
Opinión
El cambio no pide permiso: porque quedarse quieto ya no es una opción
No puedes liderar un cambio que no has vivido en carne propia. Antes de acompañar a tu equipo por la incertidumbre, debes recorrer ese camino tú primero. Debes reconocer el cambio, tomarlo de la mano y caminar con él, no contra él.
“La mejor forma de predecir el futuro es crearlo” — Peter Drucker
Estamos cerrando 2025 con una certeza incómoda: lo que haces hoy deberás hacerlo significativamente mejor el próximo año, no para crecer, sino simplemente para mantener tu relevancia. La pregunta no es si debes cambiar, sino si estás dispuesto a ser arquitecto de tu propio cambio o víctima de las circunstancias.
Vivimos una época de transformación acelerada donde tres fuerzas convergen simultáneamente redefiniendo las reglas del juego. La primera es la explosión exponencial de información que nos rodea. Según estadísticas del portal Demandsage, que traduce data para el uso corporativo, en 2024 se generaron 147 zettabytes de datos globalmente y se proyecta que se alcanzarán 181 zettabytes al cierre de este 2025. Es decir, el año pasado se generó información equivalente a 250 mil millones de DVD. Cada minuto se publican millones de artículos, videos, podcasts y actualizaciones. Algo en ese océano de información tiene el poder de transformar tu vida, tu carrera, tu negocio. La pregunta es: ¿estás prestando atención o dejándote ahogar por el ruido?
Paralelo a esto, la expansión tecnológica avanza imparable. Las mentes más brillantes del planeta trabajan incansablemente para desarrollar tecnologías que redefinen lo posible. La inteligencia artificial, la automatización y las plataformas digitales no son el futuro: son el presente. Dominar cada avance y aplicarlo a tu realidad ya no es opcional. Y mientras tanto, la competencia se intensifica sin fronteras. Millones de personas en todo el mundo están determinadas a superarnos, innovando constantemente para crear productos excepcionales a precios disruptivos. En este escenario, la mediocridad no solo tiene fecha de caducidad, ya venció.
Estas tres fuerzas confluyen en una verdad: el cambio no es la excepción, es la regla. Es la ley del crecimiento, y el crecimiento es la ley de la vida. Pero aquí viene la parte que incomoda, y también la que libera: tienes solo dos caminos posibles. O eliges el cambio y te adaptas conscientemente, o te conviertes en víctima de las circunstancias. Déjame ser clara: no eres una víctima. Eres una persona capaz, seguro de sí mismo, completamente a cargo de su vida y su futuro. Negarte a sufrir por cambios que no puedes controlar es tu primer acto de poder.
Charles Darwin lo demostró con evidencia científica: las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas con mayor capacidad de adaptación al entorno cambiante. Tu habilidad para reconocer, aceptar, anticipar y adaptarte al cambio es la marca distintiva de una mente superior y una personalidad positiva. Esta no es una teoría abstracta, es la diferencia entre prosperar y desaparecer.
Isaac Newton estableció que un cuerpo en reposo permanecerá en reposo a menos que actúe sobre él una fuerza externa. Esta es la ley de la inercia, y se aplica con devastadora precisión al comportamiento humano. Todas caemos en rutinas fijas. Hacemos las cosas de la misma manera una y otra vez hasta que se convierten en hábitos. Las seguimos durante años sin cuestionar si estos rituales siguen siendo la mejor forma de vivir, trabajar o relacionarnos. Esta inercia nos da una falsa sensación de seguridad, pero en realidad nos está matando lentamente.
La zona de confort es una ilusión peligrosa. Sentirte cómodo en una situación particular no significa que esa situación sea la correcta para ti. Las personas que triunfan permanecen abiertas a la necesidad del cambio, incluso cuando duele, especialmente cuando duele, porque entienden algo fundamental: el verdadero riesgo no está en cambiar, está en quedarse paralizado mientras el mundo avanza sin ti.
El ritmo de transformación organizacional se ha vuelto implacable. Las empresas que sobreviven ya no se transforman cada década, lo hacen en ciclos de 18 a 24 meses para mantenerse relevantes. Como líderes y miembros de equipos, esto no es opcional: o evolucionas con la organización, o te vuelves obsoleto junto a ella. Y aquí está la verdad incómoda que muchos ignoran: no puedes liderar un cambio que no has vivido en carne propia. Antes de acompañar a tu equipo por la incertidumbre, debes recorrer ese camino tú primero. Debes reconocer el cambio, tomarlo de la mano y caminar con él, no contra él.
Considera todo lo que te sucede como un desafío al que puedes elevarte. Al hacerlo, te vuelves mejor, más fuerte, más resiliente. Y cuanto mejor te vuelves, más feliz y exitoso serás en cada área de tu vida. Esta no es motivación vacía, es mecánica pura del crecimiento humano.
Independientemente de los cambios que experimentes en los próximos meses, tu preparación mental determinará tu éxito. Cuanto más preparado estés, más tranquilo y efectivo serás. Tus niveles de estrés se reducirán significativamente y tu optimismo y felicidad aumentarán considerablemente. Por eso hoy te desafío a algo concreto, a acciones que marquen la diferencia.
Haz esa llamada incómoda pero necesaria. Esa conversación que has pospuesto porque requiere valentía. Las palabras que no dices te pesan más que las que dices. Envía ese correo. El que has reescrito mentalmente cien veces pero nunca has enviado. La acción imperfecta supera a la perfección inactiva. Inscríbete en ese sueño pospuesto. Ese curso, ese proyecto, esa aventura que llevas meses o años prometiéndote a ti mismo. El mejor momento fue hace un año. El segundo mejor momento es ahora.
Ten esa conversación difícil pero honesta. La que transformará una relación, un proyecto, o tu carrera. La incomodidad temporal es el precio de la claridad permanente. Sal de tu zona de confort y atrévete un poco más. No será fácil, pero puedes estar seguro de que estarás reinventando tu vida en algún aspecto importante.
No viniste a este mundo a permanecer igual. Viniste a evolucionar, a crecer, a transformarte. El cambio no pide permiso para entrar en tu vida: ya está aquí, golpeando tu puerta. La pregunta que te dejo es si serás su arquitecto o víctima del cambio. Si lo liderarás o lo sufrirás. Si lo usarás como combustible para tu crecimiento o como excusa para tu estancamiento.
El 2026 te está esperando. Pero la versión de ti que llegue a ese año depende completamente de las decisiones que tomes hoy.
¿Qué vas a hacer con esto?
Silvia Aristizábal, vicepresidente de Recursos Humanos de Permoda y creadora del Proyecto Fénix de liderazgo consciente
