Testimonio

La premio Nobel de Paz, Nadia Murad, habla con Semana: “Necesitamos luchar contra la vergüenza”

SEMANA estuvo presente durante la visita a Colombia de la premio nobel de paz Nadia Murad. La activista iraquí habló de su historia, de la resiliencia para las mujeres afectadas por violencia sexual y de la justicia en el mundo.

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22 de noviembre de 2025, 6:12 a. m.
“Muchas mujeres colombianas llevan décadas luchando y no han recibido justicia”.
“Muchas mujeres colombianas llevan décadas luchando y no han recibido justicia”. | Foto: Suministrada a SEMANA

Nadia Murad tenía 21 años cuando enfrentó la tragedia más grande de su vida: la maldad incalculable del Estado Islámico. Los terroristas irrumpieron en su aldea, Kocho, en el distrito de Sinjar, en el norte de Irak. Era agosto de 2014 y los yazidíes, una minoría étnico-religiosa históricamente perseguida, quedaron atrapados en uno de los episodios más brutales cometidos por el grupo extremista y del cual ella salió viva de milagro.

Ese día, los miembros de Isis separaron a hombres y mujeres: los primeros fueron ejecutados, entre ellos seis hermanos de Nadia. Su madre también fue asesinada; las mujeres y niñas fueron convertidas en esclavas sexuales, esto como parte del sistema de trata que la organización justificaba bajo su ideología. Mientras tanto, Murad fue trasladada a la ciudad de Mosul, donde permaneció en cautiverio y sufrió abusos continuos de los terroristas.

Nadia Murad, en ese momento, se convirtió en una de las más de 6.700 mujeres yazidíes tomadas como prisioneras por el Estado Islámico en Irak. Fue entonces cuando su rutina de estudiante y sus sueños de ser maestra se rompieron abruptamente. Sufrió abusos por parte de integrantes del Estado Islámico, que la redujeron a la condición de esclava. Era golpeada brutalmente, quemada con cigarrillos y sometida a insultos y humillaciones diarias.

OSLO, NORWAY - DECEMBER 10:  Co-laureate of the 2018 Nobel Peace Prize Nadia Murad gives her lecture after accepting her award during the Nobel Peace Prize ceremony 2018 at Oslo City Town Hall on December 10, 2018 in Oslo, Norway. The Congolese gynaecologist, Denis Mukwege, who has treated thousands of rape victims, and Nadia Murad, the Iraqi Yazidi, who was sold into sex slavery by Isis, have been jointly awarded the 2018 Nobel peace prize in recognition for their efforts to end the use of sexual violence as a weapon in war.  (Photo by Erik Valestrand/WireImage)
Nobel de Paz, Nadie Murad | Foto: WireImage

La pesadilla terminó cuando su captor dejó sin llave la puerta de la casa donde estaba secuestrada. Desde allí, logró escabullirse hasta un campo de refugiados y luego huyó a Alemania. Ahora Nadia cuenta su historia alrededor del mundo en busca de visibilizar la violencia contra las mujeres y su búsqueda de justicia, cumpliendo, de alguna forma, su vocación de enseñar. Ese trabajo le mereció el Premio Nobel de Paz en 2018.

Esta semana, la activista iraquí por los derechos humanos llegó a Colombia para ser la primera invitada al She Is Global Forum 2025 y acompañar varias iniciativas de Global Survivor en Colombia. Allí, aseguró que el Premio Nobel de Paz “abre puertas, permite generar conciencia, conocer gente, entablar vínculos con políticos. No arregla las cosas, pero hace sentir muy bien”. Para ella, el Nobel reconoció con su galardón que la violencia sexual es “un crimen que se vive en todo el mundo y que golpea a niños”.

En diálogo con SEMANA, Murad habló acerca de las reparaciones para mujeres víctimas de violencia sexual alrededor del mundo: “Una reparación no se limita solo a lo económico. Hemos estado trabajando con sobrevivientes aquí en Colombia, en Irak y en el Congo. Y para cada una de ellas es diferente. Para algunas es apoyo económico. Para otras, apoyo psicológico. Ese es el caso de las de la comunidad yazidí”, manifestó.

