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GUILLERMO VALENCIA

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Morris Chang, la gesta de los semiconductores

La revolución tecnológica de nuestros días necesita semiconductores, Taiwan Semiconductors es el mayor y mejor proveedor de estos componentes. Perfil del hombre que lo hizo posible.

27 de abril de 2021

En 1987, a Morris Chang se le encomendó la tarea de construir la que sería la empresa más importante de semiconductores del mundo. Nadie podía saberlo en su momento, pero esa pequeña compañía lograría transformar un negocio dominado por gigantes como Intel Corporation.

Hoy Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSM) es el mayor proveedor de semiconductores del mundo. Un cálculo rápido muestra que un inversionista, que no creyó que el Nasdaq fuera una burbuja, tendría hoy US$371.000 si hubiera invertido US$100.000 en 2016. ¿Cómo se construyó esta historia de éxito?

Cuando se mira el pasado es claro que las decisiones tomadas por Morris Chang eran las adecuadas, pero en realidad el nacimiento de esta compañía no podía ser más improbable. La situación de Taiwán, hogar de TSM, no era la mejor: recién en 1987 terminaban 38 años de la ley marcial anticomunista y el país se abría a un nuevo periodo democrático, con China como permanente amenaza.

Chang, ya conocía el negocio de los microchips. De hecho, hizo carrera en la empresa estadounidense, Texas Instruments, hasta llegar a ser vicepresidente. Allí no pudo escalar más, por lo que renunció en 1983. Por eso, la invitación del gobierno taiwanés de invertir US$200 millones y construir TSM era lo más interesante que podía ocurrirle a sus 52 años.

Era un panorama desafiante. A finales de la década de 1980 las empresas de semiconductores hacían todo ellas mismas. Esa integración vertical no solo era costosa, sino que les permitía tener control de un proceso altamente caro y tecnificado, que exigía un alto grado de inversión en investigación y desarrollo.

Sin investigación, ni ingenieros experimentados… ¿Cómo encajar en ese mundo? La respuesta de Chang fue ingeniosa: logró que TSM se enfocara en las obleas sobre las que se ensamblan los semiconductores. Con el tiempo haría que fueran pequeñas y respondieran a exigencias más altas.

“No podíamos permitirnos perder dinero. Así que la primera fase fue de supervivencia. Con la experiencia que tenía elegimos los valores a seguir. Estos se han mantenido hoy, a pesar de que la visión ha cambiado. Son: integridad, compromiso e innovación”, explicó Chang en 2007 cuando se le preguntó por los primeros años de TSM.

Con Chang a la cabeza, la compañía se convirtió en la base para que otras construyeran sus propios circuitos. Esos primeros clientes fueron empresas que entendieron que podían competir, siempre que tuvieran un suministro seguro de obleas de alta calidad.

TSM se encargó de proveerles ese suministro y en el proceso alimentar una innovación tecnológica, que hoy le permite estar a la cabeza en el diseño de semiconductores, con clientes como AMD, Analog Devices, Apple e irónicamente, Intel Corporation.

El legado de Chang para Taiwán

La creación TSM no es solo una historia empresarial clásica, sino que también se trata de una empresa de seguridad nacional para Taiwán, que ha logrado un liderazgo tecnológico gracias a la generación de innovadores que nació de ella. En otras palabras, estar a la vanguardia en este sector es un seguro de vida para la isla.

Esto es cada vez más evidente en un mundo en el que China y Estados Unidos compiten por el 5G, la inteligencia artificial y la computación cuántica. El conocimiento de Taiwán es la herramienta que todos codician. Los líderes de la isla lo saben, por eso cada vez más se acercan a la administración Biden, que si bien no los reconoce como una nación independiente, es claro para todos en la industria que las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos dependen de esa pequeña isla.

Ese lugar estratégico de Taiwán es en parte obra de Chang y su visión, quien desde niño conoció la inestabilidad que la guerra, primero bajo la ocupación japonesa en la década de 1930 y luego el caos de la guerra civil, que terminó en la revolución.

Desde su retiro de TSM, en 2018, Chang, de 89 años, es consultado constantemente sobre el sector. Resalta que lo que hace único a TSM es la cultura organizacional, una que solo existe en Taiwán y que se perdería al ser llevada a otras latitudes.

Durante su más reciente aparición se le preguntó por las ambiciones chinas de superar a la isla en la producción y tecnología de semiconductores. La respuesta de Chang es que estos se encuentran atrás cinco años en el proceso de manufactura y otros dos en diseño.

Incluso, los estadounidenses están lejos del dominio de TSM, a pesar de las nuevas inversiones anunciadas por su gobierno. Chang es claro: “Nadie en los Estados Unidos es tan dedicado con su trabajo como en Taiwán”.

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