Especial Atlántico y Barranquilla
La transformación urbana del Atlántico ya es realidad, ¿de qué se trata?
El departamento le apostó a un modelo de desarrollo urbano que prioriza el bienestar y la sostenibilidad. Gracias a la unión de esfuerzos entre sectores público y privado se ha garantizado vivienda digna para los atlanticenses.

Atlántico vive un momento de transformación urbana sin precedentes que ha traído oportunidades de inversión, generación de empleo formal, mejoramiento de la calidad de vida y consolidación de nuevas centralidades para miles de familias. Este escenario ha sido posible gracias al compromiso de las más de 100 empresas afiliadas a Camacol Atlántico que impulsan el crecimiento ordenado y sostenible en esta zona del país. Una apuesta colectiva que convirtió al territorio en un referente competitivo y cada vez más atractivo para vivir e invertir.
“Este cambio tiene su origen en decisiones tempranas que marcaron la diferencia. El sector de la construcción en el Atlántico, se ha caracterizado siempre por asumir grandes retos. Fuimos pioneros en la implementación de programas como las Vipa y Mi Casa Ya. Y aunque esa apuesta implicó superar exigencias regulatorias y financieras, contó con el respaldo de nuestro sector, un esfuerzo empresarial que abrió el camino para que la vivienda dejara de ser vista como un privilegio y se convirtiera en una aspiración colectiva”, señaló Jorge Segebre, presidente de la Junta Directiva de Camacol Atlántico.
De esta forma el telón de las nuevas urbanizaciones comenzó a abrirse con fuerza y las zonas de expansión definidas en los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) empezaron a consolidarse como focos estratégicos de inversión, atrayendo capital privado y dando forma a un modelo de crecimiento urbano más planificado, donde surgieron y se consolidaron desarrollos ambiciosos como Caribe Verde, en Barranquilla, y El Manantial, en Soledad, ambos orientados a la vivienda de interés social y prioritario, que hoy suman cerca de 26.000 soluciones habitacionales y representan uno de los mayores avances en cobertura residencial de la región.

Renacer urbano
En paralelo, el Distrito y el sector privado dieron inicio a una etapa de grandes iniciativas estratégicas de ciudad, como la construcción del Centro de Eventos Puerta de Oro, concebido para consolidar a Barranquilla como la capital de eventos y negocios del Caribe colombiano, con una proyección de aportar 2,27 billones de pesos a la economía local en un periodo de diez años. Este impulso marcó un antes y un después para la capital del Atlántico: la ciudad pasó de recibir principalmente visitantes de congresos y ferias, a convertirse en un imán para un turismo empresarial más diverso, atraído por oportunidades, conexiones y nuevas inversiones.
Microciudades
Este auge también abrió el camino para materializar el concepto de microciudades a través de macroproyectos como Puerta Dorada, Alameda del Río, Caribe Verde, que con el tiempo amplió su alcance hasta consolidarse dentro de este modelo urbano, y Ciudad Mallorquín. Todos integran vivienda, servicios, comercio y espacios de convivencia en un mismo entorno.
Alameda del Río representa uno de los ejemplos más claros. Es una de las mayores centralidades urbanas del Caribe colombiano por la manera en que combina vivienda masiva con un urbanismo que privilegia el espacio público. La inclusión de áreas destinadas al esparcimiento infantil, la recreación deportiva y la vida comunitaria garantiza que el proyecto no solo sea un lugar para habitar, sino también un espacio para construir tejido social. El proyecto también contempla la construcción del Parque Ambiental Alameda del Río.
Ciudad Mallorquín es otro referente y lleva este concepto a una escala aún mayor. Ubicado en Puerto Colombia, incluye la construcción de 16.000 viviendas e integra servicios esenciales, educación, salud, comercio y recreación en un mismo entorno, reduciendo tiempos de traslado y fortaleciendo la convivencia. Su diseño incorpora 12 kilómetros de vías internas, 4,5 kilómetros de ciclorrutas y una red de andenes. Cuenta con la precertificación LEED for Cities and Communities. Su impacto no solo se refleja en el mercado inmobiliario, también en las finanzas públicas, pues se proyecta que el recaudo municipal de Puerto Colombia llegue a duplicar los niveles habituales. Esto se traduce en progreso y bienestar para sus habitantes.
Sinergias que transforman territorios
Este proceso de transformación también se refleja en los municipios costeros. La Gobernación del Atlántico y la Alcaldía de Puerto Colombia concentraron esfuerzos para recuperar espacios emblemáticos y abrir nuevas oportunidades para el turismo y la vivienda. Gracias a esta visión se impulsó la recuperación del antiguo muelle, la construcción del centro gastronómico internacional Muelle 1888 y del Gran Malecón del Mar, proyectos que rescatan la memoria histórica y reconfiguran la vocación turística del municipio.
En respuesta a la inversión pública, el sector privado reaccionó con la construcción de nuevas edificaciones no residenciales, como oficinas y consultorios médicos, que se integraron al entorno del corredor universitario. Otro territorio que se ha visto beneficiado por la sinergia entre los sectores público y privado es Tubará. Aquí las dinámicas inmobiliarias se transformaron en nuevas opciones como viviendas tipo resort y compra de lotes, gracias a su cercanía con las playas del departamento y a su conexión estratégica con Bolívar.
Un esfuerzo igualmente significativo es la recuperación de espacios naturales como la transformación del Ecoparque Ciénaga de Mallorquín, la revitalización de las playas de Puerto Mocho y la puesta en marcha del Tren de la Flores, escenarios que devuelven vida y valor ambiental a la ciudad. Estos avances se suman a un modelo de desarrollo que convirtió la sostenibilidad en una práctica común, con más de 1,4 millones de m² de vivienda certificada y proyectos que consolidan al Atlántico como referente en construcción responsable del Caribe.
Camino en construcción
Lejos de conformarse con estos resultados, el departamento ha seguido innovando. Ese dinamismo se fortaleció aún más cuando Barranquilla asumió un papel protagónico con la creación del programa Mi Techo Propio, una iniciativa que garantizó continuidad del mercado de vivienda nueva pese a la reducción de subsidios nacionales.
Con una meta de 10.000 subsidios en el actual cuatrienio, este esfuerzo reafirma que en el departamento la vivienda no es coyuntural sino una apuesta estructural y un verdadero motor económico y social. Gracias a este esfuerzo, el mercado inmobiliario registró un crecimiento del 77,5 por ciento en ventas, posicionando a Barranquilla como el tercer municipio con mayor dinamismo edificador en Colombia.
Para Laura Restrepo, gerente de Camacol Atlántico, “este crecimiento del Atlántico cobra verdadero sentido cuando se traduce en oportunidades para todas las familias. Y con ese propósito, nuestro gremio, en alianza con la Cámara de Comercio de Barranquilla y otros actores, creó el Centro de Apoyo para la Compra de Vivienda Nueva, que brinda acompañamiento a los hogares en proceso de adquirir vivienda, orientándolos sobre subsidios, financiamiento y proyectos disponibles, al tiempo que involucra al sector productivo en la tarea de impulsar el bienestar de la comunidad”.
Hablar de Atlántico es hablar de progreso colectivo, donde la construcción fortalece la economía y consolida el desarrollo regional.
Si quiere conocer más del Centro de Apoyo para la Compra de Vivienda Nueva, ingrese aquí.
*Contenido elaborado con apoyo de Camacol Atlántico