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GUILLERMO VALENCIA

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Luna, la purga para las criptomonedas ha comenzado

La pregunta aquí es sobre la confianza. ¿En quién confiar? ¿En un algoritmo o en gobiernos populistas y endeudados?

17 de mayo de 2022

Así como en 1997, un grupo de especuladores apostó en corto contra el baht tailandés, destruyendo la paridad de esta moneda con el dólar estadounidense y desatando una crisis financiera en Asia, esta semana la criptomoneda, Luna, y su proyecto de moneda estable, Terra USD (UST), ha sido víctima de la especulación.

En tan solo una semana la capitalización de Luna pasó de US$ 27 billones a US$ 84 millones. Por su parte, el proyecto UST, el cual pretende igualar el precio del dólar, no ha conseguido mantener esa paridad.

La caída de Luna y UST es clave porque eran parte de las principales criptomonedas del mercado.

El rumor detrás de todo esto es que grandes especuladores de Wall Street tomaron prestados 100.000 BTC del fondo Gemini de manera anticipada al ataque y luego intercambiaron 25.000 en #UST.

Llamaron a Do Kwon, fundador de Terra Foundation, le dijeron que querían vender una gran cantidad de BTC por UST y esta, al ser una cantidad grande, podría llegar a mover al mercado, por lo que le propusieron a Know que comprara estos BTC en un bloque grande con descuento para luego convertirlos en UST. Kwon aceptó y mordió el anzuelo.

Kwon les dio una gran cantidad de UST, lo que redujo considerablemente la liquidez de UST. Luego, los especuladores se deshicieron de todos los BTC y UST, lo que provocó una cascada de ventas forzadas en ambos activos.

Los especuladores sabían que Anchor (calificado como un esquema ponzi, con 20 % de rendimiento anual), generaría más retiros de los que podría pagar. Por lo tanto, los retiros forzados desencadenarían una venta masiva en Luna, dificultando aún más la paridad de la moneda estable UST.

Después, los mismos especuladores volvieron a comprar el BTC a bajo precio, para pagar el préstamo y embolsarse la diferencia. Estamos hablando de miles de millones de dólares.

Con Luna también cayó todo el mercado de criptomonedas, lo que hizo que Bitcoin rompiera la barrera de US$ 28.000 el jueves, creando dudas sobre su futuro.

El riesgo de las stablecoin es que no son exactamente una criptomoneda porque excluyen la volatilidad al tratar de replicar una moneda Fiat. Al contrario, estas se parecen más a los antiguos money market funds, pero con una interfaz en dólares que permite generar contratos inteligentes.

Sobre los otros stablecoins, como Tether, existen muchas dudas, ya que no es claro que realmente tengan el respaldo en dólares que dicen. No obstante, esta es una gran oportunidad para USDC, una moneda estable que ha sido más rigurosa en demostrar la existencia de sus reservas. USDC cuenta con una auditoria externa, el respaldo de la compañía de tarjetas de crédito Visa y está tratando de obtener una licencia bancaria en Estados Unidos.

Mientras tanto, ¿qué ocurre con el mercado de criptomonedas? Estas, en realidad, se encuentran en una purga y como sucedió con internet en el año 2000, solo el 10 % de ellas sobrevivirá.

Las restantes tendrán, al igual que ocurrió con Amazon, la oportunidad de redefinir por completo una industria, en este caso la financiera.

No obstante, la naciente industria de criptomonedas necesita un marco regulatorio claro, que no penalice la innovación y proteja a los usuarios de manipulaciones en el mercado, como ocurrió con Luna y Terra. Esto hace que una regulación sea necesaria.

Cuando ocurren estas caídas, la mayoría tendemos a enfocarnos únicamente en las pérdidas y no en el potencial que esos desafíos traen para las comunidades de desarrollo. Esa presión les dará un aprendizaje que les permitirá construir algoritmos robustos y ecosistemas maduros.

Volviendo a Bitcoin. En el pasado este ha tenido valorizaciones de 10X durante sus ciclos de subida, lo que hace todavía interesante la relación ganancia-pérdida.

Lo opuesto es lo que ocurre con las monedas de los países emergentes, que pueden tener caídas de un 60 % o 90 %. Tal es el caso de Turquía y Argentina, donde es muy probable que nunca recuperen su valor.

Al final la pregunta es sobre la confianza: ¿En quién confiar? ¿En un algoritmo o en gobiernos populistas y endeudados?

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