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Bogotá 10 de septiembre 2019
| Foto: Bani Gabriel Ortega

Minutas

Junta del Banco de la República prevé que nueva ola de covid-19 y bloqueos a vías podrían desacelerar el crecimiento del segundo semestre

La recuperación observada hasta abril hizo que el equipo técnico subiera su estimación para 2021 del 6 % al 6,5 % en el escenario central.

30 de junio de 2021

En las minutas de la más reciente reunión de la Junta Directiva del Banco de la República quedó estipulado que se prevé que la tercera ola de contagio de la covid-19 y, en mayor medida, los bloqueos a las vías y los problemas de orden público se vean reflejados en una desaceleración del crecimiento para el segundo semestre.

Pese a ello, el nivel del producto interno bruto (PIB) seguiría siendo inferior al reportado en 2019. En cuanto al mercado laboral, se observa que el empleo ha desacelerado su ritmo de recuperación y que las tasas de desempleo e informalidad continúan en niveles particularmente altos.

Vale la pena recordar que, en sesión del 28 de junio, la junta llevó a cabo una revisión del comportamiento de la actividad económica, la inflación y las condiciones externas. La Junta decidió, por unanimidad, mantener inalterada la tasa de intervención en el 1,75 %.

“Luego de alcanzarse un crecimiento positivo en el primer trimestre del año, que superó lo proyectado, la actividad económica mantuvo un buen dinamismo en abril, al registrar una variación anual del 29,2 % según el Índice de Seguimiento Económico del DANE en la serie corregida por estacionalidad y por efectos calendario (DAEC)”, aseguraron las minutas.

Este resultado fue altamente influenciado por una baja base de comparación en 2020 y superó en un 0,3 % el crecimiento de marzo, a pesar de las restricciones a la movilidad impuestas en algunas ciudades ante el rebrote de la pandemia.

Por su parte, respecto a la inflación anual del 3,3 % en mayo, que superó los pronósticos, las minutas dicen que la presión alcista provino principalmente del grupo de alimentos, que fue del 9,52 %, y en especial de los alimentos perecederos, que fueron del 18,16 %, debido a las dificultades de abastecimiento en diversas ciudades.

“La inflación del grupo de regulados (4,2 %) también se aceleró, debido al retiro parcial de los alivios a las tarifas de servicios públicos otorgados en 2020 y por el aumento en el precio de los combustibles. El incremento en la inflación básica, sin alimentos ni regulados (1,56 %), se mantuvo por debajo de la meta y fue similar a lo proyectado”, agregan.

Advierten, además, que algunas de las presiones inflacionarias ocurridas en mayo tendrán persistencia, lo que haría que la inflación anual permanezca por encima de la meta hasta el primer trimestre de 2022.

Esta persistencia se debe al tiempo que podría requerir restablecer los procesos productivos que fueron afectados por los bloqueos, como también a los aumentos de los precios internacionales de alimentos y a los altos costos logísticos y de transporte. Las expectativas de inflación, que permanecen ancladas a la meta, podrían verse afectadas por esta situación.

La Junta observó también que el crecimiento de la demanda externa ha sido mayor al esperado, lo que ha llevado a un incremento del dinamismo del comercio externo de bienes, en un entorno de deterioro en las cadenas de valor y de un aumento importante en los precios de las materias primas y del costo de los fletes.

A pesar del fortalecimiento de la demanda externa y de la mejora de los términos de intercambio, el pronóstico del déficit de cuenta corriente para 2021 se revisó al alza, lo cual es coherente con el mayor dinamismo de la demanda interna, que se refleja en mayores importaciones e incremento de las utilidades que las empresas con inversión extranjera en Colombia remiten al exterior.

Frente a las condiciones financieras internacionales, se evaluó la posibilidad de que la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) adelante el inicio de la normalización de la política monetaria como respuesta a la reciente sorpresa inflacionaria en ese país y a las presiones que persisten.

De llegar a concretarse, las condiciones financieras internacionales se tornarían menos favorables y afectarían el apetito por riesgo para inversiones en las economías emergentes. Bajo estas circunstancias, se podría ver limitada la posibilidad de mantener una política monetaria tan expansiva como la actual.