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Informe especial: India, al borde del abismo, estremece al mundo entero
India rompió esta semana todos los récords mundiales en cuanto a contagios y muertos por la covid-19. Las impresionantes cifras, las desgarradoras imágenes y los relatos de quienes sobreviven en el epicentro del coronavirus generan dolor y pánico.
Cuando lo peor haya pasado, cuando la pandemia sea un mal recuerdo y no una amenaza, cuando nos quitemos las máscaras y el aire fresco se sienta como un soplo de vida, cerraremos los ojos y, entre las imágenes que nos recordarán el dolor que nos unió, por siempre estarán los crematorios en la India.
El gigante asiático se convirtió en el protagonista del más dramático capítulo en la historia del virus que, como tantas otras desgracias, arremete con más fuerza en contra de los pobres y vulnerables. Esta semana, ese país rompió todos los récords relacionados con la pandemia.
Fue el país que más contagios y muertos tuvo en un solo día al registrar este sábado 1 de mayo 401.000 nuevos casos y 3.500 muertos. Así las cosas, ocupa el segundo lugar en el mundo en contagios, con más de 19 millones de personas enfermas (lo supera Estados Unidos) y el tercero en muertos, con 215 mil víctimas. Mientras en esa nación tratan de contener el contagio y se preguntan el porqué de su desgracia, al resto del planeta le queda el recuerdo imborrable.
En la religión hindú, cremar el cuerpo de los muertos es la parte más importante del rito funerario. Según su creencia, quemar los restos le permite al alma separarse del cuerpo y continuar en su camino espiritual. Por ese mismo motivo, creen que la cremación se debe hacer lo antes posible y se acostumbra construir una pira funeraria, es decir una estructura de madera en la que se consume el cuerpo.
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Por cuenta de la segunda ola de la covid-19 en India, los crematorios y lugares asignados para estas despedidas colapsaron. Ante la cantidad de muertos, improvisaron crematorios en estacionamientos, parques y espacios públicos. Y no solo escasea el espacio, también la madera y quien dé una mano.
Esta semana se vio cómo cortaban árboles de los parques de Nueva Delhi para usar su madera en las piras y a las familias se les ha pedido traer su propia leña. Con los crematorios tradicionales y los improvisados trabajando las 24 horas, también a los familiares de las víctimas les ha tocado encargarse de la cremación de sus seres queridos y de ayudar a extraños a hacer lo propio.
India es uno de los países más pobres del mundo. En esta nación, la segunda más poblada del planeta con 1.300 millones de habitantes, dos de cada tres personas son pobres. Un 68,8 % de la población, aproximadamente 800 millones de personas, vive con menos de dos dólares diarios, más o menos, siete mil pesos colombianos.
La pobreza provoca hacinamiento, que impide el distanciamiento social; la falta de ahorros obliga a la gente a salir a arriesgarse por algo de comer, y los hospitales públicos son para millones la única opción. La situación frente a los centros de salud en India es aún más angustiosa que la de los crematorios; hasta ahí llegan los enfermos de covid-19 aún con algo de esperanza. Desde hace días no se encuentra disponible una cama y ahora tampoco tanques de oxígeno.
India consumió durante esta segunda ola de la covid-19 un 90 % del oxígeno destinado para fines médicos e industriales, y ha adaptado trenes y aviones que bautizó como “oxygen express” (exprés de oxígeno, en inglés) y traen cilindros de naciones donantes y las reservas de todas sus bases militares.
Y la pregunta inevitable: ¿por qué? Son tres los motivos por los cuales India, que creyó superado el virus con el fin de la primera ola en febrero, se convirtió en la nación más afectada por la segunda. En semanas recientes, además de abrir su comercio y entretenimiento, permitió que 25 millones de peregrinos celebraran un festival religiosos hindú en el río Ganges.
También aprobó llevar a cabo elecciones regionales, acompañadas por manifestaciones masivas que significaron que solo en abril se sumaran seis millones de casos nuevos. Pero lo más grave es, sin duda, la aparición de una variante más agresiva a las demás y potencialmente resistente a la vacuna.
La variante india se llama B 1.617 y ya fue detectada en 17 países, varios de ellos europeos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no descarta que sea este el motivo de tantos nuevos casos de covid en ese país, combinado con la pobre situación del sistema sanitario.
“La B.1.617 tiene una tasa de crecimiento más alta que otras variantes que circulan en India, lo que sugiere que es más contagiosa”, agregó la OMS. Esta variante se ha detectado en más de 1.200 secuencias de genoma en “al menos 17 países”, entre ellos Reino Unido, Estados Unidos, Singapur, Bélgica, Suiza, Grecia e Italia. Hasta ahora se han administrado unos 150 millones de vacunas, es decir para el 11,5 % de los habitantes de India, pero hasta ahora solo apenas 25 millones de ciudadanos recibieron dos inyecciones.
Para la comunidad internacional, India representa un peligro. Ante el temor de que la variante de ese país se propague por el mundo, se han cerrado fronteras aéreas y terrestres por tiempo indefinido. Del mundo entero llegan ayudas para el gigante asiático, mientras los expertos no ven la luz al final del túnel.
Algunas proyecciones indican que alcanzarán a infectarse hasta 500 mil personas en un día y que los muertos llegarán a un millón en agosto. Para los residentes de esa nación no ha existido un tiempo más apremiante y, aunque están aislados, no están solos, pues el mundo entero sigue los pormenores de una tragedia que nos ha tocado a todos y, por lo tanto, no es extraña ni extranjera.