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En la academia francesa
Mario Vargas Llosa (Photo by Emmanuel DUNAND / AFP). | Foto: AFP

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Mario Vargas Llosa entró a la Academia Francesa este jueves; en su discurso, criticó de frente a la Rusia de Vladimir Putin

“La novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá”, dijo el nuevo “Inmortal”, como se conoce a los académicos franceses.

9 de febrero de 2023

El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, entró este jueves en la Academia Francesa con un discurso en el que criticó la Rusia de Vladimir Putin y abogó por la democracia. A sus 86 años, el escritor nacido en Arequipa se convirtió en el primer autor en lengua no francesa que accede a esa institución fundada en 1635.

Su discurso abordó su pasión por la literatura, en especial la francesa, y la política, en particular la denuncia de los autoritarismos. “La novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá”, dijo el nuevo “Inmortal”, como se conoce a los académicos franceses.

“Siempre quedará esta caricatura que los países totalitarios nos venden como novelas, pero que solo existen tras haber atravesado la censura que los mutila”, como muestra “el ejemplo de la Rusia de Vladimir Putin”, criticó. “Vemos cómo ataca a la desafortunada Ucrania, y como se sorprende sobremanera cuando esta nación resiste, a pesar de su superioridad militar”, añadió.

Vestido con un traje de levita negro, bordado de motivos verdes, como manda la tradición, Vargas Llosa cerró en la venerable institución a orillas del Sena un círculo que empezó en 1959, cuando desembarcó en París como un joven y casi desconocido autor.

Cuando estudiaba en Lima, recordó, “aspiraba secretamente en convertirme en un escritor francés. Estaba convencido de que imposible de ser escritor en Perú, un país sin editoriales y con escasas librerías”, explicó. Al llegar, descubrió con sorpresa que en “la capital cultural del mundo” se leía desde hacía tiempo a autores como el mexicano Octavio Paz.

“Fue en consecuencia gracias a Francia que descubrí otra América Latina”, dijo. Vargas Llosa se compró, tan pronto llegó a la capital francesa, un ejemplar de “Madame Bovary” de Gustave Flaubert. Trabajó de traductor, como profesor de idiomas, “así como en la Agence France Presse, en la plaza de la Bolsa”, recordó el autor de “La fiesta del chivo” ante la audiencia.

“Fue en París que me convertí en escritor”, añadió. “Sin Flaubert nunca habría sido el escritor que soy, ni habría escrito lo que he escrito. Es más bien gracias a él que ustedes me reciben hoy”, reconoció. “A partir de los años 1970, fueron los escritores sudamericanos los que ayudaron a una nueva generación de escritores franceses a no desesperar de la literatura de ficción”, aseguró en su discurso de réplica el académico Daniel Rondeau.

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Escritor Mario Vargas Llosa. (Photo by Emmanuel DUNAND / AFP) | Foto: AFP

Último superviviente de la generación del “boom” latinoamericano, Vargas Llosa es autor de novelas que han marcado las letras hispanas en el siglo XX, como “Conversación en la catedral” o “La ciudad y los perros”.

Con esta histórica recepción, la Academia deja de lado el hecho de que Vargas Llosa se exprese en la lengua de Cervantes, y las críticas recogidas en algunos medios de comunicación franceses por las posturas políticas de quien fue candidato a la presidencia de Perú. “Esta es su casa, esta tribu de obstinados, efímeros inmortales” concluyó Rondeau.

Vargas Llosa ya es miembro de la Real Academia Española, de la peruana y la brasileña. La Academia Francesa tiene una función similar a la española: edita un diccionario, emite recomendaciones de estilo y aclara dudas lingüísticas. En los últimos años, ha tenido algunas dificultades para reclutar nuevos miembros. En unas declaraciones posteriores a la prensa, Vargas Llosa expresó su ambición de compartir su tiempo entre la academia española y la francesa.

Mario Vargas Llosa (izquierda) habla con el ex rey de España Juan Carlos I (derecha)
El escritor peruano y premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa (izquierda) habla con el ex rey de España Juan Carlos I (derecha) al final de la ceremonia de la Académie Francaise (Academia Francesa), en París, el 9 de febrero de 2023. (Photo by Emmanuel DUNAND / AFP) | Foto: AFP

“Venir quince días a la Academia Francesa y luego quince días a la Academia Española”, sostuvo. Entre los invitados de la “instalación” del premio Nobel, como se conoce en el lenguaje de la Academia, estaba el rey emérito español Juan Carlos I, acompañado de su hija, la infanta Cristina.

Vargas Llosa, que fue nombrado marqués por Juan Carlos I en 2011, invitó personalmente al ex monarca, que vive en los Emiratos Árabes Unidos desde su polémica retirada de España, en 2020. “Creo que había que reconocerle al rey de una manera efectiva, lo reconocidos que estamos los españoles por la libertad que gozamos hoy en día”, opinó.

