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Los diez años de soledad de los pobres de Cartagena
En 2007 Cardique firmó un millonario contrato para canalizar y limpiar los 42 caños que atraviesan los barrios más pobres de Cartagena y en los que viven más de 350.000 personas. Los habitantes, que permanecen en medio de la pestilencia y la basura, dicen que no han visto las obras.
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Sentada bajo un almendro en compañía de sus hijas, Duvis Sánchez cuenta cómo pasa sus días en medio del pestilente olor que despiden las aguas negras estancadas en el canal Bomba del Tigre, en el legendario y popular barrio cartagenero Olaya Herrera. Lo peor llega al final del día porque cuando cae el sol comienzan a zumbar nubes de mosquitos, y todos tienen que esconderse en sus humildes casas.
En Cartagena, detrás del cerro de la Popa y a orillas de la ciénaga de la Virgen, han crecido durante las últimas décadas un centenar de barrios surgidos como invasiones, tras rellenar con toda clase de desechos el cuerpo de agua. Allí están San Francisco, La María, La Candelaria, La Esperanza, Olaya Herrera, Fredonia, Boston, Líbano, Paraíso y El Pozón, entre otros, atravesados por centenares de canales pluviales que desembocan en la ciénaga. En su recorrido van arrastrando desechos, basura y desperdicios de toda clase: al final son alcantarillas y basureros.
Cuando Duvis habla de olores fétidos, se refiere al ácido sulfhídrico, producido por la mezcla de aguas lluvias y residuales con materia orgánica en descomposición, animales muertos y excrementos de viviendas sin alcantarillado. Ese ácido se transforma en una especie de gas que irrita ojos, nariz y garganta; produce dificultades respiratorias y, en altas concentraciones, pérdida del conocimiento. Es el mismo olor que se cuela por las rejillas de los respiradores en la plaza de la Aduana, frente a la Alcaldía, pero en la zona suroriental se siente a lo largo de 15 kilómetros de barrios.
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Para aliviar ese malestar, contribuir con el saneamiento ambiental y mejorar el funcionamiento hidráulico, el Consejo Directivo de la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) decidió en noviembre de 2006 intervenir 42 canales y 7 arroyos. Un año después se firmó el contrato de obra 121 de 2007 con el Consorcio Ciénaga de la Virgen, compuesto por Construcciones Hilsaca (hoy AGM Desarrollos S. A. S.) y Servicios de Dragados y Construcciones, por 22.173 millones de pesos, que ha tenido 8 adiciones por 11.000 millones y un reajuste de otros 2.000 millones de pesos. Para financiar estas obras comprometieron vigencias futuras de la sobretasa del impuesto predial y de la sobretasa del peaje de la carretera Cartagena-Barranquilla, del 8 por ciento del valor que cada vehículo paga.
En la convocatoria del concurso público, Cardique expuso que el 60 por ciento de las descargas de las aguas residuales de esta zona van a la ciénaga, lo que la convierte en una especie de laguna de oxidación. Para recuperar las condiciones hidráulicas de los canales y mejorar la calidad de vida de las comunidades asentadas, sostuvo la entidad, “se hace necesario intervenir la red de drenajes pluviales, con la construcción en concreto de los tramos finales de 11 canales y trabajos de limpieza durante los 14 años del contrato a 42 canales y 7 arroyos”. También contempla el contrato construir diques de cierre para deshidratar el sedimento removido a la salida de los canales, es decir, en la ciénaga. Cuando se refiere a limpieza, habla de la remoción de la basura y sedimentos. Hay canales de casi 2 metros de profundidad que hoy solo tienen 50 centímetros, el resto es basura compactada.
En noviembre de 2007, la Contraloría General sometió el contrato a una visita fiscal que terminó en un informe que contenía 30 hallazgos fiscales, pero como si fuera un caso macondiano, la entidad se demoró 10 años en responder, argumentando todo tipo de razones o engavetando la información. Solo lo vino a hacer a finales de 2017, información que le permitió a la Contraloría General denunciar un presunto detrimento patrimonial por más de 23.155 millomnes de pesos.
