Jet-set
Diane Keaton: los hombres que amaron a la rebelde de Hollywood
La inolvidable protagonista de Annie Hall y El padrino, fallecida hace poco a los 79 años, también pasará a la historia por tener como parejas a tres de los hombres más célebres del cine: Woody Allen, Al Pacino y Warren Beatty
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Cuando era una jovencita, un hombre le pronosticó a Diane Keaton: “Algún día vas a ser una buena esposa”. Antes que halagarla, la frase la hizo pensar: “No quiero ser una esposa”. Y lo cumplió. “Casarme nunca habría sido una buena idea. Me encanta no haberlo hecho y estoy segura de que los que no me eligieron también están contentos al respecto”, declaró en una entrevista.
No obstante, su vida sentimental no fue árida. Por años, la prensa cubrió sus amores, lo mismo que las 100 producciones en que trabajó, el premio Óscar que mereció por Annie Hall, sus otras tres nominaciones, muchos otros galardones, y su chic, ajeno a los estereotipos de Hollywood gracias a que no solo conquistó, sino que se volvió parte, para siempre, de la vida de un trío que ha marcado como pocos el devenir del cine.
Su relación con Woody Allen fue la que más dio de qué hablar, teniendo en cuenta que, además, trabajaron juntos en ocho filmes. Es una de las alianzas más prolíficas y aplaudidas del séptimo arte, con clásicos como Annie Hall y Manhattan.
Se vieron por primera vez en Nueva York en 1969, cuando ella hacía casting para Play It Again, Sam, obra de Broadway que luego llevarían también al cine. “Desde el momento en que la conocí, se convirtió en una gran inspiración para mí”, recordó el director.
Vivían juntos en un apartamento con vista al Central Park y lograron una profunda compenetración. Muchos creían que Annie Hall, escrita y dirigida por Allen en 1977, se inspiró en sus amores, pero ella aclaró que solo en parte. La suposición surgió porque la protagonista, encarnada por Keaton, era poco convencional y con un modo de vestir muy particular, rasgos que también distinguieron a la actriz en el mundo artístico.
Woody afirma que le debe mucho, incluso como guionista. “Yo nunca leía las críticas a mi trabajo. Solo me importaba lo que Keaton tenía que decir. Si a ella le gustaba algo, yo daba por descontado que la película sería un éxito. Si no era tan entusiasta, usaba su opinión para reeditar y lograr algo que la dejara satisfecha”, recordó.
Ella lo admiraba por su ética de trabajo y fortaleza. En sus memorias, confesó: “Compartíamos el gusto por torturarnos mutuamente por nuestros fracasos. Él era un maestro de los insultos, y yo también. Sus percepciones sobre mi personalidad eran certeras y, ¡obvio!, hilarantes. Lo tenía catalogado como una cucaracha indestructible”.
Así mismo, develó que la relación se vio afectada porque ella sufría de bulimia. Todo acabó cuando la actriz quiso regresar a Los Ángeles, donde nació en 1946, para seguir forjando su destino en la meca del cine. Aunque sus amores no pasaron de los años setenta, rodaron juntos hasta 1993 y la amistad perduró toda la vida, sin importar que él luego salió con sus dos hermanas.
Hablaban a menudo por teléfono y cenaban cada vez que Diane iba a la Gran Manzana. Cuando él fue acusado por Mia Farrow de abusos sexuales contra su hija Dylan, Keaton lo defendió múltiples veces. “Extraño a Woody. Sé que le repugna la naturaleza grotesca de mi afecto. ¿Qué se supone que debo hacer? Aún lo amo”, escribió.
A Woody, la muerte de su ex lo tomó por sorpresa. De hecho, pocos en el ámbito del cine sabían que su salud se había deteriorado dramáticamente. Conmovido, le dedicó una sentida pieza en The Free Press, en la que escribió: “Como nadie que el planeta haya conocido o que quizá vuelva a ver, su rostro y su risa iluminaban cualquier espacio en el que entraba”
En 1971 Keaton actuó en una de las cintas más renombradas, El padrino. No se sentía apta para el papel de Kay Adams, sin saber el éxito que le traería, pero sí le movió el piso Al Pacino, intérprete de Michael Corleone, su pareja en la cinta.
Tiempo después, empezaron un romance perturbado por las carreras en ascenso de ambos, que los separaban frecuentemente. Keaton comentó que, si algo subsanó eso, fue volver a participar en las dos secuelas de la saga sobre la mafia. Terminaron y se reconciliaron múltiples veces en los años ochenta.
“Yo estaba loca por él. Era encantador, gracioso, un conversador imparable. Había en él algo parecido a un huérfano perdido, una especie de genio loco e idiota. Y era guapísimo”, rememoró Keaton. Pacino admiraba en ella su espíritu libre y cómo todo lo que tocaba llevaba su inconfundible energía.
Como actriz, le parecía magnética y cautivadora. Keaton admitió que Al fue el único que la dejó. Curiosamente, se debió al matrimonio, pese a las ideas de ella al respecto. “Yo ni siquiera deseaba que me propusiera casarnos”, le expresó a The Times en 2017. “Solo creía que tal vez lo haría conmigo algún día. Pensaba: ‘Ni siquiera me lo propongas, hagámoslo ya’. Pero eso nunca sucedió, y es una bendición para ambos.
Para él habría sido una pesadilla”. Un amigo de Pacino le dijo al Daily Mail que siempre se arrepintió de no hacerla su esposa y solía repetir: “Si está destinado a ser, nunca es tarde para una segunda oportunidad”. El tiempo se agotó y el actor, igual que Allen, le rindió tributo: “La gente la extrañará, pero más que eso, la recordará. Dejó una huella imborrable.
Era imparable, resiliente y, sobre todo, muy humana. Siempre la recordaré”. El tercer gran amor de la estrella fue Warren Beatty, un reconocido donjuán. Ella se preciaba de ser la fan que enamoró a su ídolo de adolescencia, pues se prendó al verlo en Esplendor en la hierba, en 1961. Veinte años después compartían el cartel de una cinta muy aplaudida, Reds, dirigida por Beatty.
“La amo. Es una combinación de integridad, humor, inteligencia, ecuanimidad y, ¿ya mencioné belleza?”, le aseguró Beatty a People. Keaton vio en él a un personaje brillante, complejo, bellísimo, muy curioso y a una especie de ave rara. Aun así, desechó su propuesta de matrimonio.
En venganza, durante el rodaje de Reds, Beatty la hizo repetir 50 veces una escena que salió perfecta desde el primer intento. Siguieron saliendo de manera intermitente por cinco años.
En 2019, Diane contó que hacía tres décadas que no tenía citas románticas. Se hizo patente que acertó cuando dijo que pesó más el rol de madre que el de esposa. A los 50 años adoptó sola a su hija Dexter, y en 2001 a su hijo Duke, quienes hoy lloran su partida, lo mismo que los admirados artistas a quienes les robó el corazón.

