital y trabaja como profesor de física y matemáticas. En 1962 aparece su novela con la que alcanza notoriedad, a la que siguen "Por el bien de la causa", "La casa de Mariona", "Pabellón de cáncer" (enfermedad que padeció y de la que logró curarse) y "El primer circulo", publicado en Italia cuando ya habia caido Kuschev y que nuevamente le acarreó problemas con el régimen.
Considerado oficialmente "enfermo mental" y expulsado de la Asociación de Escritores Soviéticos recibió en 1970 el Premio Nobel y fué desterrado definitivamente de la URSS en 1974 por la publicación de "Archipiélago Gulag".
En la actualidad reside en Suiza.