La academia con siglos de historia

La Academia Francesa, en la que ingresó este jueves el escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa, es una institución fundada en el siglo XVII para velar por el buen uso de la lengua, aunque la autoridad de los “inmortales” que la integran ha menguado desde entonces.

La Academia Francesa fue fundada en 1635 por el cardenal Richelieu, principal ministro de Luis XIII, proclamado “jefe y protector” de la institución. En la Francia republicana, esa función recae en el jefe de Estado.

Su misión: “Dar reglas certeras a nuestra lengua y hacer que sea pura, elocuente y capaz de tratar las artes y las ciencias”. La lengua reviste una dimensión política. La Academia redacta un diccionario y reglas ortográficas.

La lengua que defiende no es la de los “especialistas, eruditos, corporaciones”, sino que se sitúa entre “el uso y la norma”. Influenciada por el movimiento de la Ilustración, en el siglo XVIII, juega un papel importante con tres diccionarios: la ortografía del 30% de las palabras cambia y aparecen los acentos.

En 1990 cede en algunas cuestiones, como el afrancesamiento de algunas palabras extranjeras. Pero en cuanto a los anglicismos o la escritura inclusiva, mantiene su total rechazo, al considerarlos “un peligro”.

En la actualidad, de los 40 miembros estatutarios de la Academia, solo 35 son “inmortales”. Su título se inspira en el lema de la institución, “À l’immortalité” (A la inmortalidad), que recuerda su misión de preservar la lengua. Elegidos por mayoría absoluta, los académicos son científicos, curas, escritores, historiadores o políticos. Entre los más ilustres se encuentran Montesquieu (1727), Marivaux (1742), Voltaire (1746), Chateaubriand (1811), Victor Hugo (1841, tras cuatro candidaturas) y Louis Pasteur (1881).

Emile Zola fue rechazado 25 veces. Y el mariscal Pétain, elegido por unanimidad en 1929, fue excluido en 1945, tras haber encabezado el régimen de Vichy, de colaboración con la Alemania nazi. La única regla desde 2010 es tener menos de 75 años para presentarse. Pero esto no impidió que Mario Vargas Llosa fuese elegido en 2021, pese a sus 85 años.

El autor de “Conversación en La Catedral” es además el primer miembro admitido en la Academia sin haber escrito nunca en francés. En 1995, la candidatura del español Jorge Semprún, escritor y exministro de Cultura en su país, fue rechazada, a pesar de sus escritos en la lengua de Molière.

Varios extranjeros han pasado por la Academia: el estadounidense Julien Green (1972), el canadiense de origen haitiano Dany Laferrière (2015) o escritores como el cubano-francés José María de Heredia (1970), el rumano-francés Eugène Ionesco (1970) o el argentino Héctor Bianciotti (1996).

Mario Vargas Llosa
El autor peruano ganador del Nobel Mario Vargas Llosa estaba listo para unirse a la la legendaria Académie Francaise en París el 9 de febrero, el primer miembro que nunca escribió un libro en francés. (Photo by Emmanuel DUNAND / AFP) | Foto: AFP

En la actualidad, tienen su asiento el novelista de origen ruso Andrei Makine (2016), el poeta franco-británico Michael Edwards (2013) o el escritor francés de origen chino François Cheng (2002).

En cuatro siglos, la institución ha producido ocho diccionarios. El primero data de 1694 y el último, de 1930. Desde 1986, la Academia publica progresivamente su 9ª edición. Tras siglos de oposición, la institución aceptó en 2019 feminizar los nombres de algunos oficios.

En su investidura, todos los académicos reciben una espada y un traje de paño azul oscuro o negro, bordado con ramilletes de olivo en verde y dorado, confeccionado por un gran modisto -de Lanvin a Cardin- o por el sastre del ejército. Este, el más barato del mercado, cobra 50.000 euros( 54.000 dólares) por traje. Una factura que paga un comité creado expresamente.

La espada, que antaño marcaba la pertenencia a la Casa del Rey, ahora está personalizada.

En 1980, la escritora Marguerite Yourcenar se convirtió en la primera mujer elegida académica. Costó mucho llegar ahí. En 1760, un académico propuso, en vano, reservar cuatro sillones a las mujeres. La primera candidata fue la periodista Pauline Savari, en 1893. “Las mujeres no son elegibles porque uno solo es ciudadano francés cuando ha cumplido con el reclutamiento” militar, le replicaron. En 1910, la candidatura de Marie Curie fue rechazada... para no sentar precedente.

En total, diez mujeres han entrado en la institución. Actualmente, la Academia cuenta con seis.

*Con información de AFP