
Opinión
Cerrar la brecha en el sector Steam: el compromiso que tenemos con nuestras niñas
En un mundo donde la economía digital marca el desarrollo, dejar por fuera a la mitad del talento humano es un lujo que Colombia no puede darse. En esta columna, una reflexión para derribar estereotipos y abrir más oportunidades para que las niñas encuentren su lugar en la ciencia y la tecnología.
En América Latina, solo 3 de cada 10 profesionales en el sector Steam (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas) son mujeres. En Colombia, la cifra es aún más baja, especialmente en las zonas rurales. Sin referentes claros, sin conectividad y sin acceso a programas inclusivos, miles de niñas crecen con la idea de que la ciencia o la programación tecnológica “no son para ellas”.
En un mundo cada vez más digitalizado, la educación Steam no es un lujo: es una herramienta para transformar comunidades. La UNESCO estima que solo el 35 % de los estudiantes matriculados en áreas STEM en el mundo son mujeres. En Colombia, los datos del Ministerio de Educación confirman la brecha: apenas el 24 % de los profesionales en estas disciplinas son mujeres, y en el ámbito rural la cifra cae aún más. Según el Laboratorio de Economía de la Universidad Javeriana, solo entre 31,5 % y 37,9 % de mujeres optan por disciplinas Steam cuando acceden a educación superior.
Las raíces del problema son claras: conectividad intermitente, baja disponibilidad de laboratorios, formación insuficiente de docentes y estereotipos de género que persisten desde la infancia. Escuchar frases como “las matemáticas no son para las niñas” sigue siendo una barrera invisible pero poderosa.
Contar con modelos a seguir es determinante. Si las niñas no ven a mujeres liderando proyectos científicos, difícilmente se imaginarán en esos roles. El ejemplo de Adriana Ocampo, científica planetaria colombiana que ha trabajado en la NASA, demuestra que sí es posible abrir camino en escenarios globales. Igualmente inspirador es el caso de Natalia Restrepo Escobar, ingeniera biológica reconocida internacionalmente en investigación biotecnológica, hoy referente para niñas y jóvenes que sueñan con dedicarse a la ciencia.
Estos referentes no solo inspiran: también derriban prejuicios, amplían horizontes y generan confianza en que las niñas sí tienen un lugar en el campo de las carreras Steam .
Colombia ha dado pasos importantes. Programas como “Chicas Steam” de MinTIC y Maloka han beneficiado a cerca de 5.000 niñas entre 12 y 15 años, priorizando a estudiantes de colegios oficiales en zonas rurales y de estratos bajos. Además, el Ministerio de Educación ha impulsado becas, orientación vocacional en colegios públicos y proyectos de conectividad para reducir la brecha digital.
Aun así, el alcance sigue siendo limitado. Es necesario fortalecer la cobertura y, sobre todo, garantizar la sostenibilidad de estas iniciativas, articulándolas con universidades, empresas tecnológicas y comunidades locales para lograr un impacto duradero.
Invertir en educación Steam es invertir en el futuro del país. Esta formación no solo mejora el desempeño en pruebas internacionales como PISA, especialmente en resolución de problemas, sino que también potencia la innovación al combinar disciplinas y fomentar el pensamiento crítico. Además, forma profesionales capaces de trabajar en equipo, adaptarse a contextos cambiantes y aportar a la competitividad económica.
En un contexto global donde la economía digital define el desarrollo, Colombia no puede darse el lujo de dejar atrás al 50 % de su talento. La solución no es únicamente tecnológica ni depende solo de laboratorios o equipos: se trata también de cultura, liderazgo y oportunidades reales.
Si queremos cerrar la brecha, necesitamos más que políticas públicas: debemos promover cambios sociales y culturales. Desde el sector privado y las comunidades educativas podemos impulsar clubes de ciencia y tecnología en colegios rurales, fortalecer programas de mentoría con mujeres profesionales en Steam y visibilizar historias de éxito que inspiren. Incluso algo tan simple como incorporar proyectos colaborativos en clase que integren matemáticas, arte y tecnología puede despertar vocaciones tempranas.
El futuro no se construye únicamente con algoritmos o infraestructuras tecnológicas, sino con oportunidades reales. Si combinamos políticas públicas con enfoque de género, tecnología y compromiso del sector privado, podremos transformar vidas y preparar a la próxima generación de científicas, ingenieras y creadoras que el mundo necesita.
La brecha es grande, pero el potencial es aún mayor. El reto está en que nuestras niñas puedan verse a sí mismas como las líderes Steam del mañana.
Natalia Zerda, CEO de Naez