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En las últimas semanas las tropas se prepararon para la ofensiva final. Se espera una batalla sangrienta que haga palidecer la tragedia humanitaria de Alepo, en Siria. | Foto: A.P.

ORIENTE MEDIO

Las claves de la batalla definitiva de Mosul

Las fuerzas que cercan a Estado Islámico se juegan el futuro de esa organización y de Irak como país. Por qué este es un momento crucial.

22 de octubre de 2016

El peor de los escenarios para el Estado iraquí se hizo realidad en junio de 2014. Miles de combatientes del entonces llamado Estado Islámico de Irak y del Levante (Isis) iniciaron una ofensiva que los dejó en poder del 40 por ciento de Irak incluida Mosul, su segunda ciudad. En cuestión de horas el gobierno de Bagdad fue testigo de cómo su Ejército se desmoronaba: sus hombres dejaban sus uniformes para huir disfrazados de civiles.

En manos de Isis quedaron millones de dólares en armamento con el que los estadounidenses habían dotado al Ejército iraquí, reconstruido después de la invasión de 2003 que terminó con el dictador Sadam Huseín. Este fue el comienzo de una larga serie de equivocaciones que tienen a Irak fracturado y en peligro de desaparecer.

De allí radica la importancia de la batalla que comenzó esta semana para retomar Mosul, la última ciudad iraquí en manos de Isis. Alrededor de 90.000 integrantes de las Fuerzas Militares -otra vez reentrenados y reequipados-, los peshmergas kurdos, las milicias chiitas y grupos de miembros de otras minorías étnicas pusieron en marcha una campaña sin precedentes con la mira en recuperar la ciudad, considerada la capital del califato proclamado por el líder de Isis, Abu Bakr al Baghdadi.

Con el apoyo de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, que da en el terreno pero sobre todo desde el aire, las fuerzas han avanzado con dificultades debido a que los combatientes de Isis se han defendido con lo mejor que saben hacer: carros bomba, explosivos, inmolaciones y ataques sorpresa por una red de túneles construidos para tal efecto.

Se pronostica que la batalla será aún más dura cuando las fuerzas iraquíes pisen las calles, lo que, según se calcula, sucederá en las próximas semanas. Entonces la lucha solo quedará en manos del Ejército mientras los kurdos y las poderosas milicias chiitas mirarán desde la distancia. Y es que el reto para Irak será reintegrar esta gran urbe en la vida nacional sin que la comunidad sunita se sienta de nuevo excluida o expulsada.   “Hemos avanzado más rápido de lo que pensamos”, anunciaba con un optimismo tal vez exagerado Haider al Abadi, el primer ministro iraquí, durante una teleconferencia realizada el jueves pasado con mandatarios europeos y de Oriente Medio reunidos en París para discutir el futuro de esta, una ciudad compleja como pocas por su pasado y su composición étnica. Actores regionales, como Turquía o los kurdos, consideran a Mosul parte de su territorio y por lo mismo tienen gran interés en influir en su futuro.

La batalla por Mosul representa un gran reto para el gobierno de Bagdad dominado por los chiitas, mayoría que tomó el poder después de décadas de represión pero que al mismo tiempo ha sido incapaz de integrar a la comunidad sunita, que gobernó a su antojo bajo la dictadura de Huseín. La división sectaria que siguió fue uno de los factores para que el fanatismo de Isis tuviera acogida en las ciudades sunitas como Mosul.

Si bien en esta ciudad convive un mosaico de religiones, incluidos asirios, turcomanos, kurdos, entre otros, su base es sunita. Un sector de esta población no solo no vio con malos ojos la llegada de esta organización, sino que muchos líderes tribales se unieron en la lucha.

Integrantes de minorías como los yazidís o los cristianos señalan que en algunas oportunidades sus vecinos sunitas los delataron durante la persecución de Isis en su contra. Pero el terror de este grupo terminó por afectar a todos, incluidos los sunitas, que han sido los más afectados con su interpretación de la ley.

Se calcula que al menos un millón y medio de personas todavía viven en Mosul, y según los servicios de inteligencia muchos de ellos estarían convertidos en escudos humanos. Las organizaciones humanitarias temen que la batalla por esta ciudad cree la mayor crisis de los últimos años, más grande incluso que la de la ciudad siria de Alepo.   

En Irak tanto políticos como analistas aseguran que del resultado de esta batalla depende el futuro del país. “Todo puede salir muy mal pues una bala equivocada o una decisión errónea pueden desembocar en una batalla aún mayor, que incluso podría incluir actores no locales”, aseguraba a SEMANA un observador de la política local que por su trabajo no está autorizado para dar declaraciones.

De allí que los ojos de la comunidad estén puestos en esta ofensiva que de salir exitosa, y de manejarse bien, podría ser el gran paso para eliminar a Isis en Irak y erradicar esta ideología del corazón de muchos sunitas que la ven como la única opción que les queda. Pero que de salir mal podría ser el paso definitivo para la desintegración de Irak.