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Spiegel dejó la Universidad de Stanford para dedicarse a su proyecto. Desde Snapchat redefinió el rol de la cámara y ahora busca crear objetos que sirvan a ese propósito. | Foto: A.P.

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El fundador de Snapchat que ya es ‘Billonario’ a los 26

Hace años Evan Spiegel rechazó una oferta de Mark Zuckerberg por 3.000 millones de dólares. La semana pasada, con la salida en bolsa, duplicó esa cifra.

11 de marzo de 2017

La aplicación Snapchat es un misterio para los mayores que, en su mayoría, no entienden por qué sus hijas, primos, hermanas y sobrinos toman decenas de fotografías y videos, de cosas aparentemente irrelevantes y sin mayor cuidado. No es casualidad. La aplicación ha atrapado a millones, especialmente entre los 13 y los 35 años, que chatean por medio de imágenes con texto sobre cosas importantes y nimiedades del día a día. Snapchat gusta por la espontaneidad con que los usuarios suelen usar numerosos filtros para ponerles, por ejemplo, nariz y orejas de perro a la foto del jefe. Su amplia audiencia objetiva, según la compañía, suma 158 millones de usuarios en 2017.

Su fundador, Evan Spiegel, de 26 años, intentó explicar cómo funciona en un video de YouTube, pero no lo logró porque realmente se aprende al usarlo. Spiegel sí explicó la visión que inspiró su empresa e impulsa su futuro: “En un mundo en el que se toman 1.500 imágenes al día, la fotografía ya no sirve para registrar memorias. Se convierte en un nuevo lenguaje de comunicación”. Snapchat se enfoca en el momento. La aplicación permite tomar una fotografía o video, escribir y/o dibujarle encima, añadir filtros y enviársela a alguien, que la puede ver por un lapso de seis a diez segundos antes de desvanecerse. Además puede crear ‘historias’, una sumatoria de imágenes y videos al estilo ya descrito, que cuentan cronológicamente un suceso… el paseo al museo, la piyamada, el partido de Colombia, la rumba con las amigas.

Su éxito se basa en varios elementos: domina un nicho muy apetecible al que mantiene pegado por gran parte del tiempo del día. Además resulta fresca comparada con Facebook y Twitter, que envejecen y se han vuelto un denso vertedero de polémicas. Por eso los anunciantes, cansados de gastar en el duopolio de Facebook y Google, encontraron en Snapchat una manera de asociar contenido a una audiencia muy bien segmentada.

Desde 2011, Spiegel y su coequipero, Bobby Murphy, pensaron y ejecutaron esa manera distinta de entender y mezclar la fotografía y la mensajería instantánea. Por eso su aplicación no ha dejado de atraer usuarios y, como resultado, más atención mediática. La semana pasada lanzó una oferta pública en la Bolsa de Valores de Nueva York, y los temores de algunos analistas que consideraban apresurado ese paso solo se confirmarán con el tiempo. Además, en una medida impopular que aprovecha el buen envión de la compañía, quienes adquieren acciones no tienen voz y voto en la empresa, de la que se encargan exclusivamente Spiegel y sus asociados.


Hasta hace poco Evan Spiegel vivía con su padre, pero ya se ajustó al rol de ‘billonario’. Con su compañero Bobby Murphy vivió un gran día en la Bolsa de Nueva York. Tiene Ferrari, una mansión de 12 millones de dólares y una prometida exmodelo, Miranda Kerr.

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Por lo pronto, la celebración ha predominado. El primer día de su empresa Snap Inc. en Wall Street, Spiegel vio su riqueza crecer de 3.000 a 5.400 millones de dólares (duplica a Oprah Winfrey), y la fortuna también les sonrió a terceros que confiaron en su proyecto. Un colegio que invirtió 15.000 dólares hace cinco años, aconsejado por un padre de familia que veía a sus hijos usarla frenéticamente, ganó 24 millones de dólares con su paquete de 2,1 millones de acciones.

Una oferta pública en el sector de tecnología no impactaba así desde que llegó a la bolsa el gigante chino de comercio online Alibaba, en 2014. El paso le significó a Spiegel salir en la portada de la revista TIME. Pero habla con prudencia. “Creamos nuestro negocio con base en la creatividad”, dijo Spiegel al diario LA Times justo después de tocar la campana en Wall Street, “y en los próximos cinco años debemos educar a la gente sobre cómo esa creatividad crea valor”. En efecto, en el curso de su primera semana en la bolsa la acción de Snap Inc. subió en un 59 por ciento en los primeros dos días y luego cayó 18 por ciento en los cinco siguientes. La compañía aún pierde dinero, pero por la atención que genera entre sus usuarios vale más que emporios como Target, Delta Airlines, eBay, Twitter y Hilton.

Mark Zuckerberg, CEO y fundador de Facebook, ofreció 3.000 millones de dólares por Snapchat pues reconoció el enorme potencial de su idea. Pero como Spiegel no es el típico emprendedor de Silicon Valley, rechazó el dineral pues sabía que tenía un proyecto ganador. Lo inventó mientras estudiaba en la Universidad de Stanford (que exige cabeza y bolsillo), junto a su coequipero, Murphy, y mientras trabajaba en una compañía de software que lo inspiró a lanzarse al agua. Se retiró de Stanford y se dedicó de tiempo completo a su idea. Zuckerberg, quien adquirió Instagram, busca ahora competirle desde ahí.

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Evan Spiegel es un millonario especial. Hasta hace dos años, cuando la compañía ya le generaba dinero, vivía con su padre en el exclusivo barrio Pacific Palisades de Los Ángeles, pues, como explicó, “no pagaba arriendo”. Con el tiempo se acomodó al rol y a la circunstancia: en 2015, se compró un Ferrari y en 2016 hizo oficial su compromiso con la ex top model Miranda Kerr, dos meses después de comprar con ella una mansión de 12 millones de dólares. Y aunque la visita a Wall Street la semana pasada lo obligó a ponerse saco y corbata, Spiegel ha creado un look descomplicado, una ‘pinta característica’, cuya prenda esencial es una sencilla camiseta blanca con cuello en V.

En septiembre de 2016 Snapchat se convirtió en Snap Inc., y oficialmente ramificó su actividad. Lanzó al mercado unas gafas peculiares con cámara incluida que bautizó Spectacles, que vende por 129 dólares. Así marcó el primer paso hacia su futuro, con una compañía que cotiza en bolsa y que se diversifica para crear hardware que apoya su filosofía de reinventar la cámara. “Hace cinco años concluimos que la cámara hace más que capturar recuerdos. Probamos que se podía usar para hablar, y nuestro sueño es expandir lo que ella puede hacer en la vida de las personas”, dijo Spiegel a LA Times. Solo el tiempo dirá si el furor se mantiene, al revés de los mensajes que maneja.