La Contraloría dijo que Cardique se negó a entregar la información requerida, motivo por el cual también iniciará un proceso sancionatorio contra la entidad . También señala que el contrato fue concebido como un macroproyecto, pero que no se justificaba comprometer vigencias futuras a 14 años si las obras de limpieza se podían haber contratado cada año.
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SEMANA estuvo en los canales Playa Blanca, Maravilla, Magdalena, Once de Noviembre, Bomba del Tigre, Líbano y Salim Bechara, en los cuales, se supone, ya deberían estar construidos los canales en concreto en los tramos finales y totalmente limpios. Pero, 10 años después, cuando ya se ejecutó más del 70 por ciento del contrato, en ninguno se ha cumplido con esa obligación contractual. Y los vecinos dicen que no recuerdan cuándo fue la última vez que los limpiaron. Por el contrario están sedimentados y saturados de basura.
Incluso, los presidentes de las Juntas de Acción Comunal de los sectores Central, Ricaurte, Líbano, Playas Blancas, Acapulco, Bomba del Tigre, La Magdalena y Zarabanda desconocían las obras contratadas por Cardique.
Lo más preocupante de esta situación es que, de acuerdo con la Contraloría, entre 2011 y 2016 Cardique destinó 173.000 millones de pesos para el manejo hídrico, pero parecería que la plata se fue para otros departamentos y no dejó nada para La Heroica, que es la que más aporta.
Por eso, el organismo de control señaló a Cardique de tener una ineficiente y dudosa gestión, entidad que como se debe recordar, llegó a estar bajo el influjo del grupo paramilitar Montes de María, según confesó Juancho Dique.
Los líderes de estos y otros sectores sostienen que, a veces, es la Empresa de Desarrollo Urbano (Edurbe) la que limpia los canales, y que en ocasiones lo hace la empresa encargada de la recolección de las basuras, Pacaribe, pero solo superficialmente. Pero sí reconocen que Cardique, o el consorcio Ciénaga de la Virgen, ha estado dragando con maquinaria en la desembocadura de los canales sobre la ciénaga de la Virgen.
El representante legal del consorcio, David Uribe Zirenne, en diálogo con SEMANA, afirmó que la prioridad del contrato es el control de inundaciones, que en desarrollo de la visita fiscal de la Contraloría les facilitaron toda la información; y en cuanto a las obras de concreto, afirmó que hasta la fecha se han construido dos, pero como el contrato finaliza en octubre de 2021, las obras se irán programando de acuerdo con los requerimientos de la entidad contratista. Además, reconoció que el consorcio ha cumplido lo estipulado en el contrato.
Sin embargo, los vecinos refutan lo afirmado por el representante legal del consorcio, al afirmar que cuando llueve la mayoría de los barrios se inundan; y la explicación es simple: Cartagena está expuesta como ninguna al cambio climático y al incremento del nivel del mar, el cual se refleja en la ciénaga de la Virgen que tiene como vaso comunicante las compuertas de la Bocana y los viejos canales de la Boquilla con mar abierto al norte.
Para terminar de aumentar la confusión en torno a las obras y el contrato, Cartagena destina anualmente, de acuerdo con la Secretaría de Infraestructura, 3.000 millones de pesos para limpieza de los canales, pero ni Cardique ni el Distrito se comunican y al parecer nadie sabe quién limpia cuáles canales.
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Un ingeniero que trabajó en las desaparecidas Empresas Públicas Municipales sostiene que si se hacían bien esos trabajos, podrían mantener en buen estado los canales durante ocho meses. Por ello resulta injustificado que dos entidades, Distrito y Cardique, estén gastando más de 5.000 millones de pesos anuales y no se vean ni las obras ni el agua limpia.