“Se trata de poder reconstruir sus refugios, porque muchos fueron destruidos. De poder compartir sus historias y sentirse seguras. Las reparaciones pueden adoptar diversas formas según la experiencia de cada persona. Puede tratarse, sí, de una violación, y eso es algo que tenemos en común, pero cada quien tiene necesidades distintas en cuanto a las medidas de reparación”, agregó.

Visibilizando la reparación

Como parte de su propio proceso de reparación, ella ha buscado visibilizar cómo han lidiado con esta situación las mujeres víctimas de violencia sexual alrededor del mundo. Es una misión que mantiene desde hace años con el deseo de “ser la última mujer que viva algo así”.

“También he abogado por las reparaciones en varios países en los que las mujeres nunca reciben ningún tipo de apoyo. A veces, las reparaciones se otorgan solo a las sobrevivientes que se animan a hablar y comparten sus rostros e historias, mientras que quienes no lo hacen no reciben ninguna. Así que estamos intentando impulsar esta causa y asegurarnos de que, si una sobreviviente necesita apoyo financiero o psicológico, pero no quiere mostrar su rostro, igualmente la apoyemos”, señaló Murad para SEMANA.

Niños yazidíes iraquíes caminan cerca de edificios destruidos durante el ataque del Estado Islámico en 2014.
Niños yazidíes iraquíes caminan cerca de edificios destruidos durante el ataque del Estado Islámico en 2014. | Foto: AFP

En el caso de Colombia, la ganadora del Premio Nobel de Paz resalta que junto a diferentes organizaciones han logrado visibilizar a víctimas del conflicto armado y de violencia sexual de parte de alguno de los actores involucrados. En ese aspecto, compara lo que viven muchas sobrevivientes en el territorio nacional con lo que ocurre con las mujeres en Irak, como es en su caso.

“Lamentablemente, todas tenemos historias distintas, aunque compartimos muchas vivencias. Muchas colombianas llevan décadas luchando sin recibir justicia. Muchas siguen hoy en la misma batalla debido a la falta de reparaciones que les permita acceder al apoyo que necesitan: acompañamiento legal y respaldo financiero. Y lo mismo sucede con las mujeres en Irak”, señala Murad.

Además, envió un mensaje de esperanza a las colombianas que han sido víctimas de estos flagelos: “Muchas mujeres en Colombia aún no han compartido sus historias. Son miles. Solo hemos escuchado a algunas. Y esto ocurre porque todavía debemos combatir la impunidad, la vergüenza y el estigma que impiden a las sobrevivientes alzar su voz”.

Ganadora del Premio Nobel de Paz en 2018
Ganadora del Premio Nobel de Paz en 2018 | Foto: dpa Picture-Alliance via AFP

Sobre lo ocurrido con su pueblo, que ha sido masacrado y desplazado por actores yihadistas como el Estado Islámico, asegura que la comunidad internacional está plenamente consciente de los crímenes cometidos contra los yazidíes. “Lo que aún nos preocupa es la falta de voluntad política para que los perpetradores rindan cuentas y el hecho de que muchas mujeres y niños yazidíes sigan desaparecidos en cautiverio y nunca hayan sido rescatados de las garras de Isis”, señala la activista de 32 años.

Finalmente, hizo un llamado para que la comunidad internacional no olvide la causa de los yazidíes, pese a que el Estado Islámico ya no sea un actor dominante tras la ofensiva que Occidente emprendió contra el grupo, reduciéndolo a una sombra de lo que fue durante años. Recordó que su accionar desató el terror en Asia, África y Europa, con múltiples atentados que golpearon con fuerza al Viejo Continente.

“El mundo pasó página demasiado rápido cuando el Estado Islámico fue derrotado militarmente. El pueblo yazidí aún intenta reconstruir sus vidas. Son pocos los Gobiernos que invierten en el desarrollo sostenible de su territorio. Muchos siguen viviendo en campamentos y otros continúan en cautiverio. Hay fosas comunes que deben ser exhumadas y restos que necesitan ser identificados. La comunidad internacional, lamentablemente, se desentendió de la causa yazidí antes de hacer justicia a las víctimas”, concluye en su diálogo con SEMANA.

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