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En Brasil, Argentina, Palestina y Estados Unidos, las mujeres se tomaron las calles para protestar y pedir más protagonismo en las decisiones políticas.

GÉNERO

Las mujeres quieren ser protagonistas en la política

Mientras en Washington marchaban contra la confirmación del candidato de Donald Trump a la Corte Suprema, cientos de miles de mujeres llenaron las calles de Brasil para protestar contra el candidato presidencial Jair Bolsonaro. El protagonismo de las mujeres en las decisiones políticas crece en el mundo entero.

6 de octubre de 2018

Miles de mujeres marcharon desde este jueves en Washington contra la confirmación de Brett Kavanaugh como juez de la Corte Suprema de Justicia. Con la consigna “cancelemos a Kavanaugh”, las manifestantes intentaron presionar a los senadores republicanos indecisos. Una semana antes, al grito de “Él no, nunca”, miles de mujeres se habían tomado varias ciudades de Brasil para rechazar al ultraderechista Jair Bolsonaro, líder en las encuestas para las elecciones presidenciales de este domingo. Sus organizadoras promovieron la protesta en redes sociales con el hashtag #MulheresContraBolsonaro y llenaron las plazas públicas.

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El movimiento de las sufragistas nació en 1848 con la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls. Comenzó en Inglaterra y se extendió al mundo con una consigna esencial: promover el voto de las mujeres. En 1948 tras 100 años de movilizaciones, se reconoció el voto femenino como un derecho universal en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas.

La reacción de las norteamericanas para frustrar la aspiración del candidato de Donald Trump tal vez no logre frenar la confirmación de Kavanaugh (prevista para el sábado). Y la de las brasileñas podría no descarrilar la campaña de Bolsonaro, que al cierre de esta edición esperaba las elecciones del domingo en el primer lugar de las encuestas. Pero ambas son una nueva expresión de un año en el que, como pocas veces, las mujeres se volcaron a las calles para reclamar sus derechos, rechazar las desigualdades de género y asumir el protagonismo de los debates públicos. De ese modo, reaccionan contra el poder de personajes abiertamente misóginos como Donald Trump, Rodrigo Duterte y, posiblemente, Bolsonaro, que encendieron las alarmas de los grupos y colectivos femeninos cada vez más asertivos y combatientes.

Esta nueva oleada comenzó con la Marcha de las Mujeres, convocada el 21 de enero de 2017 en Washington. Más de 500.000 personas salieron a protestar contra Donald Trump, luego de que se filtró un audio en el que el presidente aseguró que a las mujeres “hay que agarrarlas por el coño”. La manifestación traspasó las fronteras de Estados Unidos y, en una semana, más de 600 marchas en 55 países diferentes unieron sus voces para reclamar dos peticiones principales: respeto a los derechos fundamentales de las mujeres y más protagonismo en las decisiones políticas.

Además de esta marcha internacional, que se repitió este año, ha habido múltiples iniciativas de movilización de las mujeres en el mundo. En Argentina, la campaña nacional a favor de la legalización del aborto conmovió al planeta. Con pañuelos verdes, cientos de miles de mujeres se pararon al frente del Senado argentino por varios días para exigir a los legisladores despenalizarlo. A pesar de que no consiguieron su cometido, videos de apoyo de colectivos de mujeres desde Kurdistán hasta Japón inundaron las redes sociales. Este mes en Santiago de Chile y en Ciudad de México miles de ellas, imitando a las argentinas, salieron a exigir esa despenalización.

Miles de mujeres salieron el jueves a protestar contra la confirmación de Brett Kavanaugh a la Corte Suprema. Con el grito "cancel Kavanaugh", intentaron presionar a los senadores indecisos para que rechazaran el candidato de Trump, acusado de agresión sexual en cinco ocasiones en las últimas tres semanas. 

El aborto es una de las luchas que más reúne a las mujeres, pero no la única. En Estados Unidos, miles de ellas marcharon contra las políticas de inmigración del presidente Donald Trump y contra la política de separación de familias migrantes. En la frontera entre Israel y Palestina, más de 6.000 marcharon para exigir un “parlamento de mujeres por la paz” que las incluya en los diálogos entre los dos gobiernos. Y en Filipinas miles de mujeres marcharon el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, para acusar al presidente Rodrigo Duterte por violar sus derechos.

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Además, las mujeres no solo tratan de influir en el escenario político por medio de movilizaciones o marchas. Las PussyRiot, grupo de punk feminista, han luchado por presionar al presidente Vladimir Putin para que mejore la situación de las mujeres en su país y han pasado temporadas en la cárcel por eso. En la decisión del comité judicial del Senado estadounidense de pedir al FBI una investigación por las presuntas agresiones sexuales de Brett Kavanaugh, jugaron un papel clave dos mujeres que entraron al Capitolio a presionar al senador Jeff Flake por su ‘complicidad’ con un posible acosador. Una de ellas, la colombiana Ana María Archila, logró de un momento a otro convertirse en una celebridad nacional. Y la cara visible del movimiento antiarmas en Estados Unidos es Emma González, una joven cubana de 18 años que sobrevivió al tiroteo del 14 de febrero en Parkland, Florida.

Cientos de miles de mujeres llenaron las plazas públicas brasileñas para demostrar su descontento por las candidatura de Jair Bolsonaro. El brasileño es abiertamente misógino, aseguró que no violaría a una mujer "si es fea", y que la diferencia salarial entre hombres y mujeres se explica porque "ellas se embarazan". El mes pasado en Argentina, miles de mujeres estuvieron varios días frente al Senado para exigir la despenalización el aborto. 

Hay muchos y muy diversos ejemplos. Para Diana Ojeda, activista e investigadora del Instituto Pensar, esta participación no es una novedad, sino la continuidad de una lucha que comenzó hace mucho. “Esta es una nueva oportunidad histórica, en la que cada vez más los espacios públicos se abren y las mujeres gritan, como en el conflicto palestino-israelí: aquí estamos para solucionar los problemas que los hombres no pudieron”, dijo. Aunque la coyuntura no puede borrar las miles de iniciativas que permitieron a las mujeres llegar hasta aquí, es un hecho que la llegada al poder de personajes misóginos y retardatarios ha multiplicado la presencia de la mujer en el escenario público. Como dicen ellas, no es hora de callar.

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