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Desde el pasado viernes, aproximadamente 100.000 personas se reunieron en la Plaza de la Victoria. | Foto: AFP

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Rumania contra la corrupción

Bucarest es el epicentro de las protestas contra la corrupción del gobierno del Partido Social Demócrata. La represión policial y los violentos enfrentamientos han dejado más de 500 heridos desde el viernes. Tras cuatro días de presión, la crisis parece no tener fin.

14 de agosto de 2018

Desde el pasado viernes, aproximadamente 100.000 personas se reunieron en la Plaza de la Victoria, al frente de la sede del poder ejecutivo, para exigir la renuncia de su primera ministra, Viorica Dancila. A diario, los manifestantes vuelven al centro de la ciudad reclamándole a su gobierno una respuesta frente a la descarada corrupción del Partido Social Demócrata Rumano (PSD), del cual hace parte Dancila.

Los manifestantes le recriminan a su gobierno no invertir un solo leu (la moneda rumana) en infraestructura. En los últimos dos años en el país no se construyó ni un kilómetro de carreteras. Además, en una década, han emigrado del país cerca de cuatro millones de personas por la falta de oportunidades. Actualmente, Rumania es uno de los países de la Unión Europea con peores índices de bienestar y los ciudadanos salieron a la calle para demostrar su descontento.

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Ante las protestas, el gobierno respondió con una operación de represión que dejó 440 heridos solo durante la jornada del viernes. Las imágenes de familias, niños y mujeres huyendo de los gases lacrimógenos de la policía rumana han dado la vuelta al mundo.

El gobierno buscó por la fuerza silenciar el creciente descontento, pero lo único que logró fue dirigir hacia su país la atención del mundo, y especialmente de la opinión pública europea. El fin de semana, la mayoría de diarios abrieron con titulares y fotos de la insostenible situación en las calles rumanas. El canciller austriaco, actual presidente rotatorio de la Unión Europea, condenó fuertemente la oleada de violencia y pidió explicaciones al gobierno rumano por la brutalidad policial.

A pesar de que hasta este martes disminuyó el número de manifestantes en las calles –quedan unos 15.000-, las exigencias para Dancila siguen siendo claras: el Parlamento se debe disolver, deben planearse elecciones anticipadas y la iniciativa, de acuerdo con ciudadanos rumanos citados por medios internacionales, es la de un gobierno que ya no represente a la política tradicional, sino a un grupo de personas que renueven la política rumana.

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Esta es la movilización más grande en Rumania desde la caída del gobierno comunista del expresidente Nicolae Ceau?escu en 1989. El final de ese gobierno, con fusilamiento en plaza pública del presidente y su esposa incluido, debería prevenir a Dancila de los peligros de seguir negando la crisis. Hoy, prolongando una respuesta contundente ante la evidente corrupción de su partido, denunció un “golpe de Estado” de la oposición. Y Liviu Dragne, líder del PSD y quien para muchos es el que toma las decisiones en Rumania, aseguró que las protestas son un “ataque al orden constitucional claramente coordinado por unos grupos organizados apoyados por la oposición”.