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Merlano, quien venía preparando el plan desde hacía varios meses, reveló que minutos antes de salir a la cita se amarró, debajo de una faja, la cuerda con la que iba a fugarse. | Foto: Foto: Archivo particular

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Aida Merlano negó la participación de su hija y del odontólogo en su plan de fuga

Desde Venezuela, la excongresista reveló nuevos detalles de la forma en cómo se ejecutó su fuga el primero de octubre de 2019.

17 de agosto de 2022

Cuando se despertó en su celda de la cárcel del Buen Pastor de Bogotá, el primero de octubre de 2019, la excongresista Aida Merlano tenía la seguridad que ese día se iba a fugar. Fue por eso que movió cielo y tierra para que se avalara su traslado al Centro Médico La Sabana, ubicado en el norte de Bogotá, para que continuara con su diseño de sonrisa en el consultorio odontológico atendido por Javier Cely Barajas.

Merlano, quien venía preparando el plan desde hacía varios meses, reveló que minutos antes de salir a la cita se amarró, debajo de una faja, la cuerda con la que iba a fugarse. Cuando llegó al consultorio estaba ansiosa y, por la mezcla de sentimientos, lloró de manera constante.

Aprovechando un descuido, ella puso en el tarro de la basura la cuerda para fugarse. Fue por eso que impidió a toda costa que el profesional se acercara al bote y mucho menos lo abriera. “Por eso me apresuré y le dije qué pensaba hacer con eso. Él me dice, eso es basura, entonces yo le dije tranquilo que yo la boto y se la arrebaté prácticamente de las manos y simulé que la iba a botar y lo que hice fue que la escondí en mi camisa temporalmente mientras ya él volteaba hacia el otro lado y me deshacía de esa basura”, detalló la excongresista conservadora.

Merlano fue clara en señalar que todos los elementos que utilizó para fugarse los llevó desde el centro carcelario, negando que su hija Aida Victoria le facilitara un bolso con la cuerda y los guantes. “Me la coloqué (la tula) como también me puse en el abdomen una peluca que no se evidencia en las cámaras, pero que sí utilicé en la fuga y unos guantes con los que yo hacía deporte estando dentro del penal”.

La exrepresentante a la Cámara narró que todos estos elementos le fueron “arrojados” cuando se encontraba en la cárcel. Sin embargo, no dio detalles de la persona que estuvo detrás de esta acción. Lo único que dijo fue la forma en que logró ocultar todos estos elementos en su ropa minutos antes de salir de la cárcel.

Merlano reiteró que él no sabía nada de la fuga, ni de su situación personal. “Antes de la despedida yo me la pasé casi todo el tiempo llorando mientras él me hacía el tratamiento en la boca y mi hijo me acariciaba la mano (...). El gesto de abrazarme fue un gesto solidario y me dijo que me aferrara a la Virgen y creyera en Dios que él todo lo podía”.

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Minutos después, Merlano se despidió también de sus hijos y pidió un espacio para poder cambiarse. Inmediatamente se puso los guantes, la cuerda roja, abrió la ventana y se lanzó al vacío, sabiendo que un conductor en motocicleta la estaba esperando.

El llanto del odontólogo

En la audiencia que se celebró el pasado 3 de agosto, el odontólogo Javier Cely rompió en llanto y reiteró que era inocente. “Estoy muerto en vida, me dañaron mi familia, mi profesión, estoy en tratamiento psiquiátrico”.

En la diligencia judicial, Cely manifestó que tenía la plena voluntad de declarar en su propio juicio, pues consideraba necesario aclarar diferentes aspectos sobre lo que ocurrió en su consultorio en la tarde del primero de octubre de 2019.

Cely relató la manera en que conoció a finales de septiembre de 2019 a la exrepresentante a la Cámara Aida Merlano. Recordó que ella llegó a su consultorio, ubicado en el Centro Médico de la Sabana, en la calle 166 con carrera séptima. Esto debido a que no había quedado satisfecha con dos diseños de sonrisa que se le habían practicado.

Tras hacer una evaluación detallada se fijó un cronograma para atenderla. Recuerda que en ese momento Merlano siempre estuvo acompañada por una guardia del Inpec, quien estuvo atenta a toda la situación. Después de eso la recibió en su consultorio para empezar con el procedimiento.

En la tarde de ese primero de octubre, tras atender a la excongresista, se fue de urgencia para una reunión en la Clínica La Font. En el camino fue contactado por un colega que le comentó lo que había ocurrido, hecho que lo obligó a regresar al Centro Médico para verificar la situación.

El odontólogo fue reiterativo en indicar que nunca fue amigo de la exrepresentante a la Cámara, como lo mencionaron varios medios e incluso un perfilador criminal. “Yo no creo que una persona pueda crear una amistad con una persona con la que habla cinco minutos un día, cinco minutos otro día. Lo que sí tengo que crear es una confianza con el paciente, que crea en mí y en lo que le estoy haciendo, y eso lo hacen todos los odontólogos”.

Consideró que tuvo mala suerte, pues cualquiera de sus colegas tenía el riesgo de ser contactado para realizarle el procedimiento odontológico a Merlano. “Excúseme su señoría, a cualquiera lo hubieran podido llamar a hacer ese procedimiento y le hubiera pasado exactamente lo mismo que me pasó a mí, que lo involucraran en algo en lo que soy totalmente inocente y me acabaron la vida”.

Mientras sostenía un pañuelo para secarse las lágrimas, el procesado aseguró que no conoció lo que contenía el maletín que llevó uno de los acompañantes de la excongresista. “Yo no veo ni cómo está vestida la paciente, ni qué zapatos lleva, ni qué accesorios. Yo llevo mucho tiempo en esto y necesito concentrarme siempre en la boca del paciente”.

Por la fuga de Aida Merlano ya fue condenado a 15 años el capitán David Alexander Álvarez Cárdenas, del Inpec, quien fungía como comandante de custodia y vigilancia de la cárcel El Buen Pastor.